SILVIO RODR?GUEZ El di¨¢logo entre Cuba y EE UU
Hermano planetario:La causa de estas letras es la preocupaci¨®n que como hombre y como cubano me motiva el proyecto de ley Helms-Burton, nueva humillaci¨®n que los pol¨ªticos m¨¢s obcecados del Gobierno norteamericano pretenden imponer a nuestros pueblos. Para todo el planeta, la intenci¨®n de esa ley es insoportablemente ofensiva, porque ya no s¨®lo se quiere fiscalizar y restringir la libertad de los cubanos, sino someter a sanciones y represalias a todo el que por cualquier raz¨®n se relacione con nosotros, sea Estado, empresa o persona. Para el pueblo norteamericano, viejo so?ador de libertad y democracia, es una especial degradaci¨®n que hombres de su Gobierno emprendan semejante ultraje contra el derecho y la dignidad.
El proyecto de ley Helms-Burton supone una vuelta de tuerca extrema al staff de medidas coercitivas que desde 1959 se vienen aplicando contra Cuba. Entre la gama de artificios de esta nueva variante se destaca que, aun despu¨¦s de derrocado el Gobierno cubano, habr¨ªa que continuar el bloqueo hasta que se hubiera indemnizado o devuelto a sus antiguos propietarios los bienes que les fueron nacionalizados a principios de la revoluci¨®n. Este asunto, que hasta hace alg¨²n tiempo s¨®lo se refer¨ªa a la expropiaci¨®n de quienes eran naturalmente estadounidenses, ahora se ampl¨ªa a los cubanos que desde el triunfo revolucionario emigraron y adquirieron esa ciudadan¨ªa. Pero seg¨²n parece, este proyecto de ley no s¨®lo preconiza la devoluci¨®n del pa¨ªs a sus antiguos due?os: adem¨¢s legaliza la guerra civil que se desatar¨ªa cuando se intentara desalojar a los obreros de sus f¨¢bricas, a los campesinos de sus tierras, a los enfermos de sus hospitales, a los ni?os de sus escuelas, al pueblo de sus viviendas y en general de sus conquistas. Por otra parte, la inmensa mayor¨ªa de los norteamericanos de origen cubano no fueron due?os de centrales azucareras, latifundistas o esbirros de la tiran¨ªa batistiana, sino pueblo trabajador, y la experiencia de los ¨²ltimos a?os demuestra que aspiran a que las relaciones entre Cuba y Estados Unidos se normalicen para poder visitar sin trabas a sus familiares. No parece casual que el proyecto de ley Helms-Burton, adem¨¢s de proponer el recrudecimiento y la prolongaci¨®n del bloqueo, disponga tambi¨¦n de dolores extras para la ya sufrida familia cubana. Cuba es un pa¨ªs pobre, con problemas, pero soberano. La mayor¨ªa de los que vivimos en la isla somos conscientes tambi¨¦n de nuestras deficiencias, e inconformes con ellas trabajamos cada d¨ªa para superar errores;. prueba de ello es que, desde hace a?os, aunque sin renunciar a, nuestros logros y convicciones, nos empe?amos en adecuar nuestra sociedad a las realidades del mundo actual. Es evidente que Cuba no amenaza a nadie, que no agrede a nadie, que s¨®lo aspira a que la traten normalmente, a que la dejen trabajar en paz. El ¨²nico peligro que representa es el de demostrar que se puede vivir en este mundo y en este hemisiferio de otra manera. El ¨²nico pecado que hemos cometido es el de no renunciar a nuestra independencia, el de intentar nuestras propias soluciones, el de asumir el coste de querer ser diferentes. El bloqueo al que ha estado sometido nuestro pueblo durante m¨¢s de tres d¨¦cadas no s¨®lo es obsoleto a la luz de las condiciones pol¨ªticas del mundo, sino inmoral, porque adem¨¢s de limitar v¨ªnculos con pa¨ªses y personas nos impide adquirir recursos, alimentos, medicinas. Esto lo sufren d¨ªa tras d¨ªa nuestros enfermos, nuestros ancianos, nuestros hijos. La nueva acci¨®n anticubana pretende crecer y legitimar esta injusticia e imponer una complicidad a todos los Gobiernos y seres de la tierra.
El proyecto de ley Helms-Burton, y todo lo que representa y lo sostiene, es una verg¨¹enza y un atraso, y no s¨®lo intenta descalificar a la revoluci¨®n cubana, sino a Cuba como naci¨®n. Se inscribe en las pretensiones m¨¢s viejas y bochornosas de absorci¨®n de nuestro pa¨ªs como colonia, y mancilla espantosamente el sentido de la vida y la obra de Jos¨¦ Mart¨ª, de cuyo holocausto este a?o se cumple un siglo. Pone a la legislaci¨®n, y por ende a la moral y a la inteligencia de Estados Unidos y del mundo, ante la disyuntiva de legalizar o no el terrorismo de Estado. Lo hace en desaf¨ªo a las corrientes democr¨¢ticas que cada vez se pronuncian con m¨¢s sensatez y claridad en favor de soluciones al diferendo entre Estados Unidos y Cuba; lo hace en los momentos en que los dos Gobiernos, con mesura y paciencia, han logrado encontrar un punto de di¨¢logo en las cuestiones migratorias y acaban de firmar un acuerdo que los coloca en un nuevo estadio de perspectivas, en un paso m¨¢s alto desde donde observar, comprender y actuar en beneficio colectivo.
El tiempo, los recursos, y sobre todo la sangre y los sufrimientos que conforman la ardua pir¨¢mide sobre la que ambos Gobiernos consiguen dar este paso, no pueden ser desde?ados. Es una responsabilidad verdadera, de todos y cada uno de los que aspiramos a la comprensi¨®n y a la paz entre nuestras naciones, que cada cual, siempre y dondequiera que podamos, juntos o en solitario, nos pronunciemos y actuemos en favor de la normalizaci¨®n de las relaciones entre Estados Unidos y Cuba.
Se sabe que no va a ser f¨¢cil. Pero hace algunos a?os, para algunos, no s¨®lo era dif¨ªcil, sino inconcebible. Hoy estamos m¨¢s cerca que nunca de un di¨¢logo que, sin obviar los principios que nos separan, pueda llevarnos de la mano de las afinidades, que tambi¨¦n existen, a la consideraci¨®n mutua y la convivencia.
Deberemos ser vecinos mientras exista nuestro planeta, mas no s¨®lo por ello llevarnos bien es una aspiraci¨®n encomiable. El respeto, la comprensi¨®n, el verdadero sentido de la armon¨ªa, por encima de diferencias y caracter¨ªsticas, puede ser una conquista del g¨¦nero humano, y es una fortuna que debemos sumarle al universo.
Por el di¨¢logo y contra el bloqueo, / hasta el amor siempre.
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