La Aviaci¨®n y la Marina argentinas reconocen "horrores" en el pasado
Los principales mandos de la Fuerza A¨¦rea y de la Marina, general Juan Paulik y almirante Enrique Molina, y el que fuera el principal jefe guerrillero en los setenta, Mario Firmenich, se sumaron a la revisi¨®n hist¨®rica de la dictadura militar que la pasada semana comenz¨® el jefe del Ej¨¦rcito, teniente general Mart¨ªn Balza. Todos atribuyeron la principal responsabilidad al bando contrario, pero coincidieron, en esencia, en que hubo terribles errores y horrores por ambas partes. El ministro de Defensa, ?scar Camili¨®n, sostuvo que la franqueza ayudar¨¢ a superar el pasado.
Mientras tanto, con cargos de estafa, era detenido en Buenos Aires, el ex capit¨¢n de la Armada, Adolfo Scilingo, cuya confesi¨®n en marzo sobre el lanzamiento de prisioneros vivos al mar desde aviones de la Marina desencaden¨® la pol¨¦mica y llev¨® al examen de conciencia que hoy vive Argentina. En la operaci¨®n policial fueron detenidas otras cuatro personas. Scilingo, quien rompi¨® un pacto de silencio al admitir su directa participaci¨®n en los "vuelos de la muerte" organizados en la Escuela de Mec¨¢nica de la Armada (ESMA), permanece incomunicado.El general Juan Paulik, jefe de la Aviaci¨®n, arma menos implicada en la aniquilaci¨®n ordenada por la Junta Militar (1976-83), subray¨® en una ceremonia castrense que "en la lucha contra el terrorismo se cometieron graves errores de procedimiento y tambi¨¦n horrores, estos ¨²ltimos patrimonio sin duda de ambas partes".
El almirante Enrique Molina, sobre cuya fuerza recaen las principales responsabilidades, reconoci¨® en otra alocuci¨®n que el caos nacional de aquellas fechas se agrav¨® "por nuestro gran error hist¨®rico: la destrucci¨®n del orden constitucional vigente, que torn¨® ileg¨ªtimo el actuar antisubversivo". Molina Pico dijo que se permitieron "horrores inaceptables, a¨²n en el contexto de crueldad propio de la guerra. Por eso hoy los rechazamos y los excluimos como posibilidad ante cualquier acci¨®n futura".
Firmenich cit¨® como error fundamental de la guerrilla su paso a la clandestinidad y el haber empu?ado las armas pese a la inexistencia de "la legimitidad que otorga el consenso de la mayor¨ªa". Preguntado sobre el secuestro y asesinato, en 1970, del general Pedro Eugenio Aramburu, uno de los militares que derroc¨® a Juan Domingo Per¨®n en 1955, respondi¨®: "No fue un acto que decidimos nosotros, lo decidi¨® el pueblo".
En el programa de televisi¨®n donde el general Mart¨ªn Balza expurg¨® al Ej¨¦rcito en un conciliador mensaje, Firmenich subray¨®: "Nosotros no tenemos que arrepentirnos de haber desaparecido a nadie, ni por haber torturado a nadie, violado a ninguna mujer, ni robado ning¨²n hijo, ni por haber empalado a nadie ni por haber arrojado vivo al mar a nadie"."No lo volver¨ªa a hacer"
Montoneros, de corte peronista, naci¨® en 1968, y uno de sus fundadores fue, Firmenich, detenido en 1987, juzgado, condenado a 16 a?os de prisi¨®n, e indultado en 1990. "Cuando fuimos acorralados pol¨ªtica y militarmente, mientras la Triple A nos masacraba tras la muerte del general Per¨®n, cometimos el error madre de pasar a la clandestinidad. No lo volver¨ªa a hacer". "Cumplo con mi deber en funci¨®n de la historia", ley¨® Firmenich, "y espero que cada montonero, comparta o mis palabras, asuma sus propias responsabilidades ante la sociedad toda".
"Los argentinos produjimos una guerra civil embozada en adelante", sostuvo el dirigente montonero. "Nosotros no empezamos la violencia pol¨ªtica. Sufrimos los bombardeos a la poblaci¨®n civil, la derogaci¨®n de la Constituci¨®n Nacional, la proscripci¨®n pol¨ªtica por d¨¦cadas. Todo ello tanto en gobiernos civiles radicales como con dictaduras militares".
Afirm¨® Firmenich que Per¨®n le pidi¨® resistir. "Tuvimos el coraje de hacerlo a¨²n poniendo en peligro nuestras vidas. Pero no fue s¨®lamente la Juventud Peronista quien lo hizo, sino toda una generaci¨®n que fue generosamente sacrificada en un pasado injusto y sin destino".Presente en el mismo programa de televisi¨®n, Eugenio Aramburu, hijo del general del mismo nombre, respondi¨®: "No es agradable contemplar la imagen de una persona que dio muerte a mi padre. Sin embargo, me reconforta que haya reconocido las condiciones humanas de mi padre. Al enfrentar a la muerte pidi¨® que le aten los cordones de los zapatos con la prestancia que un hombre tiene para presentarse ante el Creador".
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