Las Pensiones 'pr¨º-¨¤-porter'
El autor entra en el debate sobre las pensiones, del que dice que saldr¨¢ una soluci¨®n a la medida de todos que garantice el futuro
EDUARDO AGUILAR FERN?NDEZ-HONTORIAEl debate sobre las pensiones ha irrumpido en nuestra sociedad con una fuerza -y a veces con luna virulencia- realmente sorprendente. Desde luego, llama poderosamente la atenci¨®n el sentimiento de gravedad y de urgencia con la que hemos decidido acometer una cuesti¨®n tan trascendental para nuestra econom¨ªa y para nuestra organizaci¨®n social. M¨¢s a¨²n cuando hace apenas un a?o nadie parec¨ªa muy preocupado por esta materia.
Es, ciertamente, muy espa?ol este fen¨®meno de convertir aspectos esenciales en moda. Pero la moda y las pensiones guardan otras similitudes.
El actual debate sobre las pensiones, al igual que ocurri¨® en su d¨ªa con la aparici¨®n de la moda pr¨ºt-¨¢-porter, ha de terminar modificando de forma radical y profunda la organizaci¨®n institucional y social actual. As¨ª, en el advenimiento de la moda pr¨ºt-¨¤-porter hubo quienes vieron un torrente de ideas m¨¢s o menos aprovechables. Otros incorporaron a sus talleres de costura y confecci¨®n elementos esenciales de su aportaci¨®n. Finalmente, hubo quienes adivinaron que la moda pr¨ºt-¨¢-porter hab¨ªa surgido no como compendio de nuevas ideas m¨¢s o menos radicales, sino como germen de una nueva concepci¨®n de vestir: una concepci¨®n que hizo posible una nueva industria de la confecci¨®n, nuevos canales de distribuci¨®n que llegaron a todo el mercado a precios competitivos y con productos flexibles y ajustados en cada momento. En s¨ªntesis, un nuevo sistema que vistiera por entero a todas las mujeres, y no solamente a las de determinadas capas de la poblaci¨®n.
Las pensiones, en cuanto debate, son una nueva moda pr¨ºt-¨¢-porter. De ¨¦ste debate debe surgir una nueva industria, nuevos canales de distribuci¨®n y, sobre todo, una soluci¨®n a la medida de todos los espa?oles que podr¨¢n vestir en el pr¨®ximo futuro un espl¨¦ndido traje que les garantice estar impecablemente arreglados en su edad madura.
Todo ello tiene, sin duda, mucho de revoluci¨®n, lo que suele provocar miedos seculares. Pero hacen muy mal quienes se limitan a contemplar el debate como una moda pasajera, porque no lo es. Tambi¨¦n se equivocan quienes pretenden ver, en las aportaciones recientes, solamente algunos pocos elementos positivos e innovadores que pueden f¨¢cilmente incorporarse al actual sistema sin modificarlo en lo sustancial.
La actual organizaci¨®n institucional espa?ola sobre pensiones est¨¢ sujeta a una revisi¨®n en profundidad. No es cuesti¨®n sencilla ni arbitraria. No es sencilla porque afecta a un pilar de nuestra organizaci¨®n social. Es, adem¨¢s, una necesidad urgente para ser m¨¢s eficaces y ganar estabilidad y competencia en un entorno internacional que se gu¨ªa por estos principios.
Hasta la fecha, lamentablemente, el debate sobre las pensiones s¨®lo se ha centrado, pr¨¢cticamente en exclusividad, en una discusi¨®n sobre la supervivencia del sistema p¨²blico de pensiones. Con independencia de las modificaciones y retoques que exija el sistema p¨²blico de pensiones, parecer¨ªa deseable aprovechar la experiencia y el cierto desarrollo que se ha logrado en el sistema privado de pensiones. Ello es as¨ª porque nos facilitar¨¢ un buen ejemplo en el que profundizar y apoyarse. Adicionalmente, los que estamos convencidos de la necesidad de redefinir la previsi¨®n social para la jubilaci¨®n en l¨ªnea con los principios anteriores, de la urgencia en universalizar el sistema de planes y fondos de pensiones y, finalmente, de desarrollar los mecanismos institucionales y de mercado que doten al sistema de plena estabilidad, advertimos las carencias del actual sistema complementario. Y con ello se hace m¨¢s evidente lo que ¨¦ste podr¨ªa contribuir a racionalizar el debate general sobre las pensiones y las soluciones realistas que permitir¨ªa avanzar.
Las pensiones requieren, para llegar a todos los hogares, informaci¨®n y transparencia, gesti¨®n por el mercado, una correcta definici¨®n de los derechos adquiridos o consolidados y su consagraci¨®n definitiva como pensiones complementarias. Me referir¨¦ brevemente a cada una de estas caracter¨ªsticas.
Las dotaciones para futuras pensiones, al ser fruto de una decisi¨®n individual, plasmarse en un contrato privado, consolidarse y comprometerse para el futuro, exigen informaci¨®n y transparencia. ?sta es hoy d¨ªa una cualidad muy escasa en el mercado de seguros espa?ol y en el sistema privado (no digamos ya en el p¨²blico) de pensiones. El com¨²n de los espa?oles no conoce qui¨¦nes son las principales gestoras de pensiones, qu¨¦ volumen gestionan, d¨®nde operan, cu¨¢ntos part¨ªcipes les otorgan confianza, qu¨¦ rentabilidad media obtienen, etc¨¦tera. En estas condiciones es muy dif¨ªcil, por no decir imposible, dar a conocer y extender el sistema privado de pensiones. Y la experiencia espa?ola en esta materia tiene ya suficiente historia (siete a?os) y dimensi¨®n (un bill¨®n cuatrocientos mil millones de pesetas gestionados) como para merecer un seguimiento y un conocimiento mayores.
Para universalizar el sistema, hacerlo transparente y solvente, ¨¦ste debe descansar en el mercado y estar basado en el principio de competencia. En Espa?a abundan en exceso restos de la antigua moda: dotaciones o peque?os fondos mutuos adscritos a empresas (privadas y p¨²blicas), fondos internos sujetos al desconocimiento general del mercado y, lo que es peor, de sus futuros beneficiarios, una r¨ªgida concepci¨®n de contribuciones obligatorias sin requerimientos paralelos de solvencia y transparencia. Esta moda no puede triunfar en el futuro porque, al margen de no sentar nada bien, combina mal con el resto de nuestros trajes (previsi¨®n p¨²blica, cuentas vivienda, resto del ahorro privado) y es muy poco funcional para la vida que llevamos y para la que nos espera (crecientes desplazamientos geogr¨¢ficos, de empresa, etc¨¦tera). No queremos una moda r¨ªgida, sino una moda funcional, que no descanse s¨®lo en nuestro status actual, ya que ¨¦ste puede cambiar r¨¢pidamente y nos podemos encontrar entonces hechos una facha o, lo que podr¨ªa ser m¨¢s inc¨®modo, sin ropa.
Por id¨¦nticas razones, los planes de empleo deben vincularse necesariamente a las restantes decisiones de ahorro privado y familiar, y ambos al sistema b¨¢sico. Tampoco esta caracter¨ªstica se da hoy d¨ªa en la que cada cual depende de una previsi¨®n complementaria ad hoc. Tambi¨¦n es ¨¦sta, pues, una restricci¨®n a la generalizaci¨®n y universalizaci¨®n del sistema privado.
En el esquema institucional basado en varios pilares (propio de la mayor¨ªa de los pa¨ªses desarrollados), los sistemas privados complementan a un sistema b¨¢sico (en la mayor parte de las ocasiones, exclusivamente p¨²blico). Pero, por definici¨®n, complementario es algo que "complementa o perfecciona otra cosa". Debe, por tanto, vincularse a esa "otra cosa", en nuestro caso, al sistema o pilar b¨¢sico. Por contra, nuestro actual sistema privado de pensiones no mantiene la m¨¢s m¨ªnima vinculaci¨®n con el sistema de la Seguridad Social, aspecto este de extrema gravedad por lo que se dir¨¢ a continuaci¨®n.
En efecto, limitar las aportaciones a los fondos privados (en la actualidad, a un m¨¢ximo de 750.000 pesetas o 15% de los rendimientos del trabajo) a¨ªsla al sistema privado del p¨²blico. Y as¨ª, ante una ligera reducci¨®n de las prestaciones p¨²blicas (como la que conlleva algunas de las medidas que se anuncian, como es el caso del alargamiento de los a?os de c¨®mputo de cotizaci¨®n), el espa?ol se encuentra, de facto, m¨¢s desprotegido, ya que la actual regulaci¨®n le impide complementar adicionalmente su pensi¨®n p¨²blica con mayores aportaciones al sistema privado.
Resulta, por lo dicho, necesario que ambos sistemas vinculen sus aportaciones en aras a perfeccionar el sistema y a garantizar que nuestras pensiones futuras realmente no ser¨¢n menores. Bien har¨ªan los partidos pol¨ªticos en dirigir sus preocupaciones en ese sentido porque lo que en el fondo nos interesa a todos es garantizarnos una pensi¨®n suficiente (seg¨²n las necesidades y capacidades de cada uno) para el d¨ªa de ma?ana. Y que esa necesidad, como parece evidente, la tenga cubierta el conjunto de la sociedad.
es t¨¦cnico comercial y economista del Estado.
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