Ni sombra de p¨¢nico en el nido del monstruo
En Kikwit, donde surgi¨® el brote, se asegura que la epidemia ha remitido
Desde el aire, nada hace pensar que Kikwit albergue un monstruo biol¨®gico: casas techadas de hojalata, avenidas de tierra batida y palmeras entre huertos de labranza como en otras muchas villas y ciudades del interior de Zaire. A medida que uno se adentra en la poblaci¨®n, habitada por casi 400.000 almas, se da cuenta de que lo que se vislumbraba desde la, avioneta no era un espejismo. Ni sombra de p¨¢nico entre los miles de vendedores que ofrecen jab¨®n, tabaco, legumbres o gasolina en frascos de champ¨² al borde del camino. A la ca¨ªda de la tarde, la gente de Kikwit charla a la puerta de sus casas mientras sus hijos haraganean en la hierba o juegan al f¨²tbol ajenos a los tres infectados del mort¨ªfero virus Ebola que luchan entre la vida y la muerte en el hospital general, y a los tres mil vecinos que emprendieron la huida y tratan de quebrar la ¨²ltima barrera militar a 100 kil¨®metros de la capital, Kinshasa."El virus remite y no creemos que vaya a haber un rebrote fuerte porque hemos tomado las precauciones necesarias".Tampoco hay p¨¢nico en el precario hospital general de Kikwit, donde personal de la Cruz Roja y voluntarios lavan sus botas con una soluci¨®n qu¨ªmica y descansan de una nueva jornada de lucha contra el virus. El responsable del hospital, el m¨¦dico militar Ren¨¦ Katuiki, es optimista. Cree que ha habido mucho sensacionalismo. "Hasta ahora son 90 los muertos en un mes. Acaba de morir un enfermero, la ¨²nica v¨ªctima mortal del d¨ªa. En el pabell¨®n 3, donde se encuentran los ¨²nicos enfermos que padecen Ebola sin ninguna duda, quedan tres pacientes que est¨¢n siendo tratados a vida o muerte, y en el pabell¨®n 2 hay nueve de los que no sabemos si padecen la enfermedad, pero est¨¢n en observaci¨®n porque tuvieron contacto con los infectados y tienen algunos s¨ªntomas".
Tentar la suerte
En Kinshasa, mientras tanto, Ilefo Boleko no est¨¢ dispuesta a tentar a la suerte una vez m¨¢s. Hace casi 20 a?os fue una de las enfermeras que trat¨® a dos monjas y un sacerdote contagiados en el primer brote de virus Ebola conocido. Las dos monjas murieron entre dolores espantosos, pero el sacerdote se libr¨®. Ilefo Boleko tiene ahora 42 a?os y dos hijos. "Si llegan m¨¢s enfermos de Ebola a Kinshasa no ser¨¦ yo quien los cuide". Tres mil personas que hab¨ªan conseguido quebrar los cinco cordones militares instalados por el Gobierno zaire?o en torno a Kikwit, al este de Kinshasa, bloqueaban el viernes la ruta y trataban de vencer el dispositivo militar.
El hospital Ngalema, donde trabaja llefo Boleko desde hace 20 a?os, es una isla en medio de la mugre y desolaci¨®n de Kinshasa, donde casi cinco millones de zaire?os se buscan la vida para sobrevivir a la corrupci¨®n y la miseria en la capital de uno de los pa¨ªses potencialmente m¨¢s ricos del mundo. El hospital Ngalema ha desalojado el pabell¨®n n¨²mero 5 para acoger a los posibles infectados del Ebola. Son 39 habitaciones cerradas con llave en torno a un jard¨ªn cuidado. Pero no hay nada m¨¢s. "Hay 14 voluntarios preparados despu¨¦s de que los colegios de m¨¦dicos y de enfermeras hicieran un llamamiento nacional", dice Ilefo. El pabell¨®n est¨¢ preparado desde hace una semana, con baldosas limpias y nada m¨¢s.
Christof Delode, un enfermero belga de 25 a?os, perteneciente a M¨¦dicos sin Fronteras, que ha estado en Kikwit casi desde que surgiera el brote, declar¨® ayer que "la epidemia est¨¢ bajo control. Los especialistas de la Organizaci¨®n Mundial de la Salud que trabajan en el hospital de Kikwit aseguran que han logrado detener los contagios. Aunque temen un nuevo repunte dentro de una semana, per¨ªodo de incubaci¨®n de los contagiados por los ¨²ltimos infectados, el n¨²mero de fallecidos se mantiene estable y diez enfermos se han restablecido, lo cual es una magn¨ªfica se?al". Inspira m¨¢s temor el gran n¨²mero de desplazados que ahora bloquea la ruta hacia Kinshasa. Tanto Delode como algunos responsables del gabinete de crisis creado para combatir la epidemia creen que las cadenas de televisi¨®n han sembrado un p¨¢nico injustificado, as¨ª como la pel¨ªcula Estallido, basada en el caso de una partida de monos importada a EE UU.
A diferencia de la epidemia de 1976, que se cobr¨® varios centenares de muertos en varias aldeas del norte de Zaire, junto a la ribera del r¨ªo Ebola, un afluente del Zaire que sirvi¨® para bautizar un virus extraordinariamente mort¨ªfero (mata a nueve de cada 10 infectados y no hay vacuna contra ¨¦l), esta vez la reacci¨®n ha sido m¨¢s r¨¢pida. El doctor Mwang Sulu Maseb, director del hospital de Ngalema, est¨¢ convencido de que la enfermedad no llegar¨¢ a Kinshasa. "Hemos tomado todas las medidas", subraya sin perder la sonrisa el responsable del centro m¨¦dico designado por las autoridades para acoger a los infectados con un microbio calificado de tibur¨®n molecular, capaz de replicarse a velocidad vertiginosa y de provocar la licuaci¨®n de las v¨ªsceras de los seres que asalta.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.