Parafernalia y don

Volvi¨® a la sala Aqualung el pol¨¦mico m¨²sico de Manhattan, Terence Trent D'Arby: compositor, productor, arreglista e int¨¦rprete de todos los temas que se incluyen en los cuatro trabajos editados hasta el momento. Vibrator es su ¨²ltima entrega, fuera ya de aquellos tres primeros discos con t¨ªtulos apocal¨ªpticos, casi b¨ªblicos, que pretendieron ser una trilog¨ªa surgida de un sue?o del m¨²sico anterior a la fama y previo a la consecuci¨®n de un trono cercano al sill¨®n vac¨ªo de Prince.Cuando D'Arby se sube al escenario ya se sabe que hasta pasadas dos horas y media no lo va a abandonar, porque el paseo que prepara con su repertorio incluye la mayor¨ªa de las canciones que mejor y m¨¢s profundamente han quedado grabadas en la memoria colectiva de su p¨²blico. Junto a una banda de cinco m¨²sicos, int¨¦rpretes pulcros y sin mayor protagonismo que el de acompa?ar correctamente al cantante, atraves¨® intensamente unas canciones siempre densas.

La voz de D'Arby deja patente, por encima de todo, su excepcional don para cantar sin esfuerzo alguno; porque si hay algo natural en toda su parafernalia musical son sus cuerdas vocales, apoyo inconfundible a unas composiciones de momentos brillantes y minutos interminables.

El barroquismo de Terence, reforzado en Vibrator por una sofisticaci¨®n perfectamente estudiada, surgi¨® en su directo desde un mayor ¨¦nfasis en el sonido el¨¦ctrico de unas guitarras que no dan la espalda a los padres de su m¨²sica, en la que James Brown tiene reservado un espacio muy especial.