Europa en Par¨ªs

LA S?BITA convocatoria de una cumbre de jefes de Estado y de Gobierno de la Uni¨®n Europea (UE), en Par¨ªs, el pr¨®ximo 9 de junio, por parte del nuevo presidente de la Rep¨²blica Francesa, Jacques Chirac, es una se?al de doble filo. Negativo, porque, con la justificada excusa de que al presidente semestral de la UE no le da tiempo de emprender la tradicional ronda de capitales previa al Consejo Europeo, Francia parece querer exhibir la idea de que basta con una reuni¨®n de la c¨²pula para hacer los deberes que no ha cumplido en cinco meses de muy gris presidencia. Apenas se ha llegado a acuerdos en los, expedientes importantes que constitu¨ªan las prioridades de la presidencia francesa de la UE -cultura, Europol, Bosnia, empleo- Utilizar un Consejo Europeo como instrumento para alcanzar fines que deben ser obtenidos mediante otros mecanismos es contribuir a desnaturalizar las instituciones, gastando p¨®lvora en salvas. Otra pretensi¨®n que se adivina en esta convocatoria es la, reafirmaci¨®n pl¨¢stica de la voluntad europe¨ªsta de Par¨ªs -con el subrepticio designio de consolidar tambi¨¦n su divisa-, que se. supone inalterable pese a los cambios de su direcci¨®n pol¨ªtica.Convocada ya la reuni¨®n, quiz¨¢ se haga verdad el viejo dicho de que no hay mal que por bien no venga. Una reuni¨®n de la que se espera tan poco, exenta por tanto de las presiones habituales, puede resultar oportuna para que al menos alguno de los Quince toque a rebato contra la perezosa evoluci¨®n de las cuestiones comunitarias que se percibe desde que se aprob¨® el Tratado de la Uni¨®n. Puede servir, tambi¨¦n, para que se allanen los. obst¨¢culos a los objetivos del mismo, compartidos por una buena parte de la sociedad europea: hacer eficaz la pol¨ªtica exterior (en Bosnia, pero tambi¨¦n en Latinoam¨¦rica, el Este de Europa o el Mediterr¨¢neo); rellenar de contenido el concepto de ciudadan¨ªa, dando un impulso a la ca¨ªda de fronteras iniciada con el Convenio de Schengen; plasmar algo m¨¢s que voluntariosas declaraciones en pol¨ªtica de empleo, rutinariamente destacada por todos como la gran prioridad; avanzar con mejor ritmo -sin olvidar el rigor- en la senda de la moneda ¨²nica.

El estado de la Uni¨®n no es catastr¨®fico, ni mucho menos. La digesti¨®n de la ampliaci¨®n n¨®rdica no ha tenido sino repercusiones positivas. Las pol¨ªticas hacia los antiguos pa¨ªses de la Europa oriental y del Mediterr¨¢neo cosechan frutos. Casi todas las instituciones desarrollan dignamente su trabajo, aunque se eche de menos el liderazgo de un Jacques Delors. Sin embargo, ni la presidencia alemana estuvo a la altura de lo que se esperaba -salvo en el importante asunto del Este- ni la francesa est¨¢ al nivel que cabe exigirle.

Y lo que parece a¨²n m¨¢s preocupante es la falta de tensi¨®n que estas dos ¨²ltimas presidencias han dejado entrever en la pol¨ªtica comunitaria. Aunque otras potencias -Estados Unidos y Jap¨®n- no est¨¦n, ni mucho menos, en sus mejores momentos de pujanza, la competencia para el ¨¦xito no se demuestra s¨®lo en los momentos conflictivos, sino en toda la labor de desarrollo. ?ltimamente parece imponerse por la v¨ªa de la pr¨¢ctica en la UE un esp¨ªritu cicatero en ambiciones. Y ¨¦ste siempre es taca?o en resultados.