Andar con cinco ojos
Del gran poeta vallisoletano Francisco Pino (1910), premio astilla y Le¨®n de las Letras, acaba de aparecer una obra estuchada, morada de tres vol¨²menes, que se titula, y da en el blanco, literalmente as¨ª: Siyno sino poes¨ªa ciertamente ciertamente. Antonio Piedra ha sido el encargado de reconstruir este maravilloso chigre (moliete y zumo) de cartulina y papel, con cargo editorial, jam¨¢s tan merecido, a la Fundaci¨®n municipal del Ayuntamiento de Valladolid y a la Fundaci¨®n Jorge Guill¨¦n, fundidas y confundidas a la hora en punto del milagro. De esta manera se completa el d¨ªptico o se dibuja la doble ala de la poes¨ªa de Pino, cuyo primer panel o aletazo se llam¨® Distinto y junto 1990), otros tres vol¨²menes estuchados, aquella vez a caro de la Junta de Castilla y Le¨®n. ?Poes¨ªa completa? S¨ª y o, que ¨¦se es el puro destino e quien se lanza a volar para firmarse en lo incierto. Pero s¨ª arranca del lector el deseo de barajar eso dado por separado: la Junta, la "poes¨ªa legible"; el Ayuntamiento y Guill¨¦n, la "poes¨ªa contemplable", la "poes¨ªa evidente". (Y no habr¨¢ patriota capaz de conseguir humillarme, ni siquiera bajo tortura, a que pronuncie expresiones tales como "poes¨ªa tradicional" y "poes¨ªa experiniental", cascabeles plomizo, de muchos gatos pardos que, al reflejarse en el buen tunt¨²n, hasta de o¨ªdas se toman porliebres.)A todo esto, ?por d¨®nde ¨ªbamos? Por el aire, que nunca es nuestro, como Pino de sobra sabe, sino del tiempo apalabrado (Distinto yjunto), del espacio agujereado (Siyno sino) y del coraz¨®n (pendiente del aire). Lo dem¨¢s como dec¨ªa Justo Alejo, "monsergas luego existan". Suelen chapotear en ese tipo de existir quienes tienden a separar cuanto es al mismo tiempo. Total, para pensar, en alta voz que el p¨¢jaro canta, picotea, come, defeca, huye del hombre, hace su nido e incluso vuela como si nada. De resultas de eso, ahora nos encontramos (Siyno sino) con el hilo m¨¢s privado del nudo corredizo con el que Pino sue?a para poner los huevos. Y no es escasa paradoja que al gunos llamen "visual" a la pe numbra altiva de ese dejarse ir, a esa confianza ciega en depositar lo que sigue sobre la pasa jera tibieza de un hueco.Puede el lector curioso preguntarse: "Muy bien, ?pero qu¨¦ hay dentro de ese estuche?". Hay felicidad. Un espacio para entregarse con placer a las tareas concebidas por una prodigiosa M¨¦quina dalicada (1981): "mirar con cinco dedos/ andar con cinco ojos". Los libros reunidos son ventanas, dibujos, caligraf¨ªas, tipograf¨ªas, fotograf¨ªas, manchas, guijarros, puertas del cielo, puertas del bosque, transparencias, agujeros, puertas sin puertas, ventanas sin ventanas. Y algo m¨¢s. Sobre todo, algo m¨¢s. All¨ª los ojos palpan lo que las manos ven. Y hasta ese territorio, infeliz y feliz, llega el recuerdo de la confesi¨®n: "Me he querido en el aire./ En el aire he querido" (M¨¢s cerca, 1965). Espacio siempre a¨¦reo, de la ra¨ªz a la copa, es el de Pino albergue de un respirar gozoso. Para darle a lo incierto el s¨ª y el no, la posibilidad de abrir o cerrar la boca: la del lobo y la de la poes¨ªa. De ah¨ª que resulte del todo imposible encerrar esa respiraci¨®n tan palpable en jaulas cronol¨®gicas o comparativistas (as¨ª lo dicen y as¨ª lo hacen). Relacionar esta escritura y el espacio de lo no escrito con movimientos literarios vanguardistas o neovanguardistas conduce, aun si¨¦ndolo, a quedarse corto. Pues llegar a Apollinaire es olvidarse de Mallarm¨¦ y citar a Kurt Schwitters supone silenciar a Kamenski y a los hermanos Burliuk, autores del futurista Tango con las vacas (segundo baile con Dieste en una misma semana). Te¨®crito, Dosiadas y Somias de Rodas ya dibujaban con palabras hachas, alas y altares, a la manera de Ptolomeo II, no ignorando tampoco que el ¨¢rbol de la vida empez¨® siendo un asombroso fruto de la "poes¨ªa concreta".Vuelve, pues, Pino a quedarse solo, para seguir aventur¨¢ndose en la raz¨®n ligera del aleteo inaugural: por y para la poes¨ªa. Sordo a las cr¨ªticas de Montaigne, quien, a finales del siglo XVI, ve¨ªa en estas cosas "sutilezas fr¨ªvolas y vanas". Y reconfortado con la actitud de una sor Juana, sabedora de que es mejor "consumir vanidades de la vida/ que consumir la vida en vanidades". ?rbol volandero, Pino es tambi¨¦n amigo de un p¨¢jaro carpintero que agujerea la corteza sin miga de las habituales obras completas.
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