Trato
?De qu¨¦ se trata en estas pr¨®ximas elecciones: de elegir administradores municipales y auton¨®micos o de juzgar a sus partidos pol¨ªticos? Seg¨²n cierta propaganda gubernamental, s¨®lo se trata de una pura gesti¨®n t¨¦cnica, para lo que nada m¨¢s cuentan las personas que vayamos a situar al frente de las instituciones locales: una cuesti¨®n no tanto pol¨ªtica como de mera eficacia instrumental, que ata?er¨ªa fundamentalmente al inter¨¦s de nuestros bolsillos. Y seg¨²n esta l¨ªnea argumental, los socialistas vienen a proponernos el siguiente trato: aunque os parezcamos moralmente deslegitimados, deb¨¦is seguir eligi¨¦ndonos porque somos mejores gestores que la derecha y protegeremos mucho mejor vuestros intereses materiales inmediatos.Pero, puesto que un trato as¨ª resulta fundamentalmente econ¨®mico (pura transacci¨®n comercial del tipo do ut des), ?Podemos volver a fiamos de ellos, confiando en que cumplir¨¢n los tratos, o estamos. demasiado escarmentados para eso, dada la todav¨ªa no desmentida fama de tramposos y corruptos que se han ganado? Pues, adem¨¢s, este tipo de trato que nos proponen, ?acaso -no recuerda demasiado a la compra del voto subsidiado? ?Pretenden que miremos para otro lado y, s¨®lo por conveniencia, nos hagamos c¨®mplices de su impunidad? ?Esperan que les reelijamos porque nos interesa materialmente a pesar de que moralmente no deber¨ªamos hacerlo?
Por lo dem¨¢s, este trato economicista que nos ofrecen se contradice flagrantemente con los argumentos politizados con que lo acompa?an. Pues no s¨®lo nos dicen os interesa votarnos, sino que a?aden: deb¨¦is parar a la derecha (adob¨¢ndolo con impresentables insultos que apelan a la visceralidad antifranquista). Pero ambos extremos resultan incompatibles entre s¨ª: ?qu¨¦ tiene que ver el ?no pasar¨¢n! y la lucha de clases con la gesti¨®n t¨¦cnica de la administraci¨®n local? Pues adem¨¢s, al margen de lo miserable de la maniobra (dado que resulta ruin recurrir a los fantasmas de la Guerra Civil), el hecho es que quien, como yo, elija votar contra, la derecha (lo que, desde luego, resulta perfectamente leg¨ªtimo, incluso aunque fuera en contra del inter¨¦s municipal), no por ello est¨¢ forzosamente obligado a caer en el voto sucio, pues para eso tan ¨²til es el voto a IU (que es un voto limpio) como el vot¨® al PSOE. Claro que, puestos a elegir un voto de castigo, ?acaso se puede optar por IU, visto el irracionalismo de su l¨ªder, el irrealismo de su programa y el machismo estalinista con que ha defenestrado a sus mejores candidatas?En fin, el partido socialista todav¨ªa completa su oferta de trato con otro contradictorio adorno. Adem¨¢s del voto ¨²til y del voto del miedo, tambi¨¦n nos pide, precisamente ahora, el voto moral, rog¨¢ndonos humildemente que, por piedad, no le abandonemos ni traicionemos en su peor momento, cuando arrecian las dificultades de todo tipo. Hay que reconocer que esta ret¨®rica de las causas perdidas puede ser eficaz con las electoras m¨¢s novelescas o rom¨¢nticas, pero desde el punto de vista del carisma resulta suicida, pues en pol¨ªtica s¨®lo se aprecia a los m¨¢s fuertes o m¨¢s duros y a los perdedores se les despide como a Boabdil en su deserci¨®n de Granada.
Pero esta apelaci¨®n al voto piadoso no s¨®lo resulta pat¨¦tica, sino que, adem¨¢s, es falaz. No se trata de que quienes optemos por el voto de castigo les estemos abandonando como las ratas al barco que se hunde. Es que, por el contrario, han sido ellos, los socialistas, quienes nos han traicionado a nosotros, sus electores, al eludir su responsabilidad pol¨ªtica incumpliendo sus promesas de cambio sobre el cambio. Porque, vamos a ver, ?qui¨¦n es m¨¢s desertor de su causa: el pol¨ªtico que no cumple su deber de dar la cara o su votante que le pide cuentas en las urnas? Pues, adem¨¢s, los socialistas no se pueden hacer precisamente los m¨¢rtires: ?qui¨¦nes, m¨¢s que ellos, son los responsables (es decir, los causantes y no las v¨ªctimas) de las dificultades (Filesa, los GAL, etc¨¦tera) por las que atraviesan?
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.