Lo po¨¦tico de un vanguardista
El franc¨¦s Yves Klein es una figura clave de la vanguardia europea de los a?os cincuenta y comienzos de los sesenta, quiz¨¢ uno de los postreros momentos de genuino ¨ªmpetu innovador en nuestro continente. Desde hace unos diez a?os aproximadamente, asistimos a um proceso cr¨ªtico de reivindicaci¨®n creciente de la obra de Klein, algo que ya pudimos apreciar aqu¨ª con motivo de la exposici¨®n Profec¨ªa y transformaci¨®n, basada en el tri¨¢ngulo de Beuys, Klein y Rothko. En todo caso, la actual retrospectiva consta de 146 piezas que sintetizan, en un apretado haz, los aproximadamente siete a?os de fiebre creativa Con que Klein -nunca mejor dicho-" sorprendi¨® al mundo y dej¨® su huella azul, los a?os entre 1955 y 1962."Soy un poeta", escribi¨® el joven Klein en 1949, y con el lo supo definir intuitivamente lo Mejor de su ulterior destino art¨ªstico. Se trata, empero, de un poeta singular, de un poeta que "no ten¨ªa nada que decir", lo que no hay que interpretar, ni mucho menos, como un poeta fracasado, sino como el creador de acciones po¨¦ticas mudas, eventualmente materializables en im¨¢genes, conceptos o actuaciones. Esta dimensi¨®n po¨¦tica de la vanguardia, que se dispara m¨¢s all¨¢ de la rutina de los versos. y de la pl¨¢stica convencionales, no era tampoco, una novedad cuando afront¨® Klein su aventura creadora, pero alent¨® por entonces algunas de las trayectorias art¨ªsticas m¨¢s interesantes, como, entre otros, las de Piero Manzoni o Broodthaers, por citar dos casos contempor¨¢neos que han sido objeto de sendas revisiones monogr¨¢ficas en Madrid hace relativ¨¢mente poco.
Pero nada m¨¢s dificil que exponer la obra de este tipo de creadores y no s¨®lo por la desafiante extravagancia, de algunas de sus propuestas -el vac¨ªo, el aire, la sensibilidad, el tiempo-, sino, sobre todo, por la fr¨¢gil sutileza l¨ªrica que las caracteriza. As¨ª, por ejemplo, toda la belleza con que la obra de Broodthaers iluminaba los blancos pabellones de la Orangerie, convert¨ªda en una caja metaf¨ªsica tras su reciente reforma, se romp¨ªa al trasladarse a los gran¨ªticos espacio del MNCARS, y as¨ª -o, mejor, algo as¨ª- ocurre con el actual Klein. Me explico: el rigorista arqueologismo de la comisaria de la presente muestra convierte, la primera de las dos enfiladas en un abrumado ejercicio de superdise?o, donde se produce la parad¨®jica situaci¨®n de enfrentamos.con un al mac¨¦n-inventario de Klein,donde est¨¢ todo menos su esp¨ªritu, si tuaci¨®n que parcial mente se corrige en la enfilada de retour, en parte por la evidencia flagrante de sus "antro pometr¨ªas" pinturas "quemadas" y "doradas", y, sobre todo, por sus escalofriantes "mon¨®cromos" azules, cuya hondura nos sigue golpeando por encima del adormecimiento que provoca la expectaci¨®n de lo consabido. En realidad, este proyecto da la impresi¨®n de ser una ilustraci¨®n de una magn¨ªfica investigaci¨®n, pero, claro, las paredes de un museo no son exactamente las p¨¢ginas de un libro. Con todo, aunque esta retrospectiva de Klein dista mucho de la que yo he so?ado, no deja de ser una selecci¨®n de ciento y pico de obras de este tr¨¢gico adolescente, cuyos raptos de audaz poes¨ªa muda, ingeniados antes. de que le sorprendiera la muerte sin haber cumplido ni siquiera los 35 a?os, nos siguen conmoviendo.
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