Antifeminismo
Abierta la campa?a electoral, los pol¨ªticos se vuelven hacia los augures y ar¨²spices que leen el futuro en las encuestas de opini¨®n, para que les digan qu¨¦ quieren o¨ªr los votantes. Tanto el se?or Roca como el se?or Maragall se han comprometido a no permitir ninguna gran superficie comercial m¨¢s en Barcelona. Creen que, para ganar las elecciones municipales, deben disputarse el voto de los botiguers y no el de los consumidores. El se?or Roca parece perdido para la causa de la competencia y la libertad comercial. Pero el se?or Maragall, que tanto ha sabido hacer por una Barcelona nueva y abierta, no deber¨ªa entregarse tan r¨¢pidamente a los intereses gremiales.Descubro mi juego. Querr¨ªa que los pol¨ªticos no escucharan a los falibles encuestadores, sino que emplearan su intuici¨®n para ver d¨®nde est¨¢ la gran suma de votos, la que concentra en s¨ª el bienestar de la mayor¨ªa. Quiero, se?or Roca, se?or Maragall, que atiendan a mi p¨²blico favorito, a cuyos ojos libres de prejuicios dedico mis inc¨®modas cr¨®nicas, porque creo que ellos saben atender al fondo de lo que se dice.
Me refiero, por un lado, a quienes necesitan el mejor servicio, la mayor calidad, al precio mas asequible: las amas de casa, buenas ministras de una hacienda, que no puede permitirse lujos de deuda p¨²blica; las mujeres empleadas fuera de casa que necesitan el apoyo de su marido y de sus hijos para organizar felizmente su hogar; los profesionales que trabajan 12 horas diarias durante la semana y se culpan de no compartir como se debe las tareas de la vida familiar; los j¨®venes que buscan encontrarse con otros de su edad en los zocos de la ciudad moderna, en vez de en alcantarillas suburbiales y ruinosas.
Me refiero por otro lado, a los empresarios y trabajadores que no soportan el enquistarse en actividades decadentes; a los tenderos y boutiquiers (en franc¨¦s) que se re¨²nen en centros comerciales modernos para dar al p¨²blico lo que demanda; a los innovadores que, siempre inquietos, buscan suministrar mejores productos y servicio m¨¢s completo para atraer al p¨²blico, no por efecto de prohibiciones administrativas, sino gracias a una competencia deportivamente asumida.
He compilado, sobre la base de cifras suministradas por la prestigiosa casa A. C. Nielsen, una estad¨ªstica de aumentos de precios en distintos tipos de comercio durante los a?os 1990, 91 y 92. En cuanto tenga cifras para los tres a?os siguientes les har¨¦ part¨ªcipes de ellas. Las subidas de precios acumuladas en los canales de alimentaci¨®n destacan lo que ya sabemos, que cuanto m¨¢s moderna es la distribuci¨®n, m¨¢s respetuosa resulta con el bolsillo de los consumidores. Si tomamos hipermercados, supermercados grandes y peque?os, autoservicios y tiendas tradicionales, las subidas de los precios de la alimentaci¨®n en todos esos canales y en esos tres a?os fue del 5,8%, pero si no se incluyen los hipermercados en esa media ponderada, la inflaci¨®n de esos precios habr¨ªa sido mayor, a saber, del 7,6%. Y no se olvide, que alrededor de los hipermercados, en los centros comerciales en los que siempre hay una gran superficie, se concentra mucho peque?o comerciante moderno, cuyos precios tambi¨¦n se ven contenidos por la competencia.
Se?or Roca, se?or Maragall, ?no creen que les dar¨ªa m¨¢s votos el defender a quienes querr¨ªan comprar en domingo y en centros comerciales nuevos, en vez de dificult¨¢rselo por la fuerza de la ley? En fin de cuentas, con su cierre de los domingos y con su segunda licencia auton¨®mica, cuyo efecto es prohibir a capricho que las empresas atiendan a quienes libremente demandan servicio, ustedes se arrogan una sabidur¨ªa superior a la de los hombres y las mujeres que s¨®lo quieren hacer lo l¨ªcito seg¨²n les convenga y les venga en gana. ?S¨ª, buana!
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