A cobrar
Ruiz / Manzanares, Finito, PaulobaToros de Daniel Ruiz, anovillados, inv¨¢lidos, docilones; 6? devuelto por inv¨¢lido. Sobrero de Carmen Borrero, chico, anovillado, bravo.
Jos¨¦ Mari Manzanares: pinchazo y estocada corta atravesada (pitos); estocada delantera (protestas). Finito de C¨®rdoba: estocada trasera ladeada y rueda insistente de peones (silencio); pinchazo y estocada corta tendida trasera ca¨ªda (protestas). Luis de Pauloba: estocada, rueda de peones y descabello (silencio); estocada ca¨ªda (silencio). Plaza de Las Ventas, 6 de junio. 25? corrida de feria. Lleno.
JOAQU¨ªN VIDAL
Vinieron a cobrar. Vinieron a cobrar, o no se explica qu¨¦ hac¨ªan en Madrid Jos¨¦ Mari Manzanares, Finito de C¨®rdoba, Luis de Pauloba. Hubo rumores de que comparec¨ªan en Las Ventas para torear, y no es cierto. Que estuvieron, s¨ª es verdad: vestidos de seda y oro. Con qu¨¦ finalidad llevaban tan estrafalario terno, admite diversas interpretaciones. Puede ser que la empresa les exija el uniforme para pasar por ventanilla, o no cobran.
La empresa, autora del montaje, tambi¨¦n se llev¨® su parte. Y el ganadero, que anunci¨® toros y envi¨® borregos. Y las cuadrillas. Todos cuantos pululaban por los callejones y por el reseco arenal del redondel, cobraron. El restante personal -unas 24.000 almas c¨¢ndidas-, pag¨®.
Una barrera separa los que cobran de los que pagan. De la barrera para abajo, los que cobran; de la barrera para arriba, los que pagan. Con la sola salvedad, en esta parte alta, de un palquito coquet¨®n que ocupa el se?or presidente -en otros tiempos le llamaban el us¨ªa- y se supone que le dar¨¢n una propinilla por pasar all¨ª la tarde haci¨¦ndose el gracioso.
Los toreros acuden bajo el palquito coquet¨®n montera en mano -en la otra, la impedimenta-, dicen "Buenas tardes se?or presidente", y ya tienen la faena hecha: a cobrar. En ¨¦pocas pasadas los toreros dec¨ªan "Brindo por us¨ªa" y luego hab¨ªan de justificar el brindis, naturalmente toreando.
No es instituci¨®n balad¨ª la presidencia ni f¨®rmula irrelevante el brindis. Decir "Buenas tardes" no compromete a nada e incluso cabe a?adir: "Cuando termine de cobrar, le invito a unas copas". Eso est¨¢ hecho, a veces. En Valencia hay un presidente que, conclu¨ªda la funci¨®n, se toma con los taurinos no ya unas copas sino unas gambas -que all¨ª nombran quisquillas- y unas ostras de Arcade. Decir "Brindo por us¨ªa", en cambio, compromete a mucho: se brinda el toro, por tanto la faena, y de su resultado habr¨¢ de rendir cuentas al presidente el diestro brindador. En la d¨¦cada de los a?os 30 y a¨²n en la posguerra los presidentes ordenaban subir al palco a los diestros que se inhib¨ªan en su tarea lidiadora y les pegaban un broncazo.
De ah¨ª la importancia de la instituci¨®n presidencial. Un. palco que no est¨¦ vendido, o que no est¨¦ vac¨ªo, o que no lo ocupe un chufla; un palco gobernado, en fin, por una autoridad competente, es el fundamento inexcusable para que haya orden y concierto en la fiesta. Un palco ocupado por un presidente con lo que hay que tener -afici¨®n y honestidad, sin ir m¨¢s lejos- es la garant¨ªa de que no salgan novillos en corridas de toros; de que si padecen invalidez, sean sustituidos en el acto; de que los picadores sufran multa, inhabilitaci¨®n y oprobio cuando le zumban la pandereta al toro acorral¨¢ndolo contra las tablas; de que los toreros no le tomen el pelo al p¨²blico pegando trapazos sin prop¨®sito alguno de torear pero con unas ansias locas de cobrar.
No hab¨ªa en el palco un presidente con lo que hay que tener, es obvio, pues sacaron novillos y un sobrero que sali¨® era novillo tambi¨¦n; estaban inv¨¢lidos todos y s¨®lo fue sustituido uno; los picadores cometieron sus carniceras tropel¨ªas hasta alcanzar proporciones de abuso y escandalo... Los diestros, por su parte, no torearon de capa nada en absoluto, nunca, en ning¨²n caso, ni a la ver¨®nica ni ensayando quites floridos; y en los turnos de muleta, se pon¨ªan all¨¢, fuera de cacho en el trance de citar -se quiere decir fuera de cachito, dada la insignificancia del objeto citado- y en el de embarcar, met¨ªan el pico, apretaban a correr.
Corr¨ªan huyendo del novillo, evidentemente, aunque seg¨²n otros autores les entraban las prisas por si cerraban la caja. La inevitable divisi¨®n de opiniones consustancial a la fiesta, ya se sabe. Manzanares y Finito de C¨®rdoba fueron, de la terna, quienes m¨¢s corrieron, con el pico colgando. Sin embarg¨® Luis de Pauloba tampoco se quedaba atr¨¢s y contradiciendo el toreo exquisito que cuaj¨® apenas diez d¨ªas antes en la feria, citaba igualmente fuera-cacho, y met¨ªa el pico, y adem¨¢s templaba poco, y aguantaba menos. Menuda desilusi¨®n provoc¨® Luis de Pauloba entre los aficionados, que hab¨ªan tenido la amabilidad de recibirle con una ovaci¨®n.
Se tir¨® un espont¨¢neo, cay¨® estrepitosamente de culo y no pudo dar ni un pase porque lo atraparon las cuadrillas y luego se le abalanz¨® un batall¨®n de guardias que lo redujo por la v¨ªa expeditiva, asimismo denominada la fuerza bruta. El espont¨¢neo tambi¨¦n cobr¨®; pero en especie.
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