La 'pasionaria' del 'interior'
Llevaba escondidos, en su peque?o cuerpo, un trueno, una tormenta, un volc¨¢n y un estallido que pod¨ªan hacer explosi¨®n en cualquier momento. En su interior tambi¨¦n se pueden encontrar los misterios de un pueblo que canta despu¨¦s de la batalla y que baila como si lo empujara un ej¨¦rcito de guerrilleros.En la plaza de Col¨®n est¨¢ el pueblo despidiendo a la pasionaria del interior. Han pasado seis a?os de la muerte de la otra Dolores, la otra Pasionaria, y esta Lola es, ahora, la heredera de aquella forma de nombrar la admiraci¨®n m¨¢s all¨¢ de la raz¨®n. Sus pasiones, tan diferentes en vida, las unen en la muerte. Las dos se confundieron con sus dictaduras pero se unieron en su pueblo. Las dos fueron mujeres libres. Una fue realista hasta el error; la otra, surrealista hasta en la omisi¨®n.
Consigui¨® ser libre en un pa¨ªs que no permit¨ªa libertades. Se permiti¨® el lujo de ser incorrecta en casi todo y no ser perseguida por sus ideas, por su vida, por sus amores, por su lenguaje, por su manera de cantar, de beber, de fumar o de hacer dinero sin contar con Hacienda.
Un pa¨ªs como ¨¦ste no tiene capacidad de soportar a dos pasionarias en el mismo tiempo. Una se tuvo que ir al exilio, una perdi¨® para que la otra pudiera ganar su propia guerra. Lola vivi¨® la guerra disimulando que los suyos hab¨ªan perdido, que a un t¨ªo suyo le hab¨ªan matado los franquistas y que en la taberna jerezana de su padre, El Comino, se brindaba m¨¢s por la Rep¨²blica que por los se?oritos que la quisieron hacer de los suyos. Lola se dejaba halagar, pero siempre eligi¨® a los que quer¨ªa.
Ha muerto una seductora. La ¨²nica vulgaridad la ha cometido con su muerte, ha conseguido que todos la quieran. Excesiva hasta para morir.
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