JORDI SEVILLA Fantasmas y espectros del 98
La relativa proximidad del centenario de los acontecimientos de 1898 y los debates a que dieron lugar entre nuestros intelectuales ha llevado a un reputado economista de la derecha a escribir un art¨ªculo sobre La econom¨ªa espa?ola y el espectro del 98, publicado en el diario EL PA?S el pasado 18 de mayo.Entre los economistas, como entre todos aquellos que trabajan en temas sociales, hay quienes analizan los problemas y ofrecen soluciones que mejoran la calidad de vida de los ciudadanos, y los hay que se basan en an¨¢lisis l¨²gubres, forjando su reputaci¨®n en el pesismismo, en anunciar desastres partiendo siempre de una proyecci¨®n simple a partir de pocos datos (si llueve tres d¨ªas seguidos dicen que moriremos ahogados por las inundaciones, y si deja de llover, que moriremos de sed), confiando en que se olvide el incumplimiento sistem¨¢tico de sus profec¨ªas.
Evocar ahora 1898 y su impacto en la sociedad espa?ola es oportuno. Y lo es precisamente para constatar que no se han cumplido las cat¨¢strofes que algunos, l¨²gubres de entonces, predijeron. Nuestra supuesta incapacidad cong¨¦nita para resolver "el problema espa?ol" y normalizar nuestro pa¨ªs en t¨¦rminos europeos se ha resuelto con esfuerzo y democracia, demostrando que no ¨¦ramos tan diferentes. Si comparamos 1995 con 100 a?os atr¨¢s, sobran los comentarios. La sociedad espa?ola, la sociedad en general, avanza en crecimiento, bienestar, calidad de vida, cultura, oportunidades individuales, libertad, a pesar de quienes se oponen a ello (incluso mediante guerras) y de quienes predican el hundimiento total para el pr¨®ximo cuarto de hora.
Toda sociedad tiene problemas siempre, de un tipo o de otro. Lo importante es tener la confianza en su superaci¨®n, aunque esto, superar unos problemas, a menudo genera otros, y as¨ª sucesivamente, en una especie de historia interminable.
Nos centraremos en el problema econ¨®mico. Y lo haremos a partir de cinco afirmaciones: nuestros, problemas econ¨®micos son hoy los de un pa¨ªs desarrollado; son compartidos con otros pa¨ªses de nuestro nivel de renta, tienen peculiaridades propias que los hacen m¨¢s agudos; tienen soluci¨®n y precisamente la pol¨ªtica econ¨®mica aplicada lo est¨¢ consiguiendo.
Extend¨¢monos, un poco, sobre esta ¨²ltima afirmaci¨®n. Estamos creciendo por encima de la media de la Uni¨®n Europea y lo seguiremos haciendo, al menos en los dos pr¨®ximos a?os; superada la crisis, se crean mil puestos de trabajo al d¨ªa; el ahorro y la inversi¨®n est¨¢n creciendo a tasas elevadas y los desequilibrios macroecon¨®micos se est¨¢n corrigiendo de acuerdo con un programa de convergencia conocido y plurianual (que, por cierto, fija el objetivo del 3% del PIB de d¨¦ficit p¨²blico en 1997 y no en 1999 como propone la derecha) que se est¨¢ cumpliendo escrupulosamente, reforzando as¨ª su credibilidad d¨ªa a d¨ªa.
Como consecuencia de todo ello, la peseta se est¨¢ recuperando -salvados los efectos de las turbulencias internacionales, es decir, ajenas-, la Bolsa mejora, la inversi¨®n extranjera vuelve a confiar en nosotros, nuestra deuda p¨²blica es menor que la media comunitaria y, comparando nuestra situaci¨®n con la media, estaremos entre los primeros pa¨ªses en la tercera fase d¨¦ la UEM en el momento en que se decida.
Esta selecci¨®n de datos ciertos, que no contradice la existencia de otros datos menos optimistas, y que fluct¨²an al alza y a la baja en tomo a una tendencia, transmite, sin embargo, una idea de la situaci¨®n de nuestra econom¨ªa y sus perspectivas muy distintas. de la reflejada por nuestro insigne noventaiochista. Y no, se trata s¨®lo del cl¨¢sico problema de la botella medio llena o medio vac¨ªa. Se trata de una visi¨®n distinta sobre la sociedad, el papel de la econom¨ªa y de un distinto nivel de an¨¢lisis sobre la realidad analizada, que, sin embargo, es la misma. Pero lo que no se puede negar, elevando a voluntad el nivel de abstracci¨®n del an¨¢lisis, es que ha habido un importante cambio del ciclo econ¨®mico y una reorientaci¨®n de la pol¨ªtica econ¨®mica en un, sentido todo ello positivo. No se puede, en suma, defender que todo va a peor y camino del desastre cuando la realidad y la historia muestran lo contrario, aun a pesar de los problemas del recorrido.
Quienes no han superado el sentimiento tr¨¢gico de la vida anunciaron que no saldr¨ªamos de la crisis econ¨®mica de 19921 1993, y salimos. Que la recuperaci¨®n ser¨ªa fr¨¢gil y ha sido s¨®lida. Que no se generar¨ªa empleo, y se est¨¢ haciendo. Que el d¨¦ficit p¨²blico crecer¨ªa exponencialmente, y se est¨¢ reduciendo. Que nos alejar¨ªamos de Europa y estamos convergiendo. ?Por qu¨¦ van a tener ahora m¨¢s credibilidad sus predicciones?
Sobre todo cuando no se est¨¢, discutiendo un asunto de velocidad en la resoluci¨®n de los problemas (siempre habr¨¢ quien crea que se puede, o incluso debe, ir m¨¢s r¨¢pido), o el se?alar otros problemas cuya soluci¨®n se cree olvidada. Lo que se est¨¢ es apuntando una especie de incapacidad para resolverlos e incluso un agravamiento permanente de los mismos.
Y para ello se recurre a un ardid bien conocido entre los polemistas de todas las ¨¦pocas. Seleccionar una o varias variables, elegir un periodo de tiempo conveniente para analizar su evoluci¨®n y precipitar conclusiones que refuerzan nuestra tesis. Ser¨ªa un m¨¦todo como el siguiente: la tasa de suicidios (o la de nacimientos) ha subido (o bajado) durante los ¨²ltimos cuarenta (o veinte) a?os, lo que demuestra la creciente e imparable insatisfacci¨®n de los ciudadanos sobre el presente y el futuro de nuestra sociedad. Es evidente que si cogemos otra variable, o la misma la analizamos durante un periodo temporal distinto, el resultado puede llegar a ser el opuesto. Pero esto no se dice. Y demostrando de esta pe culiar manera que vamos a peor, la explicaci¨®n requiere un culpable, casi siempre el Gobierno, al que, como axioma, ning¨²n m¨¦rito se le puede reconocer.
Se cuenta de un ministro franquista que escrib¨ªa la parte literaria de sus discursos y para darle un aire m¨¢s cient¨ªfico dejaba trozos en blanco para que sus colaboradores a?adieran "cuadros y datos que demuestren lo anterior". De manera parecida, determinados partidos pol¨ªticos actuales parecen pedir de algunos intelectuales "art¨ªculos que demuestren sus esl¨®ganes". Nada de malo hay en ello. Salvo el intentar ocultarlo bajo un aparente halo de cientificidad y esconder una leg¨ªtima opini¨®n pol¨ªtica bajo un aspecto de supuesto an¨¢lisis objetivo que parece hacerla inevitable. Un viejo truco con m¨¢s de cien a?os.
Definitivamente, reactivar el debate sobre el 98 puede ser muy ¨²til. Aunque s¨®lo sea para evitar las jeremiadas que tanto da?o nos han hecho a lo largo de nuestra historia.
es t¨¦cnico comercial y economista del Estado.
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