La ley electoral
LOS PRESIDENTES de las comunidades de Madrid y Castilla-La Mancha, Alberto Ruiz-Gallard¨®n y Jos¨¦ Bono, respectivamente, han puesto sobre la mesa una cuesti¨®n tan pol¨¦mica como apremiante: la reforma de la ley electoral. Es probable que los tiempos de tribulaci¨®n que corren no sean los, m¨¢s adecuados para resolver algo que exige un alto grado de consenso entre los partidos y es seguro que no es tarea para esta turbulenta legislatura, pero sin un punto de audacia nunca se encontrar¨¢ el momento propicio. Casi todos est¨¢n de acuerdo en que el sistema vigente de listas cerradas y bloqueadas distancia a los elegidos de los, electores, otorga un poder absoluto a las c¨²pulas de los partidos, favorece el clientelismo y, en definitiva, contribuye a que los ciudadanos se alejen de los pol¨ªticos. De la correcci¨®n de ¨¦stos vicios depende en buena medida la salud del sistema democr¨¢tico: se trata de fortalecer los v¨ªnculos entre pol¨ªticos y ciudadanos, conferir inmediatez a esta relaci¨®n y aunientar as¨ª las posibilidades de fiscalizaci¨®n directa. La democracia parlamentaria ha triunfado e n este fin de Siglo en zonas del mundo que nunca antes la hab¨ªan conocido, y all¨ª donde goza de antigua implantaci¨®n se. ha fortalecido con la demostraci¨®n ya no refutada de que se trata del sistema pol¨ªtico menos malo de cuantos se han probado.
Pero la democracia est¨¢ al mismo tiempo en un periodo de redefinici¨®n por muchas de las pr¨¢cticas que tradicionales han demostrado no, estar a la altura de una sociedad civil que demanda m¨¢s, participaci¨®n y mayor control sobre las decisiones de sus representantes. La irrupci¨®n de las candidaturas independientes en la escena pol¨ªtica, pero tambi¨¦n el abstencionismo, son indicios de estas insuficiencias.
Los partidos son uno de los pilares de la democracia. Pero las listas electorales cerradas, -que en la primera transici¨®n trataban de fortalecer a unas siglas pol¨ªticas a¨²n d¨¦biles- favorecen la sumisi¨®n de los pol¨ªticos a sus c¨²pulas partidarias y no a los electores. Las listas abiertas, en las que los electores pueden ordenar los nombres seg¨²n sus preferencias, dar¨ªan una mayor libertad a los votantes, aunque all¨ª donde se pusieron en practica Italia, por ejemplo- no alteraron en nada la previa decisi¨®n de los partidos.
M¨¢s radical ser¨ªa una reforma de las circunscripciones electorales y una eventual introducci¨®n del sistema mayoritario, cuestiones ambas que en Espa?a es t¨¢n constitucionalizadas, y que exigir¨ªan, por tanto, una reforma de nuestra Carta Magna. La Constituci¨®n de 1978 establece la provincia como circunscripcion electoral y un sistema de representaci¨®n proporcional corregida. Adoptar un sistema mayoritario a la brit¨¢nica contar¨ªa, sin duda, con la oposici¨®n abierta de formaciones como Izquierda Unida, cuya representaci¨®n p¨¢rlamentaria, ya disminuida por la ley d'Hont, Se ver¨ªa a¨²n m¨¢s mermada. Un consenso sobre esas bases ser¨ªa inalcanzable. Pero, las posibilidades de acuerdo ser¨ªan mayores sobre la base de una f¨®rmula. electoral como la alemana, en la que se combinan el sistema mayoritario y el proporcional, de f¨®rma que se estrecha la relaci¨®n entre el candidato y el elector sin que por ello desaparezcan del Parlamento los partidos menores.
?ste es el sistema que ha, recordado alguno de los pol¨ªticos que propone la apertura de este debate. Es un problerria complej¨®, y cada propuesta tienen ventajas e inconvenientes. Pero lo que. es evidente es que cuando nos vamos acercando al vig¨¦simo cumplea?os de nuestra Constituci¨®n democr¨¢tica es posible y pertinente plantearse las posibilidades existentes y buscar f¨®rmulas que, puedan se en su d¨ªa consensuadas por las fuerzas, pol¨ªticas. El ¨¢mbito auton¨®mico y, ¨¦l municipal podr¨ªan servir incluso de banco de pruebas. Que los aparatos de los partidos son poco partidarios de estas me didas no deja de ser l¨®gico. Pero los partidos tradicionales tienen que ser conscientes de que o se ponen en vanguardia de este proceso que se podr¨ªa calificar como de intensificaci¨®n de la democracia, o sufr¨¢n un alejamiento cada vez mayor de la sociedad,. con lo que esto implica electoramente. Es un debate largo por necesidad y complejo. Pero, por ello, hay que abrirlo a la mayor brevedad posible.
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