El espejo
No es preciso malgastar la palabra conjura para explicar la intencionalidad de un frente pol¨ªtico y medi¨¢tico que quiere acabar con la era felipista. Pero magnificar el esp¨ªritu de la conjura supone minimizar las evidencias que la han propiciado, ah¨ª est¨¢n, en el espejo de la mon¨®tona realidad de todas las ma?anas, mon¨®tonos ya los esc¨¢ndalos, las corrupciones, las torpezas, las zafedades, las violaciones del c¨®digo de la cultura democr¨¢tica perpetrados, por demasiados gobiernos socialistas.Que se hurga en las grietas con la piqueta m¨¢s sa?uda es cierto, pero esas grietas existen y cada d¨ªa son mayores. Para recuperar el discurso de la raz¨®n democr¨¢tica por encima de la algarab¨ªa del linchamiento hay que aspirar a una situaci¨®n de inocencia original que pasa por la liquidaci¨®n del felipismo. Es un ismo lleno de corresponsables, aunque sea el jefe de Gobierno el que m¨¢s necesite una pasada por el limbo para volver alg¨²n d¨ªa desalienado de la perversi¨®n del poder.
Lo de las escuchas telef¨®nicas hay que atribuirlo a la magia de ese sombrero de copa inagotable del que salen progresivamente las m¨¢s prodigiosas y a, veces est¨²pidas fechor¨ªas perpetradas en las cloacas del poder. Pero el sombrero de copa alguien lo ha llenado de fechor¨ªas, que convoca para ofrecer la imagen de una Espa?a grotesca, precaria, que nada tiene que ver con el imaginario de la modernidad prometido en 1982.
El otro d¨ªa Fernando ?nega propuso a los radioyentes de una cadena espa?ola que dieran tres gritos de rigor, a manera de brindis al sol. ?Viva el Gobierno de la naci¨®n! ?Viva la inteligencia militar! ?Viva la modernidad! Las personas presentes en el estudio secundaron los tres gritos. Nos salva la iron¨ªa. Ese reconocimiento sentimental del fracaso de la raz¨®n.
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