El genio instintivo de Gershwin

La Europa musical de los a?os veinte quedar¨ªa un tanto desvirtuada sin la existencia de Gershwin, el americano en Par¨ªs que estiliz¨® con extraordinaria sensibilidad y refinamiento lo que entonces se denominaba negrismo, esto es, la inspiraci¨®n de muchos compositores en la tradici¨®n afroamericana de Estados Unidos.Gershwin fue un hombre de genio, un compositor de sorprendente instinto que cuando quiso estudiar con Mauricio Ravel, el autor del Bolero, le respondi¨® con agudeza: "?Para qu¨¦ quiere usted ser un mediocre Ravel si ya es un excelente Gershwin?".

La Filarm¨®nica de Madrid ha tenido el acierto de dedicar todo un programa al autor de la Rapsodia en blues, y lo ha hecho a trav¨¦s de un pianistade primer orden, como es Fran?ois Jo?l Thiollier, y la soprano americana Jo Ann Pickens. No se puede tocar mejor, con m¨¢s alto virtuosismo y mayor carga de gracia la m¨²sica de Gershwin, en la que Thiollier derroch¨® insuperable fantas¨ªa tanto en los bellos Preludios como en las versiones pian¨ªsticas de las canciones o en la Rhapsody in blue, que a veces se ha traducido como Rapsodia en azul con bastante incorrecci¨®n. Jos¨¦ M¨¦ndez Herrera, tan excelente escritor en castellano y en ingl¨¦s, me dec¨ªa siempre que, puestos a traducir, ser¨ªa m¨¢s exacto decir Rapsodia en triste, pero lo cierto es que el t¨¦rmino blues posee significaci¨®n propia y no precisa de versi¨®n alguna. Las personales melod¨ªas de Gershwin, "unidades que no pueden ser analizadas por fragmentos", como dir¨ªa Sch¨®enberg, la asimilaci¨®n del folclor afroamericano y la integraci¨®n del todo en algo que caracteriza mejor que otras expresiones m¨¢s pretenciosas lo estadounidense en m¨²sica, nos llegaron en traducci¨®n rutilante. No es de extra?ar en un pianista que en plena juventud - acumul¨® los premios Chaikovski y Reina Elizabeth.

No es especialmente bella la voz de Jo Ann Pickens, pero es sumamente atractiva, por aut¨¦ntica, bien pronunciada e inspirada, su expresividad, tanto en los n¨²meros l¨ªricos cuanto en los de tono callejero y popular. La uni¨®n con Phiollier nos depar¨¦ ese raro equilibrio entre voz y piano que escasas veces podemos disfrutar.