El quinto de la V
EL QUINTO presidente de la V Rep¨²blica francesa tiene ya su primer Gobierno. Jacques Chirac, que el d¨ªa anterior hab¨ªa nombrado jefe del nuevo Gabinete al secretario del partido gaullista (RPR), Alain Jupp¨¦, daba su visto bueno ayer a la lista de 26 nuevos ministros, dos ministros delegados y 12 secretarios de Estado. En una selecci¨®n en la que no ha saltado la sorpresa, las primeras noticias son buenas para Europa.Los ministros de Exteriores, Herv¨¦ de Charette; de Defensa, Charles Millon, y de Econom¨ªa, Alain Madelin, son todos europe¨ªstas convencidos, seguidores de Val¨¦ry Giscard d'Estaing y miembros de su propio partido, el Republicano. Con un equipo as¨ª, el presidente Chirac no deber¨ªa sentir la necesidad perentoria de celebrar el refer¨¦ndum sobre la uni¨®n econ¨®mica y monetaria de la UE, como vagamente hab¨ªa prometido en la campa?a.
La necesidad de guardar un cierto equilibrio entre las dos grandes formaciones pol¨ªticas de la mayor¨ªa conservadora, el gaullista del propio Chirac y la federaci¨®n de agrupaciones pol¨ªticas s¨®lo nominalmente dirigida por Giscard (UDF), ha dado 14 ministerios al RPR y 12 a la otra derecha. Pero, en realidad, se trata de un Gabinete perfectamente controlado por la presidencia y su representante en el hotel Matignon (jefatura del Gobierno). Los hombres de Giscard, adem¨¢s de europe¨ªstas son, en su gran mayor¨ªa, de los que claramente se decantaron por Chirac en la carrera al El¨ªseo, contradiciendo incluso la t¨®nica general de la mayor¨ªa de los partidos de la coalici¨®n giscardiana.
Por lo dem¨¢s, los hombres del RPR son chiraquianos convencidos, de forma que se han venido abajo las teor¨ªas avanzadas en ocasiones de que el presidente deber¨ªa contar con las huestes de ?douard Balladur, el candidato gaullista perdedor, para asegurarse una clara gobernabilidad. El balladurismo puede darse por virtualmente desaparecido del escenario pol¨ªtico franc¨¦s. Hoy no hay m¨¢s gaullismo que el de Jacques Chirac, y los que han pagado los platos rotos han sido, aparte del propio Balladur, el antiguo ministro del Interior, Charles Pasqua, al que tardaremos en ver con una cartera ministerial bajo el brazo, y Nicolas Sarkozy, el gran inspirador de la pugna electoral del antiguo primer ministro.
De acuerdo con ello, en Interior, otra de las grandes carteras, aparece Jean-Louis Debr¨¦, siempre al lado de Chirac en la campa?a e hijo de un gran gaullista hist¨®rico, Michel Debr¨¦, que fue el primer jefe de Gobierno del general De Gaulle en los tiempos fundacionales de 1958-1959. M¨¢s legitimidad, imposible.
Este primer Gabinete es claro, decisivo -no ha dejado fuera a Madelin, pese a que puede ser procesado por una filesa del partido de Giscard- con doce mujeres, formado por un personal que sabe que los primeros 100 d¨ªas pueden ser esenciales. En ese tiempo, el equipo de Jupp¨¦, al que Chirac ha prometido dar una gran autonom¨ªa de movimientos, dentro de las grandes orientaciones que ¨¦l mismo establezca, tiene que dar pruebas fehacientes de la voluntad de cambio. Mejora del empleo, aumento salarial, formaci¨®n profesional de la juventud, planes de reforma fiscal, y todo ello, sin acrecentar el gasto p¨²blico. La apuesta no es sencilla.
De otro lado, Francia concluye a fin de junio su semestre de presidencia de la Uni¨®n Europea, cuyo testigo entregar¨¢ a Espa?a. No parece imprescindible que haya grandes iniciativas en preparaci¨®n en ese sentido, por la premura de tiempo, de un lado, pero sobre todo, porque el calendario de reforma es intensamente nacional. Pero eso ya es positivo. Chirac no va a jugar con la construcci¨®n europea para calmar ning¨²n nacionalismo casero. Callado, de momento, est¨¢ mejor.
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