Las 'guerras' de Yeltsin
La guerra de Chechenia no ser¨¢ la ¨²ltima p¨ªldora amarga que Bor¨ªs Yeltsin haga tragar a sus amigos dem¨®cratas occidentales. En los despachos del Krem1in ya se est¨¢n preparando otras, menos flagrantes, pero no menos penosas para los que se han constituido en garantes de la democracia rusa. En v¨ªsperas de la celebraci¨®n del 9 de mayo y de la cumbre Clinton-Yeltsin, al poder moscovita le gustar¨ªa decidir de una vez por todas "qui¨¦nes ser¨¢n los hombres m¨¢s ricos de Rusia durante las pr¨®ximas d¨¦cadas", seg¨²n la expresi¨®n de un editorialista de Mosc¨². Pero una decisi¨®n semejante, explica este periodista, s¨®lo tendr¨¢ valor si el pa¨ªs opta por el statu quo pol¨ªtico y renuncia a su calendario electoral. Y esto no es hablar por hablar.A comienzos de abril, el Gobierno de V¨ªktor Chernomirdin, despu¨¦s de una discusi¨®n de cuatro horas a puerta cerrada, acept¨® la oferta de un consorcio de banqueros de realizar un pr¨¦stamo al Estado ruso por varios centenares de miles de millones de rublos, con la garant¨ªa de las propiedades de dicho Estado, privatizables en 1995. Los banqueros no exigen intereses elevados por su dinero, pero quieren un derecho preferencial sobre las empresas en venta. Gracias a su pr¨¦stamo se podr¨ªa reducir el d¨¦ficit presupuestario, como pide el FMI, y piensan que la inflaci¨®n se reducir¨ªa al 1% mensual, frente al actual 18%. El proyecto seduce a los dos viceprimeros ministros responsables de Econom¨ªa, el liberal Anatoli Chubais y el conservador Oleg Soskoviets, que ven en ¨¦l la premisa de la tan esperada estabilizaci¨®n ec¨®n¨®mica del pa¨ªs.
Pero los baqueros del consorcio no son unos fil¨¢ntropos. No s¨®lo exigen garant¨ªas econ¨®micas para su dinero, sino sobre todo garant¨ªas pol¨ªticas. Porque, ?qu¨¦ valor tendr¨¢n las empresas que les ofrecen en prenda si el pr¨®ximo Parlamento anula la pol¨ªtica de privatizaci¨®n? Peor a¨²n: ?en qu¨¦ situaci¨®n se encontrar¨¢n los banqueros si el pr¨®ximo presidente ordena una investigaci¨®n sobre el origen de sus capitales fabulosos? As¨ª que los banqueros han, puesto directamente las cartas sobre la mesa: para salir de la crisis, Rusia necesita estabilidad, por lo que debe renunciar a las elecciones parlamentarias y presidenciales al menos hasta el a?o 2000. Oleg Boiko, el director general del banco y las sociedades comerciales OLBI,, fue el primero en exponer sin ambages esta doctrina. Este joven banquero de 30 a?os se jacta de tener una experiencia pol¨ªtica. , ?Acaso no le confi¨® Yegor Gaidar, a principios de 1994, la codirecci¨®n del partido Opci¨®n de Rusia? Boiko se neg¨® a seguir a Gaidar en su denuncia de la invasi¨®n de Chechenia y se separ¨® de ¨¦l. "En Rusia no se puede ser rico en contra del poder", aclar¨®. Pero, en vez de fundar otro partido favorable al poder, tuvo una idea mucho mejor: form¨® la liga suprema de los negocios rusos. Evidentemente, no se entra en ella por oposici¨®n, ni por competiciones eliminatorias, como en el f¨²tbol ingl¨¦s, sino poni¨¦ndose de acuerdo entre bastidores. As¨ª, los bancos Stolichrii, Cr¨¦dito Nacional o Menatep, pero tambi¨¦n Gasprom, el monopolio del gas, convertido en 1993 en una sociedad an¨®nima, entraron r¨¢pidamente en la liga suprema de los ocho ricos de Oleg Boiko.
Nada m¨¢s nacer, la liga hizo un gesto favorable al poder: compr¨® el 49% de las acciones de la primera cadena de la televisi¨®n rusa (Ostankino), asumiendo, naturalmente, su direcci¨®n, pero comprometi¨¦ndose a saldar las deudas y a hacerse cargo del d¨¦ficit de gesti¨®n, que corre el riesgo de ser considerable, puesto que la nueva cadena casi no difundir¨¢ publicidad. Seg¨²n el nuevo director, Sergu¨¦i Blagovolin, la publicidad enfurec¨ªa a los telespectadores al ofrecerles productos de lujo que no est¨¢n al alcance de sus bolsillos. Pero ni Oleg Boiko ni Alexandr Smolenski, del Barico Stolichni, ocultaron que realizaban esa inversi¨®n costosa para propagar su doctrina sobre la inutilidad de las elecciones y, en general, para difundir im¨¢genes m¨¢s positivas de la vida en Rusia que las que emit¨ªa Ostankino.
Despu¨¦s de aquel primer paso lleg¨® casi autom¨¢ticamente el segundo: los ocho de la liga suprema entablaron contactos con los responsables de los otros tres grandes bancos, entre los que figuran el Banco de Comercio Exterior (Vneshtorgbank) y la Caja de. Ahorros (Sberbank), que son bien conocidos desde la ¨¦poca sovi¨¦tica y disponen de fondos considerables. De forma conjunta, constituyeron este consorcio, que ofrece su dinero al Estado pr¨¢cticamente gratis, pero con la certeza de ganar mucho m¨¢s al convertirse virtualmente en los propietarios de Rusia.
Para hacer m¨¢s presentable su propuesta, la dotaron de una fachada patri¨®tica, al pretender que ¨²nicamente formaban un-n¨²cleo duro nacional que evitar¨ªa que los capitales extranjeros se adue?aran de las empresas y otras riquezas de Rusia. Su argumentaci¨®n no carece de l¨®gica: en un pa¨ªs donde el nivel de ahorro : es casi nulo, no tiene mucho sentido sacar a las bolsas las acciones de las sociedades privatizables; por otra parte, teniendo en cuenta que el d¨®lar ya ha franqueado en Mosc¨² la barrera de los 5.000 rublos, los compradores occidentales podr¨ªan adquirir esas empresas, incluidas aquellas de importancia. estrat¨¦gica, por una cantidad irrisoria. El consorcio, aunque se reserva para ¨¦l las piezas m¨¢s apetitosas, promete negociar de forma muy patri¨®tica con los extranjeros para obtener de ellos un buen precio por cada bien en venta.
Eso suena bien para los hombres del Kremlin, pero no convence demasiado a aquellos que no est¨¢n vinculados al poder actual. Estos ¨²ltimos, empezando por Yuri Skokov, presidente de la asociaci¨®n de empresarios rusos, est¨¢n a favor de las elecciones y contra los trapicheos de los amigos de Bor¨ªs Yeltsin. Yuri Skokov, de 57 a?os, es un posible candidato a la presidencia de Rusia, y el mes pasado recibi¨® un apoyo apreciable del muy popular general Alexandr Lebed. Pero tambi¨¦n existe una oposici¨®n al consorcio no menos resuelta en las provincias, sobre -todo en Siberia, donde ya funciona una Asociaci¨®n Interregional de Cooperaci¨®n Econ¨®mica que no acepta los ucases de Mosc¨². Hay que saber que los bancos de la capital ni siquiera tienen sucursales en las 19 regiones siberianas, y que all¨ª se ignora incluso la existencia de Oleg Boiko. En la reciente reuni¨®n de la asociaci¨®n en Omsk, uno de sus dirigentes dijo supuestamente: "Los banqueros de Mosc¨² quieren privatizar la presidencia de la Rep¨²blica, lo que demuestra, que nuestro Estado no vale mucho en la actualidad. Pero que no vengan a meter sus narices aqu¨ª: nosotros no nos vendemos". En estas condiciones, ?de qu¨¦ valen los acuerdos concluidos entre el Gobierno de V¨ªktor Chernomirdin y el consorcio de los superricos de Rusia?
La respuesta depender¨¢, en definitiva, de Bor¨ªs Yeltsin. Los sondeos de opini¨®n le son tan desfavorables (s¨®lo un 6% le apoya) que no tiene ninguna posibilidad de ganar ning¨²n tipo de elecciones, parlamentarias o presidenciales. Pero el descontento popular, muy evidente en esos mismos sondeos (el 88% de los encuestados no cree que su situaci¨®n pueda mejorar) tampoco se traduce en movimientos pol¨ªticos o sociales apreciables.
"La sociedad rusa est¨¢ fragmentada y cansada; exige un Gobierno fuerte -una mano de hierro, pero no hace nada para conseguirlo, y probablemente no est¨¢ dispuesta a obedecerlo", afirman amargamente los soci¨®logos. En esas condiciones, es probable que la liga suprema y el consorcio triunfen y que Yeltsin posponga las elecciones hasta el a?o 2000. "Es un asunto interno", dir¨¢n una vez m¨¢s sus amigos y protectores occidentales. La elecci¨®n, seg¨²n el joven multimillonario Oleg Boiko, es entre "el capitalismo y la democracia"; en su opini¨®n, Rusia no puede tener ambas cosas a la vez. En el fondo, ?acaso no se piensa lo mismo en Washington y en Berl¨ªn?
es periodista franc¨¦s especializado en cuestiones del Este.
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