Gritos, rumores, murmullos y susurros
En su ¨²ltima comparecencia como vicepresidente, Serra soport¨® gestos y voces tan agrias como la semana pasada
El list¨®n de los gritos se situ¨® tan alto en la comparecencia de Narc¨ªs Serra el mi¨¦rcoles pasado que ayer s¨®lo pudieron escucharse en muy contadas ocasiones y en el duro debate marginal que se suscit¨® entre Rodrigo Rato, portavoz del PP, y Narc¨ªs Serra. El resto estuvo m¨¢s cerca de lo que los taqu¨ªgrafos de la C¨¢mara trasladan habitualmente al diario de sesiones como "rumores". Incluso habr¨ªa que hacer un ejercicio imposible de matizaci¨®n parlamentaria y hablar de murmullos y susurros. Felipe Gonz¨¢lez, durante su intervenci¨®n, soport¨® una treintena de protestas procedentes de los esca?os populares. Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, 17 de origen socialista.
Saldada esta cuenta, y como la tarde iba de esp¨ªas, anduvo plagada de sorpresas. La fundamental: que de esp¨ªas no se habl¨® demasiado. Adem¨¢s, Aznar, en la r¨¦plica se mostr¨® notablemente m¨¢s brillante que en ocasiones anteriores y super¨® de modo muy holgado lo que hasta ahora constitu¨ªa su flanco m¨¢s d¨¦bil en la confrontaci¨®n parlamentaria.
Y hubo m¨¢s. Julio Anguita, que soporta en muchas ocasiones un cierto tono de cachondeo sintetizado en el "programa, programa, programa", se arranc¨® ayer con una catilinaria dirigida a los bancos socialistas para exhortarles a convertirse a la izquierda verdadera.
Y m¨¢s sorpresas. El portavoz de Convergencia i Uni¨®, Joaquim Molins, que es un actor parlamentario de muy inferior cotizaci¨®n a la de su compa?ero Josep L¨®pez de Lerma, que le precedi¨® la semana pasada, no fue capaz de responder una sola s¨ªlaba a la le?a dura, y persistente, que Aznar dedic¨® en la primera intervenci¨®n a su l¨ªder, el presidente de la Generalitat, Jordi Pujol.
Arrullos en la tribuna
Quiz¨¢ porque la tarde anduvo entre el susurro y el murmullo, produjo sucesos extraparlamentarios rigurosamente ins¨®litos que mantuvieron la atenci¨®n de la mesa de la C¨¢mara. Un conocido catedr¨¢tico acudi¨® a la tribuna de invitados y dedic¨® buena parte de sus esfuerzos al arrullo con su pareja. Tan notorio, fue el espect¨¢culo que desde la presidencia de la C¨¢mara se sigui¨® con cierta alarma. Algunos diputados lo propagaron por los pasillos con el correspondiente recochineo y por fin, a las siete menos veinticinco de la tarde, mientras sonaba en el hemiciclo el meloso acento canario de Lorenzo Olarte, la dama que acompa?aba al profesor recost¨® la cabeza sobre su hombro, adormil¨¢ndose hasta que el celo administrativo de un joven conserje puso fin, con gestos corteses, al ins¨®lito devaneo.
Tampoco es frecuente que el portavoz del Grupo Socialista consiga como logr¨® ayer Joaqu¨ªn Almunia, hasta ocho aplausos entusiastas de su grupo en una intervenci¨®n, relativamente corta, pero muy dura contra Aznar. Lo habitual es que la intervenci¨®n del portavoz del grupo que apoya al Gobierno pase desapercibida.
El reto de Anguita a los bancos socialistas provoc¨® risas, protestas y como ¨¦l mismo dijo, incluso un "clamor". Mereci¨® un varapalo de Almunia, del propio Felipe Gonz¨¢lez y provoc¨® que Txiki Benegas, cuando el l¨ªder de IU volvi¨® a su esca?o, se le volviese. desde el suyo y le increpara a voces: "Primero M¨¢laga, Extremadura, Asturias".Cuando Aznar concluy¨® su primera respuesta a Gonz¨¢lez, el hemiciclo se fue vaciando progresivamente, de manera que el portavoz de Coalici¨®n Canaria, Lorenzo Olarte, tuvo que despedirse efusivamente de no demasiados diputados. Olarte abandona su esca?o para dedicarse al Parlamento canario, desde donde piensa regresar a Madrid para incorporarse al Senado. Despedida tambi¨¦n ins¨®lita, al igual que la respuesta de Pilar Rahola (ERC) cuando subi¨® a la tribuna: "Un beso y mi mejor deseo de suerte".
Junto a Felipe Gonz¨¢lez se sent¨® Serra, en su ¨²ltima comparecencia en el Congreso como vicepresidente del Gobierno. Se enzarz¨® con Rato en una muy agria discusi¨®n, acus¨¢ndole de que revelaba datos confidenciales de la Comisi¨®n de Secretos Oficiales, y tuvo que soportar gestos y voces tan agrias como las de la semana pasada. Juli¨¢n Garc¨ªa Vargas, sentado tres esca?os a la izquierda en el banco azul, ve¨ªa yugulada por ahora su carrera pol¨ªtica y asist¨ªa impasible a su ¨²ltima sesi¨®n en el Congreso, ya que, a diferencia de Serra, no es diputado.
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