Parmesano
El queso parmesano le recordaba a la amante que hab¨ªa perdido. Aquella mujer lo hab¨ªa abandonado, pero ese sabor era toda v¨ªa un v¨ªnculo que lo manten¨ªa unido a ella. Cada porci¨®n de queso parmesano le hac¨ªa revivir los lances de amor que realizaron juntos las noches de verano en el jard¨ªn mientras beb¨ªan tambi¨¦n bajo las constelaciones un vino rojo muy escogido. All¨ª ¨¦l le ha b¨ªa jurado que le regalar¨ªa una casa de color siena entre cipreses y vi?edos en una isla del J¨®nico, no lejos de ?taca, y a pesar de eso ella un d¨ªa se esfum¨® sin dejar rastro, de modo que el tipo se gast¨® todo el dinero en queso parmesano, puesto que s¨®lo este manjar le recordaba las horas de amor que hab¨ªa vivido. Cuando lo probaba, gem¨ªa de placer y de nostalgia. Al principio todo fue bien. Comenzaba a masticar con los ojos cerrados y enseguida ella estaba a su merced: la imaginaba balance¨¢ndose en aquel columpio de la infancia, saliendo de clase de rom¨¢nicas con el libro bajo el brazo, cruzando la ciudad en direcci¨®n a aquella cafeter¨ªa donde sol¨ªan encontrarse. Durante alg¨²n tiempo el tipo pudo controlar el sabor del queso. Este adoptaba todas las formas de su pasi¨®n. En el interior del queso se hallaban tambi¨¦n las palabras ardientes que la mujer hab¨ªa pro nunciado y ¨¦l recordaba cada matiz de su voz en cuanto ese producto rozaba su paladar. Durante algunos meses el tipo s¨®lo se aliment¨® de queso y como es l¨®gico engord¨® hasta convertirse en un monstruo, pero en su interior algo comenz¨® a quebrarse: a medida que el queso parmesano se hac¨ªa imprescindible para so?ar, aquella pasi¨®n se desvanec¨ªa en la memoria hasta el punto que un d¨ªa el propio queso ya sustituy¨® definitivamente a la amante y ¨¦l lo com¨ªa sin recordarla ni de searla. Una tarde la pareja se cruz¨® por la calle. Ella no lo re conoci¨®. Pesaba m¨¢s de cien kilos debido al queso que hab¨ªa comido buscando recobrar la dicha pasada. Pero era un hombre feliz. Ahora el queso parmesano le llevaba a viajar solo hacia aquella casa en la isla del J¨®nico donde nadie le esperar¨ªa nunca.
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