Los amos del universo

Como Sherman McCoy, en la novela de Wolfe, Roberto Mendoza, uno de los cinco vicepresidentes de J.P.Morgan, tambi¨¦n viv¨ªa en un elegante piso, en Park Avenue, ciudad de Nueva York. En la realidad Mendoza se siente, despu¨¦s del drama de Banesto, tambi¨¦n una v¨ªctima del enga?o, como en cierto modo ocurre en la ficci¨®n. McCoy, seducido por su amante Mar¨ªa Ruskin, descendi¨® hasta el infierno social acusado por cometer un homicidio sin premeditaci¨®n; M¨¦ndoza, fascinado, por el histri¨®nico Mario Conde, sigue, para su fortuna, all¨ª, donde estaba. El aviso del juez Garc¨ªa-Castell¨®n a Mendoza dirigido a su domicilio de Park Avenue no lleg¨® por un error a manos de su destinatario el pasado 10 de febrero, pero el ejecutivo norteamericano de origen cubano educado en Yale ha acordado, a trav¨¦s de sus abogados, una cita en la Audiencia Nacional para primeros de septiembre.En su respuesta a una demanda civil de Ricardo G¨®mez Acebo -una de las familias fundadoras de Banesto en los albores del siglo-, J.P. Morgan ya ha ofrecido la version de Mendoza y ha revelado la existencia de "m¨²ltiples irregularidades" en Banesto que el ejecutivo s¨®lo sab¨ªa parcialmente. J.P. Morgan Y Mendoza admiten haber tenido "conocimiento en el oto?o de 1993 de hechos que desconoc¨ªan hasta ese momento".

Entre ellos se destaca la "existencia de una importante deuda de una sociedad llamada Oasis, que hab¨ªa detectado el Banco de Espa?a y de la que podr¨ªa derivarse una sustanciosa p¨¦rdida; graves problemas financieros, que pod¨ªan implicar importantes p¨¦rdidas para Banesto, en la Uni¨®n y el F¨¦nix; as¨ª como que Banesto hab¨ªa recibido en el mes de septiembre de 1993 una carta del Banco de Espa?a, en la que se denunciaban por el banco emisor ciertas irregularidades relativas a los estados financieros de Banesto durante el ejercicio finalizado el 31 de diciembre de 1992, a pesar de que un informe de auditor¨ªa de los mismos no detectaba irregularidad alguna". Seg¨²n dice el escrito, "J.P.Morgan no tuvo conocimiento de esa carta del Banco de Espa?a hasta finales de octubre o principios de noviembre de l993".

Esa carta fue el primer aldabonazo del oto?o, anunciando la fase terminal de la gesti¨®n de Conde, que di¨® el director general Jos¨¦ P¨¦rez el 6 de septiembre de 1993. En ella se daba cuenta que el grupo Banesto, tras los ajustes necesarios tendentes a corregir las irregularidades contables, hab¨ªa registrado en 1992 unos resultados consolidados negativos: los beneficios declarados se convert¨ªan en p¨¦rdidas por valor de 26.056 millones de pesetas.

El hecho es que, a la Vista de las dificultades, Banesto pidi¨® el 19 de noviembre de 1993 a la Comisi¨®n Nacional del Mercado de Valores (CNMV) la retirada informal del expediente presentado el 28 de septiembre anterior para emitir 400 millones de d¨®lares (unos 60.000 millones de pesetas de entonces) de bonos subordinados convertibles para cumplir las exigencias de recursos Propios. J.P. Morgan no se comprometi¨® a asegurar esa emisi¨®n y se limitaba a coordinar la informaci¨®n a los inversores y mercados.

Una vez conocido el contexto, vale la pena hacer un par¨¦ntesis. Conde ha explicado que en el avi¨®n que les llevaba de Madrid a Nueva York, el 22 de diciembre de 1993, Mendoza le habl¨® de la historia de los detectives de la agencia Kroll. Existe informaci¨®n en el sentido de que Michael Oatley, responsable del informe sobre las actividades de Conde visit¨® en Nueva York al entonces presidente de J.P. Morgan, Dennis Weatherstone, en diciembre de 19931, poco antes de que Mendoza lo comentara con Conde. Sin embargo, la suspensi¨®n de los bonos convertibles fue bastante anterior, el 19 de noviembre. Por tanto, nada pudo influir el informe elaborado por Kroll ni en ese aplazamiento ni en las relaciones entre Conde y J.P. Morgan.

En lo que se refiere a la versi¨®n global de J.P. Morgan sobre sus relaciones con Banesto, su presunto "victimismo" tiene un punto d¨¦bil fundamental: aunque es verdad que Morgan no garantizaba la ampliaci¨®n y la emisi¨®n posterior, su informe del 27 de noviembre de 1992 fue un anuncio publicitario y no un documento de an¨¢listas profesionales. Si Conde utiliz¨® a Morgan fue porque ¨¦ste se dej¨® utilizar en funci¨®n de sus propios planes de expansi¨®n m¨¢s agresivos.

Mendoza aseguraba sin pudor en los primeros meses de 1993 que solo con el prestigio del nombre Morgan -seg¨²n sus propias palabras, la entidad norteamericana aportaba el valor de una esponsorizacion- se pod¨ªa, lograr un cambio de tendencia en la instituci¨®n asesorada. Este planteamiento r¨ªdiculo, que ocultaba una codicia sin l¨ªmites, tuvo su expresi¨®n m¨¢s grotesca en el informe paradis¨ªaco de noviembre de 1992. Llevaba la marca Morgan, es cierto, pero vend¨ªa, como m¨¢s tarde se demostr¨®, basura, que en la jerga financiera americana significa una entidad con serios problemas.