Atentado integrista

LA GUERRA que el integrismo egipcio libra contra el r¨¦gimen de El Cairo desbord¨® ayer las fronteras del pa¨ªs para perseguir a su objetivo m¨¢s codiciado, el presidente Hosni Mubarak. Las acusaciones y desmentidos intercambiados como consecuencia de la tentativa de magnicidio garantizan, por a?adidura, que la gravedad del hecho se vea redoblada por el car¨¢cter internacional del incidente.La naturaleza de la tentativa, especialmente temeraria, tiene toda la impronta del atentado suicida que le cost¨® la vida al predecesor de Mubarak, Anuar el Sadat, asesinado en 1981, cuando se conmemoraba en El Cairo el aniversario de la guerra contra Israel de octubre de 1973. En aquella ocasi¨®n, el propio Mubarak result¨® ligeramente herido. Desde aun antes de llegar al poder, el presidente egipcio ha sido uno de los m¨¢ximos objetivo del terrorismo integrista, que ve en ¨¦l un implacable y muy s¨®lido enemigo pol¨ªtico.

Aunque no ha habido todav¨ªa atribuci¨®n oficial de la intentona, una organizaci¨®n del terrorismo integrista egipcio, Talah el Fatah (Vanguardia de la Conquista), se felicitaba del mismo y aseguraba que no tardar¨ªa en tener ¨¦xito una pr¨®xima tentativa. El grupo, brazo armado de, la Yihad Isl¨¢mica, -no es sino uno de los nombres de fortuna de las variadas escisines terroristas de la Hermandad Musulmana,alma mater del radicalismo sun¨ª en el mundo ¨¢rabe, aunque, en general trate de actuar dentro de la legalidad cuando le dejan.

Mubarak, por su parte, no vacil¨® ayer en acusar directamente a Sud¨¢n de inspirar el atentado y de dar cobijo y tr¨¢nsito a los terroristas, con lo que el caso adquiere una gravedad inter¨¢rabe de la mayor envergadura. Fuentes de Jartum, en cualquier caso, han descartado toda vinculaci¨®n con el atentado.

El primer ministro, israel¨ª, Isaac Rabin, arrimando el ascua a su sardina, acusaba a Ir¨¢n de hallarse tras de la intentona. El r¨¦gimen de Teher¨¢n est¨¢ bajo embargo norteamericano y es, m¨¢s que cualquier otro Estado isl¨¢mico, sin excluir a Libia, quien m¨¢s encarnizadamente se opone al progreso de las negociaciones de paz israelo-palestinas, uno de los principales frentes de lucha del integrismo isl¨¢mico.

El integrismo. suicida y criminal sostiene una guerra en Argelia contra un poder, la Junta Militar,no menos antidem¨®cr¨¢tico. En Egipto intenta una escalada similar. Y sirve de adecuado pretexto al r¨¦gimen autoritario de El Cairo para su extrema parsimonia en la democratizaci¨®n del pa¨ªs. Todo ello llena de inquietud, a la. Europa fronteriza con la ribera sur del Mediterr¨¢neo.

En todo caso, este integrismo cuenta ya con s¨®lidas bases institucionales en el mundo isl¨¢mico. Y en Sud¨¢n las tiene de manera oficial, cualquiera que sea su relaci¨®n con el atentado. Las ha tenido en el r¨¦gimen iran¨ª. Y cuenta con ellas en la propia Arabia Saud¨ª, no por esa raz¨®n menos prominente aliado de Estados Unidos y el mundo occidental.

El frustrado magnicidio marca, por todo ello, un paso m¨¢s en la intensificaci¨®n de la inter-isl¨¢mica entre unas fuerzas con indudable apoyo popular, cuya receta para el futuro es s¨®lo caos y destrucci¨®n, y unos reg¨ªmenes, en su mayor¨ªa descarrilados tanto en la v¨ªa del progreso material como en el de la institucionalizaci¨®n de sistemas democr¨¢ticos. Esta ¨²ltima carencia es, sin duda, la mejor conductora de aquel fanatismo.