"Los hombres ganan, las mujeres pierden"
Susan Sontag no s¨®lo enamor¨® a los intelectuales de los a?os sesenta con su ensayo Contra la interpretaci¨®n, sedujo a los lectores masculinos y femeninos con una personalidad que pronto se convirti¨® en insignia. Para las mujeres fue la feminista perfecta; para todos, una inteligencia elegante que penetraba en la vida pol¨ªtica y la cultura con originalidad y firmeza. A lo largo de los a?os, desde aquel libro famoso que edit¨® a sus 33 a?os, Sontag -que hoy estar¨¢ en Madrid para presentar en la Feria del Libro El amante del volc¨¢n, su ¨²ltima novela- se ha agrupado entre los intelectuales norteamericanos que m¨¢s han interesado a los europeos: un pu?ado de escritores l¨ªderes en los setenta, desde Daniel Bell, Galbraith y Mary McCarthy hasta Norman Mailer.Esta raza intelectual en extinci¨®n mantiene con Susan Sontag, 62 a?os, una representaci¨®n vigorosa y muy pugnaz a partir de la energ¨ªa de sus proyectos y la determinaci¨®n de sus ideas. Contra la ambig¨¹edad puede ser el t¨ªtulo de su ensayo personal en esa vida donde ha combatido a favor de la paz, sea en Sarajevo o en Vietnam (Un viaje a Hanoi, 1968) ha superado un c¨¢ncer (La enfermedad como met¨¢fora, 1978) y, a diario, recrea la alerta contra la conformidad.
"Yo no pienso mucho en m¨ª. Me preocupa m¨¢s lo que pasa alrededor y a los otros. Soy una persona din¨¢mica que s¨®lo a veces se plantea problemas sobre ella misma. Me preguntan incesantemente si estoy reflejada en El amante del volc¨¢n. Probablemente mi personalidad est¨¢ diseminada en unos y otros personajes, porque a los personajes hay que quererlos; de otra manera, el libro nace muerto. Yo he tratado de hacer un buen libro".
Pregunta. Pero usted es coleccionista de grabados arquit¨¦ctonicos del siglo XVIII y el coleccionismo aparece una y otra vez.
Respuesta. Yo soy m¨¢s una acumuladora que una coleccionista. Una acumuladora de libros. Mi colecci¨®n no tiene importancia. Si hablo de ella es como una representaci¨®n de la obsesi¨®n y porque, en definitiva, el protagonista era un coleccionista. Mis repetidas reflexiones sobre el coleccionismo no son tanto un reflejo Personal como un resultado de mis observaciones. Yo soy una buena observadora y he vivido ya lo bastante como para conocer sobre asuntos diferentes.
P. ?Conoc¨ªa la ¨¦poca en la que est¨¢ ambientada la novela?
R. Conoc¨ªa lo bastante. Yo soy una persona cultivada. El libro lo prepar¨¦ a lo largo de seis meses tomando notas sobre su estructura, sus cap¨ªtulos, pero no haciendo investigaci¨®n. Como documentaci¨®n s¨®lo utilic¨¦ una biograf¨ªa de William Hamilton. Luego, ya en galeradas, me asalt¨® la duda de si hab¨ªa descrito bien un pasaje en el que Catherine, la primera esposa de Hamilton, toca el piano. Le¨ª entonces una historia del piano y, efectivamente, hab¨ªa cometido un error. Los pedales en el piano se inventaron en 1783, un a?o despu¨¦s de que ella muriera. Empec¨¦ a escribir teniendo el t¨ªtulo, un programa bien trazado y la frase que cierra la historia.
P. Sostiene que no habla de usted, pero varios de sus ensayos fueron un directo traslado de sus experiencias.
R. Eran cosas que me interesaban, pero tambi¨¦n me interesan muchas otras cosas. He visto la miseria en Sarajevo, la veo en las calles de Nueva York. Mis escritores favoritos son Juan Goytisolo y Jos¨¦ Saramago y no veo que ellos se planteen contar sus vidas. No siempre escribo sobre lo que m¨¢s me interesa personalmente, sino sobre aquello que considero m¨¢s necesario.
P. ?Pretende decir que se plantea la escritura como un servicio?
R. Servicio a la literatura, a la sociedad, s¨ª. Ahora estoy escribiendo una novela en la que la protagonista es una actriz. Es verdad que yo act¨²e de joven y he escrito teatro. El teatro me interesa, pero la historia no tiene que ver conmigo. Mi inter¨¦s es hacer obras literarias importantes -no m¨¢s ensayos, por favor- y s¨¦ que voy a hacerlo.
P. Parece muy segura.
R. No lo crea. Dudo con frecuencia, pero es verdad que tengo confianza en mi inteligencia, en mis capacidades. Lo que no quiere decir que yo me sienta confortablemente conmigo misma. Trato de mejorar cada d¨ªa.
P. Repite tres o cuatro veces en el libro que no se puede cambiar.
R. En mi caso yo siempre espero cambiar. Hay que ser muy cuidadoso en cuanto a imponerse a otros y tratar de cambiarlos seg¨²n nuestros gustos.
P. Aunque en El amante del Volc¨¢n los hombres aparecen en primer plano, usted entrega la ¨²ltima parte del libro de modo exclusivo a las mujeres.
R. Me interesaba que la historia fuera contada despu¨¦s desde los distintos puntos de vista de los personajes femeninos. Los actores principales -El Cavaliere, Nelson- son ganadores y ellas son las v¨ªctimas. Quer¨ªa que ellas se expresaran a su modo. Pod¨ªa haber terminado en la ¨²ltima l¨ªnea, de la tercera parte que le he mencionado, pero quise recobrar la historia a otro nivel de profundidad mayor.
P. En su opini¨®n, las mujeres son siempre perdedoras.
R. En mi opini¨®n, las cartas est¨¢n marcadas contra las mujeres. Cualquiera sabe bien que las mujeres act¨²an con un h¨¢ndicap en un mundo que han ordenado y controlan los hombres.
P. ?Ha tenido usted esa experiencia?
R. Soy una mujer y tengo las experiencias de cualquier mujer. El trato paternalista o condescendiente que se recibe, la manera de calificarnos... Si usted fuera mujer durante un mes sabr¨ªa perfectamente de lo que le estoy hablando.
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