Desde Ibiza con candor
Los envidiados periodistas de la caravana volaban en la ma?ana de ayer de Badajoz a Palma de Mallorca para seguir a Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, del que han hecho su particular Jesul¨ªn de Ubrique. Ibiza y Mah¨®n fueron consideradas plazas menores y se quiso ahorrar fatigas a los enviados especiales concentr¨¢ndoles en la deslumbradora bah¨ªa palmesana. Hasta Ibiza era imposible desplazar a tiempo todo el montaje escenogr¨¢fico ni los vatios de potencia que producen el aturdimiento sonoro de la megafon¨ªa de alquiler. En la capital de las Pitiusas, las columnas de iluminaci¨®n, capaces de subrayar con sus destellos los ¨¦nfasis discursivos que reclaman aplausos, carec¨ªan de sentido en una competici¨®n desigual con el sol radiante y sin contrastes de la isla con mayor renta per c¨¢pita del archipi¨¦lago balear y de todo el Mediterr¨¢neo.Se ve¨ªa bien a las claras que tanto el tabladillo alzado en la ibicenca plaza del Parque como el decorado que le serv¨ªa de respaldo eran obra de la pundonorosa artesan¨ªa local, atenta para reproducir en esta ocasi¨®n con toda fidelidad la iconograf¨ªa corporativa caracter¨ªstica de la campa?a. No "eran las seis de la ma?ana", pregonadas en el merengue de Juan Luis Guerra, furor de madrugada veraniego en las macrodiscotecas compartidas por el l¨ªder isle?o del PP, Abel Matutes, con su entonces inseparable Txiki Benegas, a la saz¨®n n¨²mero tres del PSOE. El mitin anunciado del l¨ªder nacional del PP se ofrec¨ªa a la una de la tarde como un festival para los periodistas locales, quienes por esta vez har¨ªan su trabajo sin ser suplantados por los privilegiados de la caravana.
Los sherpas del lugar, como Joan Cerd¨¢, se?alaban el contraste entre la gente concentrada en ese mismo sitio en la anterior ocasi¨®n, cuando las elecciones europeas, y los que acudieron ayer, apenas un millar. Pero nada iguala los espacios al aire libre con estimulantes oportunidades. As¨ª, al fondo del rect¨¢ngulo ajardinado, los clientes de una terraza atacaban el aperitivo sin desatender el mitin. Lo abr¨ªa Abel Matutes, reaparecido despu¨¦s de una fuerte abstinencia de comparecencias p¨²blicas, dirigiendo una salutaci¨®n a Jos¨¦ Mar¨ªa. As¨ª le saludaron tambi¨¦n los l¨ªderes locales y auton¨®micos en el mitin del lunes en Vigo. Porque en la aceleraci¨®n de la campa?a ha terminado por imponerse esta terminolog¨ªa. Es un ?Jos¨¦ Mar¨ªa! escueto al que nada antecede. Se han eliminado denominaciones previas, como la de presidente, y, por supuesto, nadie se dirige a ¨¦l llam¨¢ndole compa?ero -eso queda para los socialistas- ni mucho menos camarada, apelativo que compartieron comunistas y falangistas y que apenas mantiene ahora Julio Anguita. Pero Abel, que defini¨® la sardina como una ballena pasada por los socialistas, no fue correspondido por Aznar. El presidente popular, en su turno, mencion¨® a todos los oradores -candidatos a alcalde, Enrique Fajan¨¦s Ribas; a presidente del Consell Insular, Antoni Mar¨ª Calbet, y al Govern Balear, Gabriel Ca?ellas-, pero omiti¨® cualquier referencia al telonero que encabez¨® la lista al Parlamento Europeo y logr¨® la primera victoria para el PP en unas elecciones de ¨¢mbito estatal. Sabiendo c¨®mo se miden al mil¨ªmetro las menciones y los silencios, ayer, en Ibiza, no se hablaba de otra cosa y cund¨ªan las m¨¢s diversas interpretaciones. ?Por qu¨¦ han retirado a Abel Matutes de la circulaci¨®n, releg¨¢ndole a la oscuridad de Estrasburgo, donde dicen que acaba de presentar un informe sobre la segunda fase de la pol¨ªtica exterior y de defensa tan acertado como escondido?
El evangelio democr¨¢tico del PP est¨¢ cercano en sus enunciados al paradigma cristiano de ofrecer la otra mejilla y devolver bien por mal y mansedumbre por insulto. Pero propicia, como ya les sucediera a los socialistas, la idea de que sus gentes son de otra pasta. Impulsa la teor¨ªa de la raya, seg¨²n la cual hasta donde llega el PP llega la prosperidad y el acierto y all¨ª justo donde termina empieza la incuria y la basura. Aqu¨ª, en Baleares, donde el PP gobierna sin discusi¨®n a todos los niveles, ha faltado alg¨²n peque?o detalle de insatisfacci¨®n autocr¨ªtica.
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