Efervescencia en el Estrecho

Sopla un intenso levante y los molinos de viento de las colinas de Tarifa agitan sus aspas en un fren¨¦tico ballet. Eso es bueno: los molinos est¨¢n ah¨ª para generar energ¨ªa el¨¦ctrica. Pero dir¨ªase que la Uni¨®n Europea tambi¨¦n los ha puesto para simbolizar la efervescencia de su principal frontera con ?frica. A estas alturas de julio, s¨®lo est¨¢n parados en Algeciras los pescadores que esperan un acuerdo con Marruecos y los consignatarios que no reciben camiones desde el pa¨ªs magreb¨ª. Todos los dem¨¢s intercambios, legales o ilegales, de personas y mercanc¨ªas con Gibraltar, Ceuta y T¨¢nger van alcanzado su velocidad de crucero.Una espesa columna de sobrecargados coches y furgonetas avanza por los muelles del puerto de Algeciras y se va introduciendo en las inmensas bodegas de transbordadores de nombres prestigiosos como Ibn Batuta o Manuel Aza?a. Lo hace a paso de tortuga, pero sin estancarse de forma dram¨¢tica. Abderrahim y su familia han tardado menos de dos horas desde su llegada al puerto, al mediod¨ªa del domingo, hasta su entrada en el Ibn Batuta II. Poca cosa comparada con la paliza de un viaje iniciado en la noche del viernes en Bruselas, a 2.400 kil¨®metros de distancia. Los guardias civiles de la aduana, ocupados en controlar lo que de ilegal pueda venirles del otro lado del Estrecho, apenas tienen tiempo para compadecerse de la inmensa fatiga de los ocupantes magreb¨ªes de esos veh¨ªculos con matr¨ªculas belgas, holandesas, alemanas y francesas y extra?arse de la pobreza de las cosas que transportan, como los montones de ruedas usadas de bicicleta. En este frente, el del salto veraniego hacia su tierra de los inmigrantes magreb¨ªes en Europa, las cosas van bastante bien.

Los pescadores de Algeciras est¨¢n cumpliendo su promesa de no perturbar el embarque de esos trabajadores y sus familias. Hasta el momento, no se han materializado los temores expresados por funcionarios y medios de comunicaci¨®n de Marruecos. Esa buena nueva, difundida por los propios inmigrantes, est¨¢ haciendo que, tras un t¨ªmido comienzo, el flujo vaya recuperando la densidad de a?os pasados. Desde el 15 de junio y hasta el. pasado s¨¢bado, 151.182 pasajeros embarcaron en el puerto de Algeciras con destino a Ceuta o T¨¢nger. Otros 31.526 lo hicieron en los de M¨¢laga y Almer¨ªa con destino a Melilla. Son 182.708 personas, el 12% menos que en el mismo periodo de 1994.

"En los primeras d¨ªas de la operaci¨®n Paso del Estrecho", dice Salvador Melero en el cuartel general algecire?o de Protecci¨®n Civil, "hubo un descenso importante en el n¨²mero habitual de pasajeros, pero la situaci¨®n se est¨¢ normalizando y pensamos que el pr¨®ximo fin de semana tendremos toda una avalancha". De hecho, el actual descenso del 12% no se explica tan s¨®lo por el temor de los marroqu¨ªes a los pescadores. "lnfluye mucho", seg¨²n Melero, "el cierre de la frontera entre Argelia y Marruecos. Los inmigrantes argelinos est¨¢n navegando directamente hacia su pa¨ªs desde Alicante, Marsella o G¨¦nova".

Mientras los pescadores de Algeciras discuten si vuelven a la protesta activa contra la falta de acuerdo con el reino jerifiano, otros conflictos cl¨¢sicos del Estrecho inquietan a las autoridades espa?olas en este primer tramo del verano. Para empezar, vuelve a ser importante el n¨²mero de magreb¨ªes y africanos que intentan atravesar sin visado esta puerta de Europa. Si 1992 fue el a?o de las pateras, los dos siguientes registraron un importante descenso en los intentos de penetraci¨®n ilegal. Ahora, el flujo se espesa de nuevo. Algunos lo explican por una posible menor vigilancia, de las autoridades marroqu¨ªes en represalia por el mal momento de las relaciones con Espa?a. Otros creen que ello se debe principalmente a la cr¨ªtica coyuntura econ¨®mica y social del reino jerifiano.

En cualquier caso, los datos que maneja el teniente coronel Mariano Jorge en su despacho de la comandancia de la Guardia Civil de Algeciras son elocuentes. La Guardia Civil detuvo en la zona del Campo de Gibraltar a 1.565 ilegales en 1992, a 352 en 1993 y a 387 en 1994. Pues bien, tan s¨®lo en los seis primeros meses de este a?o esa cifra ha alcanzado los 431 detenidos. De ellos, 279 marroqu¨ªes, 98 argelinos y 16 somal¨ªes. Fueron capturados cuando llegaban en pateras, barcos de pesca o camiones. Para sorpresa de los guardias civiles de la aduana de Algeciras, Canto, un perro pastor alem¨¢n entrenado para la b¨²squeda de hach¨ªs, se ha especializado por su cuenta y riesgo en localizar a ilegales escondidos en furgonetas y camiones. El jueves, encontr¨® a un marroqu¨ª camuflado en la lona superior de un transporte de mercanc¨ªas. "Debe de oler el miedo de esa pobre gente", dice su cuidador.

Los guardacostas, helic¨®pteros y patrullas terrestres de la Guardia Civil redoblaron ayer su vigilancia en las costas espa?olas. Amainado el viento de levante, cab¨ªa esperar salidas de pateras desde las playas marroqu¨ªes pr¨®ximas a Ceuta, T¨¢nger y Alc¨¢zar Seguer. Cada uno de sus ocupantes habr¨¢ pagado entre 60.000 y 100.000 pesetas por este peligroso viaje hacia el sue?o de la libertad y la prosperidad.