Un pleito pol¨ªtico y personal
Ca?ellas considera a Triay un perdedor y ¨¦ste le acusa de estilo caciquil
Gabriel Ca?ellas (PP) y Francesc Triay (PSOE) hace a?os que no conversan en profundidad. Cuando se cruzan, se intercambian un fr¨ªo y protocolario gesto. A veces, Ca?ellas menta el vinagre al ver a Triay y en las pasadas Navidades pregon¨® que le regalar¨ªa un bozal.Es una s¨ªntesis de un pleito pol¨ªtico y personal, una especie de reconstrucci¨®n de la vida electoral de la primera mitad del siglo en Baleares. En los or¨ªgenes del duelo est¨¢ el control de un aut¨¦ntico poder, el uso del territorio, capital del archipi¨¦lago. Triay va de protector de la costa y el interior para frenar al presidente Ca?ellas, desarrollista y urbanizador seg¨²n ¨¦l.
Una explicaci¨®n previa: Ca?ellas fue gerente y consejero de la empresa familiar Salinera Espa?ola, propietaria de una extensa ¨¢rea de playas, montes y zonas h¨²medas de Ibiza y Formentera. Desde hace decenios, los socialistas y los ecologistas intentan proteger estas salinas. Por un palmo de terreno se han librado grandes dramas rurales y permutado gobiernos locales.
Triay y Ca?ellas libran una batalla salinera de origen y complicada. Ambos se repelen y desprecian. Ca?ellas da forma desde hace 12 a?os al poder insular, teje la gran red de influencias del PIP y no negocia con nadie que no sea afin. Triay, en voz alta le llama corrupto y caciquil.
Ca?ellas habla de "los rojos" y se amuralla con "los nuestros". Se considera hegem¨®nico e incompatible con sus adversarios o cr¨ªticos: Esta actuaci¨®n se ampara en casi la mitad del electorado. El l¨ªder conservador se atribuye la interpretaci¨®n honesta, tranquila y liberal de la sociedad balear en un toque mesi¨¢nico y tel¨²rico. Triay aboga por el numantinismo ideol¨®gico y el combate anticonservador para "dar paso a las ideas".
A Ca?ellas no le gusta ni la playa ni el mar ni el sol, aunque es el l¨ªder social de una comunidad tur¨ªstica, el 85% de cuya riqueza depende de la costa y que recibe m¨¢s de ocho millones de visitantes al a?o. Es un terrateniente y agricultor aficionado. Aprecia, socarr¨®n y estratega, el duelo, que se presenta desigual, y no quiere que una minor¨ªa nacionalista o centrista le frene la ansiada mayor¨ªa absoluta.
El opositor socialista no est¨¢ solo. La situaci¨®n es, en realidad, de todos contra el PP, una lluvia permanente de denuncias sobre supuesta corrupci¨®n y un recordatorio de sentencias adversas a cargos p¨²blicos conservadores. El presidente regional se indigna, hace victimismo y representa escenas de teatro de chismes y chanzas. Est¨¢ de gira permanente, como un actor de animaci¨®n. Los m¨ªtines son una secuencia de sonrisas y aplausos. En un acto reciente se compar¨® a Ulises para despreciar a Pen¨¦lope Triay porque ¨¦ste deshac¨ªa todo lo que el Gobierno realizaba. Ca?ellas no es un lector de los cl¨¢sicos griegos ni de teor¨ªa pol¨ªtica.
Triay es secundario en la realidad, pero no se amilana. Es un amante de la m¨²sica cl¨¢sica, del teatro, de la lectura larga, de los viajes europeos. Trabaja como ingeniero, dirige obras en Palma y planifica. el territorio: "Con Ca?ellas no coincido en nada y, como ciudadano privado, nunca hemos ido a los mismos actos".
El discurso de Triay, largo y plano, rompe el hielo con el ciudadano de manera espor¨¢dica. Reflexivo y contundente como un martillo pil¨®n, no da pie a las sonrisas. El mensaje anticorrupci¨®n retumba contra el PP, pero su izquierda no entra a chorro en el coraz¨®n de la gente que rompe las mayor¨ªas.
Por ello, el presidente le machaca y le considera un perdedor habitual y sin ideas: "Triay es un obsesivo y un fan¨¢tico y a los socialistas no les hacen ni caso los suyos en Madrid. Aqu¨ª no se pueden ni ver. Son como ovejas a punto de esquilar."
Sin gran corte interna en el PSOE ni gran aparato de apoyo, Triay predica con paciencia. Es un vigilante del PSOE en la costa ante la estatua salinera conservadora que prevalece desde 1983. El socialista, en tres elecciones, ha sido perdedor: dos veces fue segundo y una cabeza de cartel.
"Ca?ellas", indica Triay, "representa la derecha m¨¢s derechista de toda Espa?a, que configura un estilo caciquil. No existe el mensaje supuestamente ¨¦tico de Aznar. Aqu¨ª no han llegado las reformas anticorrupci¨®n, el frenar los negocios privados y los cargos p¨²blicos. El presidente es el paradigma de lo que dice el PP que no se ha de hacer".
Las urnas, las denuncias judiciales y las operaciones de acoso mutuo han abierto una brecha insalvable. Ca?ellas quisiera dejar a Triay arrinconado para siempre y el PSOE disfrutar¨ªa si Ca?ellas se convierte en una estatua de sal, en un gobernante que perdi¨® la mayor¨ªa.
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