Serra y nosotros
Qu¨¦ espl¨¦ndido, qu¨¦ emoci¨®n, si hubieramos podido ir a la guerra parapetados tras ¨¦l, convertido de pronto en un oso rugiente, lleno de valor, en un oso bueno que ha decidido alzarse y nosotros con ¨¦l. Qu¨¦ fuerza hubi¨¦ramos sacado de nuestra flaqueza ya muy castigada si nos hubiera convocado en la plaza p¨²blica, all¨ª donde los dem¨®cratas acuden para debatir y alentarse, si nos hubiera reunido abiertamente, sin silabeos, para proponernos un combate singular contra el doctor honoris causa y el empresario modelo. C¨®mo se hubiera estremecido nuestra piel de dem¨®cratas: pura carne de gallina al marcharnos a la guerra. Himnos y banderas y tambores, porrom, po, pom..., ?pom!Y si no eso, si eso no hubiera ido con su car¨¢cter de sagrario y secreter, si se mostraran gen¨¦ticamente incompatibles la posibilidad de la arenga y el gusto por la m¨²sica de rec¨¢mara -?rec¨®ndita armon¨ªa!- c¨®mo hubi¨¦ramos dado- un trozo de nos por hacerle una eleg¨ªa procedente: he ah¨ª quien hizo de la ventisca cuartelera una brisa joven y pac¨ªfica; he ah¨ª el ¨²nico de ellos, de los que fueron sent¨¢ndose en los sucesivos consejos' que plant¨® gallardamente cara a los corruptos; quien fue el Estado, ?bien derecho!; he ah¨ª, en fin, quien supo y casi venci¨®, aunque para saber se manchara como se manch¨®, aunque al final la triste historia de Espa?a demostrara una vez m¨¢s que lidiar con los fuertes s¨®lo tiene aqu¨ª un final, que la maldad supura y se repite, como un ajo, el hisp¨¢nico sabor. Una eleg¨ªa, al menos, para el que durante el combate, bravo, callado y solo, perdi¨®.
Paralizados, sin embargo, aqu¨ª continuamos. Observ¨¢ndole, sin que podamos escuchar su llamada a defenderle, a defendernos. Paralizados, sin poder hacerle siquiera un solo verso, aun p¨®stumo.
Ten¨ªamos ganas de salir a. la calle, lo s¨¦. ?Pero a qu¨¦ calle? Y ?por qu¨¦?
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