¡°La comedia hay que abordarla desde el dramatismo¡±
Su aspecto algo antiguo o tradicional se adereza con esa chaqueta de cuadros, como de chulapo madrile?o, con la que pasea por la plaza de la Cebada. Nada contrasta con ese aire pueblerino que se respira en el centro de Madrid. S¨®lo dos chavales se quedan mirando a ese se?or serio, que, cuando sonr¨ªe lo hace casi en forma de mueca. Jos¨¦ Sazatornil, Saza, barcelon¨¦s de nacimiento, lleva trabajando como actor desde los 13 a?os, edad en la que se hizo aficionado. Hoy ya puede mirar hacia atr¨¢s y hacer recuento de centenares de espect¨¢culos teatrales y una cifra no menor de pel¨ªculas. Tiene un f¨ªsico casi incombustible; por eso, cuando la gente le ve por la calle le espeta admirado: "C¨®mo se conserva usted, Saza. Por usted no pasan los a?os". Y es que a Saza, exceptuando quiz¨¢s el ¨¢ngel anunciador que interpret¨® en una funci¨®n con seis. a?os o el recitado de la poes¨ªa Un loro cinco a?os m¨¢s tarde, siempre le han ofrecido papeles de mayor. As¨ª se ha conservado de incombustible. "Que Dios me lo conserve", exclama agradecido.
Hay dos nombres, uno del pasado y otro m¨¢s del presente, que han conseguido hacer de Sazatornil el actor de cine, hoy imprescindible en la comedia espa?ola de mayor raigambre costumbrista. Fue el productor Ignacio F. Iquino quien le ofreci¨® su primer papel en una pel¨ªcula titulada Fantas¨ªa espa?ola, en la que Saza hac¨ªa de sastre. "Iquino me descubri¨® para el cine y cre¨® el Saza", dice Sazatornil. "Reconociendo que cada uno habla de la feria seg¨²n le va, yo tengo recuerdos deliciosos de mi primera ¨¦poca del cine. Iquino era un productor y director encantador y cordial; las pel¨ªculas ten¨ªan una historia que ahora no tienen; la t¨¦cnica y los decorados eran perfectos. Iquino ten¨ªa en Madrid un peque?o Hollywood, pose¨ªa sus propios estudios, con todo lo necesario en plantilla: sastra, cerrajero, carpintero... Ten¨ªa seis despachos con gente escribiendo para ¨¦l, con actores y directores contratados, en el mismo estudio se doblaban las pel¨ªculas, pon¨ªa la m¨²sica, las distribu¨ªa y tra¨ªa pel¨ªculas de fuera. Nunca he vuelto a saber m¨¢s de una industria de esta clase en nuestro pa¨ªs", dice, mientras recuerda sin nostalgia la ¨¦poca dorada del cine en Espa?a.
Y si fue Iquino quien lo puso delante de una c¨¢mara, ha sido Berlanga quien ha sacado lo mejor de ¨¦l. Aunque la pareja Berlanga-Saza parece eterna, no lo es. S¨®lo tres pel¨ªculas, pero vaya tres, han unido estos dos nombres: El verdugo (1963), La escopeta nacional (1978) y Todos a la c¨¢rcel (1993), la ¨²ltima en la filmografia del director valenciano. ?Y por qu¨¦ ha sido Berlanga el vampirizador de la sangre c¨®mica de Saza? Por una sencilla raz¨®n, que confiesa el propio Saza: "Quiz¨¢s. hubiera sido un buen vendedor de corbatas o un representante de zapatos. Si soy actor algo que dese¨¦ desde ni?o, fue porque me llevaron al sitio adecuado en el momento adecuado. Yo nunca hubiera ido a ofrecerme". Berlanga debi¨® de olfatear ese car¨¢cter tan af¨ªn al vendedor an¨®nimo y, exceptuando el peque?o papel en El verdugo, dio en el clavo con los dos posteriores: un industrial catal¨¢n que organiza una cacer¨ªa en la finca de un marqu¨¦s para convencer a los invitados de que le patrocinen la venta de porteros autom¨¢ticos en La escopeta nacional o un modesto empresario de sanitarios que trata de cobrar una deuda millonaria de la Administraci¨®n en Todos a la c¨¢rcel.
"Con Berlanga me une una amistad y, sobre todo, una gran simpat¨ªa. Desde que hice mi primer trabajo con ¨¦l en El verdugo, me ha llamado para todas sus pel¨ªculas. Siempre le ten¨ªa que decir que no porque estaba haciendo teatro. Pero cuando me ofreci¨® La escopeta nacional no me pude negar. Hice un gran sacrificio, que no he vuelto a repetir, que fue compaginar funciones teatrales con el rodaje. Lo hice en aquella ocasi¨®n, pero no lo he podido volver a hacer. Todo eso es en honor a Berlanga. Despu¨¦s de La escopeta nacional tambi¨¦n me llam¨® y tambi¨¦n le tuve que decir que no. Pero cuando lleg¨® Todos a la c¨¢rcel, lo dej¨¦ todo, incluso mis vacaciones, y me fui con el se?or Berlanga a meterme en la c¨¢rcel de Valencia. Fue una aut¨¦ntica delicia", explica Sazatornil, quien se?ala los ingredientes del cine de Berlanga como los causantes de su ¨¦xito. "Siempre digo lo siguiente: usted coge un buen cocinero y le da dos patatas y no puede hacer nada. Yo comparo a los actores con los cocineros. Si uno tiene ingredientes buenos y suficientes se puede hacer un excelente plato. Eso es, lo que tienen las pel¨ªculas de Berlanga".
Yo comparo a los actores con los cocineros. Con buenos ingredientes se puede hacer un excelente plato
Y adem¨¢s, si uno hace caso a lo que dice Saza, para un director debe ser un chollo trabajar con ¨¦l. "A mi me cuesta mucho estudiar los guiones, necesito mucho tiempo. Envidio a muchos compa?eros que se leen el gui¨®n dos veces y ya se lo saben. A mi, nadie sabe lo que me cuesta. Yo ser¨ªa incapaz de hacer esas series de televisi¨®n que te dan un gui¨®n y te lo tienes que aprender para el d¨ªa siguiente. Cuando he hecho este tipo de series he tenido el gui¨®n tres meses antes de su rodaje. Pero, una vez aprendido el gui¨®n, en el cine no improviso nada, al contrario que en el teatro, que permite lo que yo llamo inspiraciones. No tengo nunca, jam¨¢s, problemas con los directores. Siempre estoy a disposici¨®n de ¨¦l y hago exactamente lo que me dice que haga. Nunca se me ha ocurrido decir esto o aquello al director. En eso soy muy obediente, serio y disciplinado".
Aunque ha hecho todo tipo de g¨¦neros, -drama, revista, comedia musical...-, es en la comedia c¨®mica en donde ha logrado mayor ¨¦xito y renombre. "No me considero un representante de la comedia espa?ola. He aprendido mucho viendo trabajar a mis compa?eros. La comedia hay que abordarla desde el dramatismo. Los personajes c¨®micos hay que hacerlos serios, porque si analizamos cualquier situaci¨®n c¨®mica en la vida real vemos que es dram¨¢tica. Esas cosas que hemos visto muchas veces, como el gran tropez¨®n de al guien que se va tambaleando hasta caer encima de, por ejemplo, una tarta, son verdadera mente tr¨¢gicas, porque ¨¦l que se cae hace el rid¨ªculo m¨¢s espantoso", dice.
Es de los pocos actores que se quitan m¨¦ritos a s¨ª mismos. Parece que todo se lo debe al destino, algo en lo que cree a pies juntillas y que le llega a preocupar seriamente. "Siempre repito que no he hecho nada, no he tenido que hacer nada, no puedo presumir de nada porque todo me lo han ido dando, desde aquel primer director que me llev¨® a una prueba para mi primer papel profesional, el de un gal¨¢n traidor, hasta la primera compa?¨ªa que cre¨® para m¨ª Iquino, hasta aquel funcionario militar que me dijo que no pod¨ªa hacer la mili por que me pod¨ªa llegar la hora en el servicio militar y no iba a estar disponible, como as¨ª fue. He llegado al cine gracias al destino, de eso estoy seguro". Y como est¨¢ en manos del destino, no quiere contar las conversaciones que est¨¢ manteniendo de cara a pr¨®ximos proyectos cinematogr¨¢ficos, no sea que el propio destino le juegue una mala pasada.
Babelia
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