El conferenciante
Excelent¨ªsimo se?or don Alberto Ruiz Gallard¨®n. Madrid.Muy se?or m¨ªo:
La que suscribe, N¨¦lida Garc¨ªa Perandones, de 37 a?os, casada, madre de dos hijos, vecina de Madrid, diplomada en alta peluquer¨ªa, ama de casa y universitaria (secci¨®n mayores de 25 a?os), se dirige a usted para manifestar lo siguiente:
Le felicito por su triunfo en las urnas. Y como no tengo tiempo para m¨¢s congratulaciones, paso de inmediato a especificar el motivo de esta misiva. En resumen, presidente, se trata de que mi esposo y usted se parecen por fuera como dos gotas de agua; por dentro es otra cosa. Lo que a primera vista pudiera ser un orgullo para mi familia se ha convertido en v¨ªa crucis. C¨¢ndido (as¨ª se llama el cuitado), aunque terco como una mula, nunca fue un hombre brillante, sino todo lo contrario. Es al¨¦rgico a los libros. Mas no carece de ambici¨®n.
Desde hace una temporada, mi marido est¨¢ atacado por un virus sociocultural irrefrenable. Refiri¨¦ndose a usted, nos dijo: "Si ¨¦l lleg¨®, yo llegar¨¦. Tengo que ascender como sea". El desdichado se ha puesto a aprender cosas de forma desaforada para trepar en su empresa (una distribuidora de muebles a domicilio). Se peina como usted, se r¨ªe como usted, se mueve como usted y me gasta un dineral en gafas como las de usted.
Pero no lee ni los anuncios. Para nuestro mal, un amigo, a quien el cielo confunda, le dijo que en Madrid no hace falta estudiar para saber; basta con acudir diariamente a conferencias, coloquios, mesas redondas, lectura de poemas y presentaciones de libros. Dicho y hecho. Cada tarde, al finalizar su jornada laboral, viene corriendo a casa, se cambia de corbata y marcha como alma que lleva el diablo a escuchar discursos. Lo mismo le da de qu¨¦ se trate. A m¨ª me ha obligado a aprobar el acceso a la universidad para mayores de 25 a?os.
Don Alberto, estoy harta de cultura en general, y de conferencias, en particular. Dicho as¨ª, en bruto, parece una barbaridad. Para que usted se haga una idea, se?or Gallard¨®n, le detallo lo que se mete mi hombre entre pecho y espalda un d¨ªa normal:
El lunes, por ejemplo, acudi¨® a las 18.30 a la facultad de Veterinaria, donde se disertaba sobre La triquinosis en la cornisa cant¨¢brica. A las 19.30, conferencia de don Felipe Pont¨®n, ilustre programador de TV, en la FNAC, sobre Los artistas necesitan luz propia. A las 20.30, en el Instituto Rumano de Cultura, mesa redonda titulada Tudor Arghezi, un gran poeta desconocido, con la participaci¨®n de Antonio Dom¨ªnguez Rey, Jes¨²s Pardo de Santallana, Javier Vill¨¢n y Dar¨ªo Novaseanu. A las 21.30, presentaci¨®n en la Casa de Cantabria del libro Li¨¦bana, tierra para volver, de Eduardo Garc¨ªa de Enterr¨ªa. A las 23.00, tertulia taurina en el caf¨¦ Soto Mesa.
El resto de la semana, tres cuartos de lo mismo. En los ¨²ltimos siete d¨ªas ha sido oyente en el Club Siglo XXI, Politeia, FNAC, Crisol, Instituto Italiano de Cultura, Casa de Am¨¦rica, C¨ªrculo de Bellas Artes, Zayas y la Biblioteca Nacional.
Todos esos discursos le han ensoberbecido y la paga con nosotros durante la cena. Ya no puedo aguantar las ¨ªnfulas con que nos sermonea y nos da el resumen infinito de lo que aprendi¨® durante el d¨ªa. Nos tenemos que tragar sus disparates. Porque el muy osado se cree ya capaz de impartir conferencias a su mujer y sus hijos sobre cualquier cosa divina o humana.
La cultura, as¨ª entendida, se?or Gallard¨®n, es una tomadura de pelo. Y para tomar el pelo, ya estamos nosotras, las peluqueras. Quiz¨¢ usted le pueda nombrar asesor de la presidencia o algo por el estilo. Ese cargo nos puede liberar de sus desprop¨®sitos durante una temporada. De esta forma, usted comienza su mandato haciendo un favor al pueblo, porque C¨¢ndido tiene mucho gancho en primera instancia.
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