El toro vacil¨®n
Fern¨¢ndez / Manzanares, Litri, Ponce
Cinco toros de Atanasio Fern¨¢ndez (uno rechazado en reconocimiento), desiguales de presencia, cuatro flojos y pastue?os, 5? devuelto por inv¨¢lido. 6? de Aguirre Fern¨¢ndez Cobaleda, devuelto por inv¨¢lido. Sobreros: 5? primer sobrero de Gim¨¦nez Indarte, devuelto por inv¨¢lido segundo sobrero de Valdemoro, con trap¨ªo, inv¨¢lido, noble. 6?, tercer sobrero de La Cardenilla, bien presentado, inv¨¢lido, noble.
Jos¨¦ Mari Manzanares: estocada corta ladeada (pitos); media atravesada trasera baja, rueda de peones que ahonda el estoque y descabello (algunos pitos). Litri: estocada ca¨ªda (silencio); estocada corta atravesada trasera y tres descabellos (silencio).
Enrique Ponce: dos pinchazos, otro hondo y dos descabellos (silencio); estocada muy trasera -aviso con retraso- y dobla el toro (ovaci¨®n). Plaza de Las Ventas, 1 de junio. 20? corrida de feria. Lleno.
Sali¨® el tercer toro y parec¨ªa un drogadicto. No se dice que estuviera drogado sino que lo parec¨ªa. Desde luego daba los s¨ªntomas pues se puso a vacilar por all¨ª, sin causa que lo justificara. Los drogatas suelen hacerlo -vacilan que es un primor, a veces a nadie: al viento- y algunos espectadores que se percataron de la situaci¨®n, se daban con el codo."Menudo coloc¨®n trae ¨¦se", comentaban los espectadores avisados, pero probablemente se equivocaban. Vacil¨®n que era el toro, y asunto concluido. No de los que les vacilan a los toreros respondi¨¦ndoles al ?j¨¦! con un "Or mi anta adre que ese erechaso se lo va a da ut¨¦ a Ita la Antautora", u otros confusos mugidos de similar corte. Antes bien, se vacilaba a s¨ª mismo y, o¨ªdo el ?je!, se pon¨ªa a recular, o a caminar lateral, o a embestir son¨¢mbulo, o a bailar el mambo, seg¨²n de d¨®nde le viniera el aire.
A ese toro lo tore¨® Enrique Ponce. Es un suponer: depende de a qu¨¦ llamen torear. Si torear consiste en valerse de un capot¨®n o una muletaza talla bandera nacional y embarcar al toro por la punta (para algunos autores, pico), present¨¢ndola tan lejos como haga posible el brazo tendido cuan largo es en direcci¨®n Getafe, efectivamente tore¨®. No s¨®lo tore¨®: lleg¨® a dar de esa nov¨ªsima tauromaquia todo un master. Si torear, en cambio, es cruzarse con el toro, tra¨¦rselo embebido en la pa?osa, cargarle la suerte generando el ajuste y el dominio que demanda el arte, Enrique Ponce estaba puesto all¨ª por el ayuntamiento.
Sali¨® el sexto toro y parec¨ªa otro drogadicto. "?Hola!", exclamaron perplejos los espectadores avisados: "Aqu¨ª hay epideinia". Vacilaba. tanto ese toro que lleg¨® a hocicar la arena, le entr¨® el mal de san Vito y el presidente decidi¨® devolverlo al corral. El sobrero, que ya hac¨ªa el tercero de dicha categor¨ªa en la tarde, no es que constituyera un dechado de virtudes, mas ganas de embestir, seg¨²n suelen los toros bravos, s¨ª ten¨ªa.
Sin embargo, quien probablemente no ten¨ªa ganas de torear seg¨²n suelen los toreros valientes a los toros bravos era el propio Enrique Ponce, y ning¨²n tendido, terreno, distancia, ambiente clim¨¢tico, estado de la mar, le ofrec¨ªan garant¨ªas suficientes para explayar su t¨¦cnica. Tom¨® una brisilla serrana por el hurac¨¢n del Caribe; una encastada embestida le sent¨® a ofensa personal; mostraba a un lado la panosa convertida en bandera, la flameaba un poco, y la retiraba presto; miraba en torno, iba y ven¨ªa, y de tal guisa transcurrieron cinco minutos de reloj, sin que se decidiera a practicar el toreo: ni el suyo ni el que mandan los papas en sus enc¨ªclicas.
Mientras tanto el toro se iba desangrando, hasta entrar en fase ag¨®nica. Y fue entonces Enrique Ponce y se puso farruco. Porfiaba sacando el pecho delante de los pitones del moribundo, los espectadores menos avisados creyeron que se iba a suicidar y gritaban horrorizados, los m¨¢s avisados dec¨ªan que no, que a otro can con ese hueso; hubo graves insultos contra quienes manifestaban su incredulidad, insist¨ªa Ponce en su tremendista af¨¢n, y cuando concluy¨®, se pudo apreciar que tanto esfuerzo hab¨ªa resultado ser el parto de los montes.
La tarde no estuvo torera, precisamente. Con sendos toros enterizos y pastue?os, Manzanares pretendi¨® vender el unipase echando a correr al t¨¦rmino de cada uno, y no se lo compr¨® nadie. Con sendos toros flojitos y boyantes, Litri peg¨® trapazos y regates. Y estos son figuras. Figuras los tres -Manzanares, Litri, Ponce- de la nov¨ªsima tauromaquia. Si no supieron hacer el toreo ni con el toro enterizo ni con el inv¨¢lid, ni con el toro pastue?o, ni con el boyante, ni con el vacil¨®n, d¨®nde les hayan podido dar el carn¨¦ de figuras constituye un insondable misterio. A lo mejor fue en una t¨®mbola.
Se preguntaba un castizo: "?Qu¨¦ quedr¨¢n?"
Babelia
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