?Ay, pena, penita, pena!
Los del New York Times, por una vez, ten¨ªan raz¨®n. Cuando Lola Flores debut¨® en Nueva York escribieron que ni bailaba como una gran bailaora, ni cantaba como una gran cantaora, pero hab¨ªa que verla. Eran los tiempos en que los medios de comunicaci¨®n espa?oles hablaban de la Lola de Espa?a, desde la m¨¢s total carencia de productos de exportaci¨®n. Por no haberlos, ni siquiera hab¨ªa fraguado todav¨ªa el Real Madrid de Di St¨¦fano y por un gol que Zarra le marcara a Inglaterra creci¨® en cinco cent¨ªmetros la estatura media del espa?ol demasiado medio. La asociaci¨®n entre Lola Flores, las folcl¨®ricas y el franquismo viene de los a?os cincuenta, cuando aquellas hembras se dejaban fotografiar de cuatro en cuatro junto a su excelencia, por unos momentos escapado del palio protector y refugiado bajo las batas de cola de aquellas mozas, en Agfa Color, que no llegaba el presupuesto nacional-cat¨®lico ni para el tecnicolor.Cada una de ellas ten¨ªa su cosa. Carmen Sevilla era la novia de Espa?a y aunque la propaganda trataba de llamarla tambi¨¦n la Carmen de Espa?a, era demasiado muchacha y ang¨¦lica como para dar el personaje, En cambio, la Lola era mucha Lola. Era la primera Lola de Espa?a, la quinta de Alemania y lo que le echaran, un delantero centro de la canci¨®n y el baile a la manera del Belauste aquel que gritara: "?A m¨ª, Sabino, que los arrollo!". Bailaba y cantaba apoder¨¢ndose del espacio y del aire, como si se anexionaran el uno y el otro en nombre del duende o del lerele; como se apoderaba del espectador m¨¢s desganado, porque la Lola se lo llevaba culebreando con la bata de cola, mientras la heterodoxa percusi¨®n de su zapateado le nac¨ªa de una m¨²sica secreta que la hab¨ªa impulsado desde la pobreza al caudillaje del folclorismo.
Toda ella era expresividad y personalidad, tan lejos de cualquier canon, que o la tomabas o la dejabas. Era una excepcional decidora de la canci¨®n y el verso, como lo hab¨ªa sido la Piquer, pero as¨ª como la valenciana parec¨ªa una licenciada en canci¨®n espa?ola por la Universidad de Salamanca, Lola era la explosi¨®n autodidacta del hijo del pueblo que sabe se juega su futuro si no convence a los se?oritos. Su biograf¨ªa fue tormentosa en amores hasta que se cas¨® con un gitano catal¨¢n que puso en su vida flema mediterr¨¢nea y una familia. Estrella del espect¨¢culo desde la pubertad hasta la muerte, no fue menos estelar su dise?o de Madre Coraje, dispuesta a llevar adelante a sus hijos, a salvarles de la dificultad de ser hijos nada menos que de la primera Lola de Espa?a y quinta de Alemania. A pesar de las corn¨¢s que da la vida, Lola consigui¨® triunfar en cuanto se lo propuso e incluso vi vi¨® para presenciar el triunfo d¨¦ sus churumbeles, desde la tenaz Lolita al inspirado Antonio, un excelente letrista, pasando por Rosario, que ya no le va lo de Rosariyo. No creo que tuviera otro objetivo en los ¨²ltimos a?os de su vida que empujar el despegue de sus cr¨ªas, con la misma fuerza vital con la que ella se ha b¨ªa salvado de la miseria de la posguerra y de las miserias de aquellos escenarios llenos de su pervivientes fagocitados por la situaci¨®n.
Su punto culminante lo marc¨® el ¨¦xito de ?Pena, penita, pena! en el encuentro entre su carrera de devoradora de futbolistas famosos y cantantes flamencos percherones y su conversi¨®n en se?ora de Gonz¨¢lez. Recuerdo que la canci¨®n Piel canela se convirti¨® casi en una definici¨®n de Lola Flores, y cuando tuve la ocasi¨®n de preguntarle si la hab¨ªan compuesto a su medida, confes¨® sinceramente que no, que la canci¨®n la habr¨ªa inspirado probablemente otra mujer. Pero Lola se apoder¨® de ella porque se lo ped¨ªa el cuerpo y la piel, rigurosamente canela. Creo que jam¨¢s supe si me gustaba o no me gustaba, pero siempre tuve muy claro que, hiciera lo que hiciera , hab¨ªa que verla.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.