Chirac: "Me siento depositario de una esperanza"
El sucesor de Mitterrand como presidente de Francia nombra primer ministro a Alain Jupp¨¦
Jacques Chirac es, desde ayer a mediod¨ªa, el quinto presidente de la V Rep¨²blica Francesa. El l¨ªder gaullista lleg¨® a las 11.00 al palacio del El¨ªseo, donde fue recibido, en la misma escalinata, por Fran?ois Mitterrand. Los dos hombres se saludaron cordialmente, para dar testimonio de la "transici¨®n dulce" que ambos hab¨ªan organizado, y se reunieron en privado durante una hora. Ya proclamado y sabedor de los c¨®digos de lanzamiento del arma at¨®mica, s¨ªmbolo puro del poder, Chirac prometi¨® en su primer discurso presidencial que su mandato discurrir¨ªa "bajo el signo de la fidelidad a los valores esenciales de la Rep¨²blica". "Me siento depositario de una esperanza", afirm¨®. S primer nombramiento fue el de Alain Jupp¨¦ como jefe de Gobierno.
El gran d¨ªa de Jacques Chirac amaneci¨® temprano. Sin avisar a nadie, acudi¨® a Colombey para depositar un ramo de flores sobre la tumba del general Charles de Gaulle. S¨®lo unos cuantos agricultores que vieron descender el helic¨®ptero de Chirac asistieron al homenaje.Ya de vuelta al Ayuntamiento de Par¨ªs, comenz¨® el programa oficial. El presidente electo abandon¨® la alcald¨ªa, a la que renunci¨® el lunes, igual que a su esca?o de diputado, a bordo del viejo Citro?n CX con matr¨ªcula de su terru?o de Corr¨¨ze. Sin otra escolta que un coche de polic¨ªa y varios motoristas, y respetando siempre los sem¨¢foros en rojo, Chirac se dirigi¨® a trav¨¦s de la calle de Rivoli hacia el palacio del El¨ªseo.
Mitterrand le esper¨® en la escalinata, sobre la alfombra roja de las grandes ocasiones. Ambos hombres se saludaron calurosamente. Fue el encuentro de dos grandes perdedores coronados por el ¨¦xito. Ambos necesitaron tres intentos para alcanzar la presidencia, ambos crearon sendos partidos para sostener sus ambiciones, ambos fueron acusados de volubilidad ideol¨®gica, y ambos recibieron m¨¢s de una vez la extremaunci¨®n pol¨ªtica. Ayer, bajo la llovizna que abrillantaba la piedra del palacio, parecieron reconocerse el uno al otro.
Quer¨ªan una "transici¨®n dulce", sin la aspereza que caracteriz¨® el relevo entre Val¨¦ry Giscard d'Estaing y el propio Mitterrand. Charles de Gaulle dimiti¨® en 1969, Georges Pompidou muri¨® en 1974, Mitterrand se sucedi¨® a s¨ª mismo en 1988. No hab¨ªa otro precedente hist¨®rico que el de 1981, cuando Giscard, que protagoniz¨® una teatral despedida en televisi¨®n, acogi¨® fr¨ªamente a su sucesor y, tras un breve encuentro, abandon¨® a pie el palacio del El¨ªseo entre los abucheos de un grupo de mitterrandistas.
Esta vez todo fueron atenciones. Chirac y Mitterrand se encerraron a solas durante una hora, y el primero recibi¨® los atributos del poder en la Rep¨²blica Francesa: los c¨®digos que autorizan el lanzamiento de los misiles nucleares y los secretos de Estado. Dada la duraci¨®n de la entrevista, tal vez recibi¨® tambi¨¦n alg¨²n consejo.
Despu¨¦s de la reuni¨®n, Mitterrand descendi¨® por ¨²ltima vez la escalinata presidencial. Su esposa Danielle le esperaba en el coche oficial desde hac¨ªa unos minutos. Ambos partieron hacia la sede del Partido Socialista, fianqueados por una peque?a multitud en la que se mezclaban chiraquistas y mitterrandistas: unos abuchearon, otros lanzaron rosas al paso del autom¨®vil. No hubo tensiones graves.
Mientras los Mitterrand se iban, el presidente electo Chirac hac¨ªa su entrada en el gran Sal¨®n de Fiestas donde hab¨ªa de ser proclamado. Roland Dumas, presidente del Consejo Constitucional y uno de los pocos amigos personales de Mitterrand, pronunci¨® un breve parlamento en el que se congratul¨® de la eficacia y suavidad con que se estaba produciendo el traspaso de poderes, y ley¨® un texto en el que se constataba que el 7 de mayo de 1995, con 15.763.027 votos, Chirac hab¨ªa obtenido la necesaria mayor¨ªa absoluta.
"El 13 de mayo", prosigui¨® Dumas, "atendiendo a ese resultado, el Consejo Constitucional os proclam¨® presidente de la Rep¨²blica Francesa a partir del momento del cese de funciones de Fran?ois Mitterrand. Esa proclamaci¨®n, de cuyo texto le hago entrega personalmente, toma efecto en este instante particularmente solenme".
Sonaron los 21 ca?onazos rituales. Ya estaba. Jacques Chirac, de 62 a?os, acababa de convertirse en el quinto presidente de la V Rep¨²blica. El centenar de personas presentes en el sal¨®n entre altos cargos del Estado, embajadores y personalidades, tribut¨® un aplauso. ?douard Balladur, candidato derrotado, primer ministro cesante, pol¨ªtico de futuro incierto, manten¨ªa un rictus que aspiraba a sonrisa. ?En qu¨¦ estar¨ªa pensando? Cerca de ¨¦l asomaba, exultante, Alain Jupp¨¦, sucesor de Balladur a las pocas horas.
Estilo gaullista
Chirac, visiblemente emocionado, pronunci¨® entonces su primer discurso como presidente. "Me siento depositario de un esperanza", comenz¨®. Se comprometi¨® a "renovar el pacto republicano entre los franceses" a defender la imparcialidad del Estado, y anunci¨® que intentan volver al estilo institucional gaullista, cuando el inquilino del El¨ªseo permanec¨ªa muy por encima de las decisiones cotidianas: "El presidente arbitrar¨¢, fijar¨¢ las grandes orientaciones, asegurar¨¢ la unidad de la naci¨®n, preservar¨¢ su independencia. El Gobierno conducir¨¢ la pol¨ªtica de la naci¨®n. El Parlamento har¨¢ la ley y controlar¨¢ la acci¨®n gubernamental".
Hizo un breve a homenaje Mitterrand, "que ha dejado impronta", y confi¨® en que, al t¨¦rmino de su mandato, los franceses aprecien "que hubo efectivamente un cambio". Por ¨²ltimo, prometi¨® que el empleo ser¨ªa su "preocupaci¨®n de todos los instantes".
Paseo triunfal y primer d¨ªa de trabajo
El gran d¨ªa de Jacques Chirac tuvo su mejor momento por la tarde, cuando enfil¨® triunfalmente la avenida de los Campos El¨ªseos, a bordo de un Maseratti descapotable y rodeado por una espectacular escolta de motoristas. Ces¨® la lluvia, sali¨® el sol y resplandeci¨® la "avenida m¨¢s bella del mundo". Una multitud vitore¨® al nuevo presidente, de pie en el autom¨®vil, despeinado al viento, feliz, ya sin la formalidad y la emoci¨®n de la ceremonia oficial matutina.Una vez llegado al Arco de Triunfo, el nuevo presidente de los franceses salud¨® efusivamente a una comisi¨®n de veteranos de guerra, deposit¨® una corona de flores sobre la tumba del soldado desconocido y reaviv¨® la llama perenne sobre la l¨¢pida.
Fue una ceremonia m¨¢s sencilla que la protagonizada en el Pante¨®n por Fran?ois Mitterrand en 1981 cuando fue elegido presidente por primera vez. Tras el acto, brev¨ªsimo, Chirac se dej¨® llevar por sus impulsos y, rompiendo el nudo policial, se acerc¨® al p¨²blico que rodeaba el monumento. Fue un esperado ba?o de multitudes en una jornada de rigideces protocolarias.
Cita en el El¨ªseo
Antes del paseo triunfal y la ceremonia ante la tumba, Jacques Chirac hab¨ªa almorzado. en el comedor privado del Palacio del El¨ªseo con los presidentes de la Asamblea Nacional, Philippe S¨¦guin, y del Senado, Ren¨¦ Monory, acompa?ados de sus esposas. Cuando el descapotable volvi¨® al palacio, el presidente empez¨® a trabajar.
Le esperaba una cita con el ministro de Asuntos Exteriores en el anterior Gobierno de ?douard Balladur, Alain Jupp¨¦, al que hab¨ªa de nombrar primer ministro unas horas despu¨¦s, a las 20.25 exactamente, mediante un escueto comunicado oficial. Ambos dedicaron la tarde a rematar los ¨²ltimos detalles de la composici¨®n del nuevo Gabinete, el llamado gobierno del cambio, y a preparar la primera gran cita internacional del presidente Chirac, con el canciller alem¨¢n Helmut Kohl, hoy en Estrasburgo.
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