El Rayo toca el para¨ªso

El Rao pisa la Primera Divisi¨®n. S¨®lo queda la duda, tan matem¨¢tica como pueril, de si lo hace con un pie, con pie medio o con los dos. Pero se antoja un detalle insignificante. Los rayistas derribaron ayer a su m¨¢ximo enemigo, que le soplaba en el cogote.

Tiene suerte el Rayo. Porque cuando no llega el buen juego, como ayer, aparece su pareja de moda, la que forman On¨¦simo y Guilherme. Durante muchos minutos tir¨® del primero para tener ocupado a su rival. El 7 rayista represent¨® a la perfecci¨®n su papel, venga a regatear, a intentar ca?os, a desbordar. En definitiva, a cabrear. Porque On¨¦simo cabrea. Al enernigo, casi siempre. A su propio p¨²blico, de vez en cuando.

El Rayo se estiraba a golpes de On¨¦simo. Y lo hizo hasta que el Lleida comenz¨® a ganar la partida en el mediocampo. Y as¨ª, sin suministro, desapareci¨® el peligro de On¨¦simo, quien lo ¨²ltimo que hizo en la primera mitad fue darle un pase con el exterior a Guilherme quien, sin parar y desde fuera del ¨¢rea, zapate¨® a la escuadra. El bal¨®n roz¨® la madera en una jugada definible como de museo.

Tan bonito fue que el Rayo se atont¨®. Y comenz¨® a mandar el Lleida al dictado de su mejor hombre, Txema. Una jugada de Salillas finaliz¨® con un descomunal chutazo de aqu¨¦l que sac¨® Wilfred. El Lleida respiraba y el Rayo se ahogaba al parsimonioso ritmo de su centro del campo.

Pero este equipo guarda en su cartuchera una bala distinta a On¨¦simo: Guilherme. El brasile?o aparece poco, pero cuando lo hace deja un inconfundible tufo a p¨®lvora. Antes que nadie lleg¨® a un bal¨®n suelto, con Emilio delante y Gonzalo detr¨¢s. Le agarr¨® ¨¦ste y se se?al¨® penalti.

Lo fall¨® Baroja y el Rayo se calent¨®. Y el que m¨¢s, su brasile?o. Quedaba la duda de qui¨¦n colocar¨ªa en el marcador el resultado m¨¢s justo, On¨¦simo o Gilherme. Lo hicieron los dos. El primero sac¨® una falta y el segundo la caz¨® arriba.