Esp¨ªas en evidencia

EL CASO del contrabando de plutonio desvelado en Alemania en agosto de 1994 se ha convertido, gracias a revelaciones period¨ªsticas, en un esc¨¢ndalo que ha puesto en evidencia a los servicios secretos alemanes sobre todo, pero en cierta medida tambi¨¦n a los de Espa?a. El 10 de agosto del pasado a?o, la polic¨ªa alemana detuvo en M¨²nich, con no poco aparato propagand¨ªstico, a dos modestos empresarios espa?oles, Javier Bengoechea y Julio Oroz, y a un colombiano, Justiniano Torres, acusados de intentar vender en este pa¨ªs material -hasta cuatro kilos de plutonio- apto para fabricar armas nucleares.Las evidencias que obran en poder de los servicios policiales alemanes parecen irrefutables. A Torres se le ocupo en el aeropuerto de M¨²nich una muestra de 363 gramos de plutonio cuando intentaba introducirlo en Alemania en un vuelo procedente de Mosc¨². Sus contactos con Bengoechea y Oroz parecen probados mediante fotograf¨ªas y grabaciones. La historia, sin embargo, se ha complicado a medida que se han conocido los detalles de la investigaci¨®n.

Seg¨²n el semanario Der Spiegel, la operaci¨®n de contrabando fue un gran montaje de los servicios de informaci¨®n alemanes que comenz¨® en Madrid. En la capital espa?ola, seg¨²n el semanario, un colaborador espa?ol de los servicios secretos alemanes, apodado Rafa, junto con otro espa?ol, Jos¨¦ Fern¨¢ndez Mart¨ªn, y un ciudadano alem¨¢n que responde al alias de Roberto, hicieron correr el aviso de que estaban interesados en adquirir plutonio. El anzuelo lo mordieron dos empresarios con dificultades econ¨®micas -Bengoechea y Oroz- dispuestos a ganar dinero a toda costa. Los vendedores de plutonio fueron detenidos. Sin embargo, los supuestos compradores, encabezados por Rafa, no tuvieron dificultades para salir de Alemania. La conclusi¨®n de la prensa de ese pa¨ªs es que todo fue un montaje de los servicios secretos germanos para justificar su labor tras el fin de la guerra fr¨ªa. Tambi¨¦n, para presionar a Rusia a aumentar los controles sobre la industria nuclear tras la disgregaci¨®n de la antigua URSS.

El esc¨¢ndalo ha acabado por salpicar a Espa?a. El supuesto colaborador de los servicios alemanes ha resultado ser un guardia civil en situaci¨®n de reserva activa, condecorado, y del que se sabe que ha gozado siempre de una amplia capacidad de maniobra en su trabajo como miembro de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado. ?Conoc¨ªan los servicios secretos espa?oles la relaci¨®n de un miembro de los cuerpos policiales con una potencia extranjera, aunque amiga?

La versi¨®n oficial del Ministerio de Defensa, del que depende el servicio secreto espa?ol, el Cesid, es que ellos nada han tenido que ver en el caso. Ni por acci¨®n ni por omisi¨®n. A?ade que la ¨²nica informaci¨®n de que disponen sobre el caso fue la que proporcionaron los servicios alemanes tras la detenci¨®n de los espa?oles en M¨²nich. Aun sin dudar de tal versi¨®n, la conclusi¨®n es estremecedora: los servicios de informaci¨®n fueron incapaces de detectar que un miembro cualificado de la Guardia Civil sosten¨ªa reuniones para trasladar por medio mundo material radiactivo muy peligroso. A la vista de esa conclusi¨®n surgen otras preguntas: por ejemplo, la de c¨®mo es posible que un servicio secreto enga?e al de un pa¨ªs aliado; pero tambi¨¦n qu¨¦ coordinaci¨®n existe entre el Cesid y los servicios policiales espa?oles y qu¨¦ medidas se han adoptado para evitar que algo similar vuelva a suceder.