El debate sobre el agua
El agua es nuestro m¨¢s precioso recurso natural y el mayor condicionante del desarrollo sostenible de nuestro territorio. Y lo ser¨¢ cada vez m¨¢s. Por ello, hay que evitar que un problema tan complejo y tan vital para Espa?a se manipule demag¨®gicamente, aunque a ello inviten las circunstancias electorales y la extrema sequ¨ªa que sufrimos desde 1991.El problema m¨¢s acuciante es la sequ¨ªa que padecen amplias zonas del sur y del centro. Es la m¨¢s grave y prolongada del siglo. Nadie niega ya su excepcionalidad, aunque primero se acus¨® al Gobierno. de exagerarla para justificar as¨ª los d¨¦ficit h¨ªdricos estimados en el Plan Hidrol¨®gico Nacional (PHN), y ahora, los mismos nos acusan de imprevisi¨®n por no haber acometido las obras de regulaci¨®n cuya necesidad rechazaban antes.Desde finales del 91 al oto?o del 94 las aportaciones de agua en las regiones afectadas han sido s¨®lo el 28% de lo normal. Desde el oto?o pasado se han reducido un 15%.
Muchos de los embalses terminados en los ¨²ltimos a?os no han podido llenarse ni siquiera una vez, y la primavera que acaba ha sido peor que las anteriores. En consecuencia, las reservas se sit¨²an en el 12% de su capacidad, un 60% de las de hace un a?o, y la sobreexplotaci¨®n de los acu¨ªferos en las zonas cr¨ªticas ha aumentado gravemente. Los nueve kil¨®metros c¨²bicos de reservas disponibles en 1991 se han reducido a menos de tres, lo que refleja la gravedad de la situaci¨®n y, a la vez, obliga a pensar c¨®mo hubi¨¦semos podido hacerle frente sin las infraestructuras de regulaci¨®n hiperanual, con frecuencia tan denostadas, que han permitido acumular esas reservas. Para hacer frente a esta situaci¨®n extraordinaria, el Gobierno ha puesto en marcha medidas asimismo extraordinarias y obras de emergencia que no se justificar¨ªan en una situaci¨®n normal y que no pueden presentarse como ejemplo de falta de previsi¨®n. Por su propia naturaleza, estas actuaciones deben ser la respuesta gradual a la evoluci¨®n de una situaci¨®n excepcional. No hacerlo as¨ª ser¨ªa dilapidar los siempre escasos recursos p¨²blicos. Las primeras medidas se tomaron en febrero de 1992. Desde entonces se han invertido m¨¢s de sesenta mil millones de pesetas para garantizar los abastecimientos urbanos. Gracias a estas medidas se ha podido evitar que, salvo el caso de C¨¢diz, ninguna ciudad haya padecido restricciones continuadas hasta finales de 1994.
Todas las obras aprobadas en febrero de este a?o se finalizar¨¢n antes de finales de julio, para asegurar la continuidad de los abastecimientos en las zonas urbanas donde la demanda se va a incrementar durante el verano, aunque para ello ser¨¢ necesario tambi¨¦n un permanente ejercicio de moderaci¨®n en el consumo. Esto implica ejecutar en un tiempo r¨¦cord obras complejas y vencer resistencias irracionales de los intereses locales afectados. Agradezc¨¢moslo a la profesionalidad y eficacia de nuestra Administraci¨®n hidr¨¢ulica.
En previsi¨®n de que la situaci¨®n de extrema sequ¨ªa pudiera continuar en oto?o, est¨¢n en estudio nuevas medidas en cuatro grandes tipos de actuaciones: explotaci¨®n de nuevos pozos all¨ª donde sea posible (aunque desde 1991 se han alumbrado ya recursos subterr¨¢neos para abastecer una regi¨®n como Madrid), conexiones de los embalses todav¨ªa con recursos a las zonas deficitarias (es decir, trasvases, a mayor o menor distancia, pero trasvases a fin de cuentas), transporte por barco y construcci¨®n de plantas desaladoras modulares. Obviamente, ninguna de estas costosas medidas se pondr¨¢ en marcha antes de que se estimen necesarias, esperando que no todas lleguen a serlo.
Pero la actual sequ¨ªa no hace sino reflejar, agrav¨¢ndolos, los problemas estructurales del agua en Espa?a, que requieren una planificaci¨®n hidrol¨®gica capaz de abordar el equilibrio intercuencas y el r¨¦gimen econ¨®mico del agua.
Sin embargo, la falta de un consenso suficiente sobre el PHN y los importantes conflictos territoriales, ambientales y econ¨®micos suscitados durante su preparaci¨®n no deben minusvalorar la intensa pol¨ªtica hidr¨¢ulica desarrollada en el actual marco legal, materializada en 600.000 millones de inversi¨®n en el periodo 1992-1995.
Estas inversiones se han dedicado fundamentalmente a la defensa contra inundaciones, que representa el 40% del total; la modernizaci¨®n de regad¨ªos, con el 30% y tendencia muy significativa al alza; los abastecimientos a ciudades, que alcanzan ya el 20%, mientas que las inversiones en nuevos regad¨ªos se han reducido al 11% de este esfuerzo inversor.
Por tanto, abastecimientos, modernizaci¨®n de regad¨ªos y defensa contra inundaciones son las tres prioridades de nuestra pol¨ªtica hidr¨¢ulica. Adem¨¢s, en materia de recursos h¨ªdricos no convencionales, los objetivos propuestos de forma inmediata son multiplicar por ocho la capacidad de reutilizaci¨®n y por 15 la de desalaci¨®n.
Por otra parte, existe un conjunto de cuestiones estructurales de la pol¨ªtica hidr¨¢ulica sobre las que el Gobierno ya ha avanzado sus propuestas y sobre las que ser¨ªa bueno conocer tambi¨¦n la postura de otros grupos pol¨ªticos que, hasta el momento, no se puede deducir de las numerosas descalificaciones recibidas como ¨²nica respuesta. Sin ¨¢nimo de ser exhaustivo, las siguientes me parecen especialmente importantes:
1. El anteproyecto del Plan Hidrol¨®gico Nacional propone interconectar f¨ªsicamente algunas cuencas hidrogr¨¢ficas para optimizar la utilizaci¨®n del agua en el territorio. Las cr¨ªticas se han limitado a afirmar que se han calculado mal recursos y necesidades. Este tipo de c¨¢lculos siempre ser¨¢ controvertido y mejorable, y nunca se considerar¨¢ adecuado por todos, pero, estando fuera de duda la viabilidad esencial del proyecto, existe una cuesti¨®n previa de fondo: ?se est¨¢ o no de acuerdo con la interconexi¨®n de las cuencas como principio pol¨ªtico sobre el que sustentar la planificaci¨®n hidrol¨®gica?
En este sentido, cuando el se ?or Aznar declara a la revista Ecolog¨ªa y Sociedad que "hay una cuesti¨®n que nos parece esencial, que es respetar la naturaleza que ha hecho Espa?a como es; es decir, tiene una zona h¨²meda al norte y una zona semi¨¢rida en el resto del territorio nacional, y este elemento que nos ha dado la naturaleza y la geograf¨ªa nos parece que no debe intentar ser alterado sustancialmente por el hombre y mucho menos por los pol¨ªticos con dinero p¨²blico", ?est¨¢ optando clara y conscientemente por un modelo de desarrollo hidr¨¢ulico independiente para cada cuenca hidrogr¨¢fica, o es un intento m¨¢s de quedar bien con el interlocutor de turno y evitar el verdadero debate?
2. El actual r¨¦gimen econ¨®mico del agua est¨¢ basado en la repercusi¨®n al usuario de los costes de las infraestructuras hidr¨¢ulicas y en la gratuidad del agua como recurso; en una imagen muy gr¨¢fica, se cobra el vaso, pero no el agua que suministra. En los debates en el Consejo Nacional del Agua sobre el Plan Hidrol¨®gico, ha ido muchas opiniones favorables a modificar este r¨¦gimen, estableciendo un precio sobre el agua por tratarse de un recurso escaso. Tambi¨¦n ha habido oposiciones radicales de los sectores afectados. Es, sin duda, preciso un alto grado de consenso pol¨ªtico para acometer cualquier modificaci¨®n del r¨¦gimen actual, para lo que se han avanzado propuestas sin que haya sido posible conocer la opini¨®n del PP, distinta de las consabidas acusaciones de "voracidad recaudatoria", etc¨¦tera.
3. El Partido Popular ha exigido la elaboraci¨®n de un Plan Nacional de Regad¨ªos como condici¨®n previa e indispensable para el Plan Hidrol¨®gico Nacional. ?Cree de verdad que, en un pa¨ªs con d¨¦ficit h¨ªdrico como Espa?a, la planificaci¨®n hidrol¨®gica puede consistir en c¨®mo obtener el agua para hacer los regad¨ªos que se desee, o m¨¢s bien es preciso considerar el agua como factor determinante de ¨¦stos? ?Es posible elaborar un minucioso plan de regad¨ªos sin haber fijado previamente los recursos de agua disponibles? Desde esta perspectiva, las propuestas del PP m¨¢s parecen maniobras dilatorias para evitar que el PHN llegue a las Cortes que planteamientos racionales para impulsar su elaboraci¨®n. 4. Se ha planteado muchas veces c¨®mo deber¨¢n coordinarse los distintos planes de cuenca con el Plan Hidrol¨®gico Nacional. El PP exige que la aprobaci¨®n administrativa de los planes de cuenca debe preceder a la del PNH. ?Pero es que es posible que el Plan Hidrol¨®gico Nacional se limite a agregar los planes de cuenca? Sin duda, no. Por el contrario, es necesario un Plan Hidrol¨®gico Nacional que armonice, integre, racionalice, desde la ¨®ptica de un equilibrio territorial intercuencas, los planes de cada una de ¨¦stas.
El PHN no puede venir despu¨¦s de los planes de cuenca. S¨®lo ser¨ªa posible si ¨¦stos fueran independientes entre s¨ª, pero entonces no ser¨ªa necesario el PNH. Prec¨ªsamente porque los planes de cuenca son interdependientes, el PNH debe resultar de un proceso de planificaci¨®n interactivo, a dos niveles territoriales, el de las cuencas y el del conjunto del pa¨ªs. Una vez m¨¢s, estamos ante argumentos absurdos t¨¦cnicamente que no esconden sino maniobras dilatorias de quien no quiere pronunciarse, sobre eso como sobre tantas otras cosas.
5. El ahorro y la modernizaci¨®n de regad¨ªos son una imprescindible l¨ªnea de actuaci¨®n impulsada por el Gobierno, pero que tambi¨¦n tiene sus l¨ªmites, y no puede ser la soluci¨®n m¨¢gica de los problemas. Entre otras razones, porque exigen inversiones muy importantes, dentro de una amplia gama que puede ir desde algo m¨¢s de cien pesetas por metro c¨²bico, en funci¨®n de ¨¢reas geogr¨¢ficas y usos del agua. ?Pueden aceptarse en las cuencas excedentarias costes marginales de las actuaciones en ahorro cuatro o cinco veces superiores a los de las obras de regulaci¨®n? ?Pueden aceptarse los mismos costes de ahorro en abastecimiento que en, regad¨ªos en la cuenca del Duero que en la del Segura, por citar s¨®lo dos ejemplos de situaciones contrastadas en el uso del agua? ?Qui¨¦n va a pagar los costes de ese proceso de modernizaci¨®n? ?El que ahorra el recurso que consume o el que lo suministra? ?Puede concebirse seriamente al margen de un sistema de precios del agua que incentive el ahorro?
6. En materia de desalaci¨®n, el Gobierno tambi¨¦n se ha marcado objetivos. ambiciosos, pero, el coste del metro c¨²bico de agua obtenido por esta v¨ªa, entre 125 y 150 pesetas, lo limita a casos muy particulares de abastecimientos urbanos. ?Es veros¨ªmil considerar que la soluci¨®n del problema del agua es la desalaci¨®n para hacer frente a una demanda de usos agr¨ªcolas? ?O es que puede regarse de forma sistem¨¢tica con agua desalada a 125 pesetas el metro c¨²bico?
En ocasiones, se dice que los sistemas de desalaci¨®n por cogeneraci¨®n permiten rebajar este coste a partir de los 30 metros c¨²bicos. ?Se es consciente de que este coste s¨®lo se consigue a trav¨¦s de una subvenci¨®n del sistema el¨¦ctrico? ?Por qu¨¦ no se explica claramente a los ciudadanos que esta subvenci¨®n deber¨¢n terminar pag¨¢ndola los consumidores de electricidad? Si el Partido Popular tiene informaci¨®n sobre otros sistemas de desalaci¨®n que permitan reducir sus costes, ser¨ªa de un gran inter¨¦s p¨²blico conocerlos.
7. En materia de aguas subterr¨¢neas, el problema verdaderamente grave es que estamos explotando y poniendo en peligro muchos de nuestros acu¨ªferos. Podemos, sin duda, proseguir la b¨²squeda de nuevas reservas y explotar a¨²n m¨¢s las existentes. En algunos casos, porque no queda m¨¢s remedio. Desde 1991 hemos alumbrado reservas para alimentar una regi¨®n como Madrid. Pero empiezan ya a producirse serias resistencias ambientales y territoriales a un ritmo creciente de extracciones. Si piensa el PP que no estamos haciendo lo suficiente, ?qu¨¦ acu¨ªferos y en qu¨¦ volumen explotar¨ªa?, o, por poner un ejemplo concreto, ?estar¨ªa dispuesto a apoyar la realizaci¨®n de sondeos en la Sierra de las Nieves, como parte de la soluci¨®n coyuntural a los problemas de abastecimiento en la Costa del Sol? ?Est¨¢ a favor o en contra? ?O est¨¢, como siempre, en ambas posiciones a la vez? .
En definitiva, el verdadero y necesario debate sobre el agua deber¨¢ hacerse en torno a estas cuestiones El pasado periodo electoral no ha sido propicio para ello. Demasiados silencios y demasiadas apelaciones viscerales al sentimiento de agravio entre territorios. En los pr¨®ximos meses tendremos ocasi¨®n, de saber hasta qu¨¦ punto el agua es, adem¨¢s de un problema, una gran oportunidad de vertebrar y cohesionar este pa¨ªs.
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