islam y platillos volantes
Pocas cosas han cambiado en, la vida cotidiana de Rabat en los ¨²ltimos a?os. Una de ellas es que miles de hogares disponen de antenas parab¨®licas que les permiten captar cadenas de televisi¨®n francesas, espa?olas,. anglosajonas, alemanas, ¨¢rabes y turcas. La noticia est¨¢ en que la posesi¨®n y uso de esas antenas es perfectamente legal. Una de las primeras decisiones del Tribunal Constitucional promovido por Hassan II para acelerar la democratizaci¨®n de su reino fue oponerse a las cortapisas que el Gobierno marroqu¨ª pretend¨ªa poner al florecimiento de las parab¨®licas. -As¨ª que las "paelleras" son tan visibles en lo alto de los chal¨¦s del lujoso barrio de Souissi como en los balconcillos repletos de ropa tendida de barrios populares como el Ocean.Cuando, se piensa que Arabia Saud¨ª y la Rep¨²blica Isl¨¢mica de Ir¨¢n han prohibido las parab¨®licas y que los movimientos islamistas de Argelia y Egipto combaten a esos artefactos como un invento diab¨®lico de Occidente, se comprende mejor la encomiable singularidad del reino jerifiano. A eso se a?ade que, por razones de proximidad geogr¨¢fica, en todo el norte de Marruecos se ven perfectamente los canales p¨²blicos y privados de la televisi¨®n espa?ola. Los partidos de f¨²tbol, los concursos con chicas ligeras de ropa, las pel¨ªculas er¨®ticas y los telediarios son los programas favoritos de los habitantes de T¨¢nger y Tetu¨¢n, que apenas tienen ojos para los dos canales marroqu¨ªes: el p¨²blico RTM y el privado y codificado 2M. De hecho, la hora de irse a la cama la establece en T¨¢nger el telediario de Carrascal. Los relojes marroqu¨ªes marcan en verano dos horas menos que los espa?oles y Carrascal es muy apreciado por sus corbatas y su ¨¢cida y pesimista visi¨®n de la realidad espa?ola.
Retroceso
Pero volvamos a las parab¨®licas. El pasado abril y tras varios meses de debates, el parlamento iran¨ª decret¨® la prohibici¨®n de la compra, instalaci¨®n y uso de estas antenas en la Rep¨²blica Isl¨¢mica. Los iran¨ªes, que durante los dos a?os anteriores hab¨ªan disfrutado de la tolerancia oficial respecto a esos aparatos, lo interpretaron como un brutal retroceso en la apertura liderada por el presidente Rafsanyani. Su respuesta a la prohibici¨®n, seg¨²n ha informado Elaine Sciolino en The New York Times, es esconder cada noche las antenas bajo ramas de ¨¢rboles, lienzos de pl¨¢stico o ropa tendida, y desmantelarlas con la salida del sol. Es la misma semiclandestinidad contada por Juan Goytisolo en su ¨²ltimo viaje a Argel. "El programa de los grupos radicales para reislamizar la sociedad", escribe Goytisolo, "ha cosechado un significativo fracaso en lo tocante a las antenas parab¨®licas. Incluso en las zonas m¨¢s degradadas de la Kasba abundan los inmuebles que disponen de ellas, bien directamente por cotizaci¨®n entre sus moradores, bien mediante conexiones ingeniosas o chapuceras con la antena m¨¢s cercana, ¨²nico elemento de consuelo o de distracci¨®n de sus vidas angostas y sin horizontes, los habitantes se atracan de im¨¢genes enga?osas y anestesiantes de la supuesta org¨ªa consumista europea, del Gran Mercado del Mundo con sus productos en serie de sexo y violencia". Las expediciones de los islamistas argelinos contra las antenas parab¨®licas no cosechan resultados duraderos. Una vez que los "barbudos" se van, los vecinos vuelven a conectarlas.
Lo mismo ocurre en Egipto, en cuyos techos han crecido como champi?ones unas 250.000 parab¨®licas. Los predicadores de la versi¨®n m¨¢s cerril del Islam predican todos los viernes contra lo que llaman "platillos volantes", que, seg¨²n dicen, difunden "los mensajes del Papa cat¨®lico y los rabinos jud¨ªos" junto con im¨¢genes de "hombres y mujeres completamente desnudos libr¨¢ndose a la fornicaci¨®n". En el Valle del Nilo, seg¨²n cuenta Alexandre Buccianti en Le Monde, algunas autoridades laicas tambi¨¦n se suman a la yihad contra las parab¨®licas con el argumento de que los trabajadores pasan las noches mirando programas pornogr¨¢ficos. El debate sigue abierto en Egipto, pero en Arabia Saud¨ª acaba de ser zanjado con la prohibici¨®n de las parab¨¦licas.
Lo que une a Marruecos con Ir¨¢n, Argelia, Egipto y Arabia Saud¨ª es que los programas de su cadena p¨²blica de televisi¨®n son oficialistas y aburridos. As¨ª que los marroqu¨ªes, como la mayor¨ªa de sus parientes ¨¢rabes y musulmanes, prefieren ver las noticias, el f¨²tbol y las peliculas en ingl¨¦s, franc¨¦s o espa?ol, y, los s¨¢bados, los programas er¨®ticos de las cadenas turcas Show-TV o Cine 5. -Ellos, eso s¨ª, lo hacen legalmente.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.