La desigualdad econ¨®mica entre espa?oles dejar¨¢ de reducirse en la d¨¦cada de los noventa
La reducci¨®n en la desigualdad econ¨®mica que Espa?a experiment¨® en la d¨¦cada de los ochenta no se repetir¨¢ en la de los noventa. En los a?os que cerrar¨¢n el siglo XX es posible que Espa?a no sea m¨¢s desigual, pero tampoco ser¨¢ m¨¢s igualitaria, seg¨²n la opini¨®n de algunos de los expertos que han participado en el II Simposio sobre Igualdad y Distribucion d¨¦ la Renta y la Riqueza, recientemente organizado en Madrid por la Fundaci¨®n Argentaria. En los ochenta las diferencias entre los ricos y los pobres espa?oles se redujeron. En los noventa, como poco, se mantendr¨¢n.
Al contrario de lo que ocurri¨® en muchos pa¨ªses de la OCDE fundamentalmente Estados Unidos y Reino Unido, pero tambi¨¦n Suecia- Espa?a redujo la pasada d¨¦cada sus desigualdades sociales. En los a?os comprendidos entre 1980 y 1990, el 10% m¨¢s pobre d ¨¦ la poblaci¨®n pas¨® de tener un 2,75% de participaci¨®n en la renta monetaria disponible (los ingresos ordinarios del hogar) a un 3,15%, es de cir mejor¨® su posici¨®n un 14,5%, mientras el 30% m¨¢s rico disminu¨ªa su participaci¨®n un 7,7%.Diversos factores, como una escasa dispersi¨®n salarial y una acci¨®n m¨¢s amplia de las pol¨ªticas p¨²blicas, contribuyeron a reducir las desigualdades en los ochenta. Pero muchos de esos factores, seg¨²n expusieron los investigadores del Instituto de Estudios Fiscales, Luis Ayala, Rosa, Mart¨ªnez y Jes¨²s Ruiz-Huerta, est¨¢n ahora en solfa. De hecho, seg¨²n el Informe Econ¨®mico BBV 1993 en los tres primeros a?os de esta d¨¦cada, el 20% m¨¢s pobre de la poblaci¨®n mantiene casi la misma participaci¨®n en la distribuci¨®n de la renta (7,36% en 1991, 7,34% en 1992, y 7,34 en 1993).
A juicio de Luis Ayala, ser¨¢ el mercado de trabajo el que m¨¢s contribuir¨¢ al freno de la reducci¨®n de las desigualdades. Y lo har¨¢ en un doble ¨¢mbito: el de una mayor desigualdad salarial entre los que trabajan, y la desigualdad entre los que tienen empleo y los que est¨¢n en paro.
La desigualdad salarial es un fen¨®meno que se dio en la mayor¨ªa de los pa¨ªses industrializados en los ochenta y que en Espa?a no ocurri¨® por varias causas. La primera, por el efecto amortiguador del empleo p¨²blico, mucho m¨¢s igualitario salarialmente que el privado y que, creci¨® a tasas espectaculares, un 40% frente a un 11 % en el sector privado. Adem¨¢s, en la industria a¨²n no se daban nuevas formas de tecnolog¨ªa, que ahora ya est¨¢n en marcha, al tiempo que los servicios permanec¨ªan cerrados a la competencia.Ahora la oferta de empleo p¨²blico se congela, la tecnolog¨ªa se aplica y los servicios se tienen que abrir. "La contrapartida de la liberalizaci¨®n", dice, Ayala, "es tener m¨¢s desigualdad".
En cuanto a la dualizaci¨®n entre los activos y los parados, cree que la estructura productiva del pa¨ªs no dar¨¢ suficiente de s¨ª para crear empleo estable.
La distinta posici¨®n de la que part¨ªa Espa?a en los ochenta y los cambios pol¨ªticos y sociales que se produjeron impulsaron la reducci¨®n de las desigualdades.Se instaur¨® un nuevo r¨¦gimen fiscal que contribuy¨® a la redistribuci¨®n de la renta, y se aument¨® el gasto social por encima de la media europea (subi¨® tres puntos en Espa?a, hasta el 21,4% del PIB, y en la CE, medio punto -26% - del PIB-). Pero, adem¨¢s, no se dieron fen¨®menos que se daban en otros pa¨ªses.
Red familiar
No hab¨ªa, por ejemplo, desigualdad salarial. La extensi¨®n de las pensiones, tanto asistenciales como contributivas, contribuy¨® a esa reducci¨®n de la desigualdad, y el desempleo -con una tasa doble a la europea- parad¨®jicamente no la impidi¨® -gracias a la extensi¨®n del seguro de paro -el 50% de los ingresos de los parados eran transferencias- y, sobre todo, la red familiar que proteg¨ªa a los desempleados, un aspecto de tremenda importancia si se tiene en cuenta que, seg¨²n la Encuesta de Poblaci¨®n Activa, el 60% de los parados ten¨ªa menos de 30 a?os, y m¨¢s de la mitad eran hijos que segu¨ªan viviendo con sus padres.En Espa?a coinciden ahora, adem¨¢s, razones presupuestarias que, seg¨²n Ayala, limitar¨¢ seguir reduciendo la desigualdad. Por ejemplo, cualquier reducci¨®n en las pensiones de jubilaci¨®n o el endurecimiento en las prestaciones de desempleo contribuir¨ªa a ampliar la brecha entre ricos y pobres.
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