Matones y dementes andan sueltos
FRANCESC RELEA La ciudad de Mostar ha sido una de las peores ratoneras de Bosnia-Herzegovina en los m¨¢s de tres a?os de guerra en la antigua rep¨²blica yugoslava. Primero fueron los secesionistas serbios quienes castigaron la ciudad desde sus posiciones de artiller¨ªa en las monta?as colindantes. Despu¨¦s, croatas y musulmanes -mayor¨ªa en la ciudad- se enzarzaron en una cruenta y prolongada batalla.
La ciudad qued¨® dividida a lo largo del r¨ªo Neretva. Los musulmanes, mayor¨ªa en el sector oriental, llevaron la peor parte. Los croatas, due?os del sector occidental, fueron implacables con sus vecinos. Los habitantes de Mostar este vivieron durante meses como topos. En los peores momentos de la guerra, cuando la vida no val¨ªa un c¨¦ntimo en Mostar, unas pocas organizaciones humanitarias mantuvieron abiertas sus oficinas. El ACNUR y la Cruz Roja Intemacional dejaron s¨®lo al personal local. M¨¦dicos del Mundo fue pr¨¢cticamente la ¨²nica organizaci¨®n que tuvo extranjeros, en aquel caso espa?oles, en Mostar este con car¨¢cter permanente.
Cuando en marzo del a?o pasado musulmanes y croatas acordaron constituir una federaci¨®n en Bosnia-Herzegovina, la situaci¨®n en Mostar mejor¨® sensiblemente, pero la paz distaba mucho de ser una realidad. En ning¨²n otro rinc¨®n de la rep¨²blica el odio entre musulmanes y croatas hab¨ªa alcanzado cota m¨¢s alta.
Hoy es posible cruzar el Neretva a trav¨¦s de los pocos puentes reconstruidos para pasar de un sector a otro, pero no son muchos los habitantes de la ciudad que se aventuran a ello. Mostar este, bajo control del Ej¨¦rcito bosnio de mayor¨ªa musulmana, exhibe por doquier las huellas de la guerra. Apenas existe un edificio intacto. Por el contrario, en Mostar oeste la vida aparece casi normalizada. Proliferan las tiendas, cafeter¨ªas, coches de lujo; hay luz, agua corriente y gas.
Pero lo que m¨¢s abunda en Mostar oeste son los individuos armados, con uniforme o sin ¨¦l. El Consejo de Defensa Croata (HVO) es quien en teor¨ªa mantiene el orden en el sector occidental, pero hay muchas armas que escapan a su control. Croatas ex combatientes de la guerra campan con sus Mercedes y pueblan los bares donde acaban con las reservas de cerveza. Las organizaciones humanitarias, especialmente aquellas que trabajan en los dos sectores de la ciudad, no son vistas con buenos ojos por los matones o desequilibrados como el que ayer acab¨® con la vida de Mercedes Navarro.
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