S?LO LES FALT? ARRODILLARSE
Julio Iglesias hizo vibrar anoche a m¨¢s de 15.000 israel¨ªes en Tel Aviv con La carretera, el disco con el que en menos de dos semanas ha desbancado las ventas del p¨®stumo de Antonio Flores y el de Michael Jackson. Pero la ¨¦pica por lo sencillo, espont¨¢neo y m¨¢gico ocurri¨® anteanoche en Montecarlo. Al cabo de su tercer y ¨²ltimo concierto en la sala de las estrellas del Sporting Club, a la una de la madrugada, con una docena de amigos se adentr¨® en el Caf¨¦ de Par¨ªs, en la plaza del Casino, en el cogollo fant¨¢stico de M¨®naco, iluminado por tres joyas de la arquitectura, de la historia y del lujo: el hotel de Par¨ªs, el Casino y el mundanal ruido de los Rolls fronterizos con los Peugeot-205 y toda la gama de los Mercedes y la trashumancia de un cartel de las mujeres m¨¢s bellas de la Tierra que respiran como si vivieran en otra burbuja (M¨®naco) terrestre, que es lo que es la hijuela que los Grimaldi les dejaron a Raniero y a su hijo Alberto -que pocas horas antes hab¨ªan aplaudido a Julio- y a la princesa Carolina, que acabar¨¢ cas¨¢ndose por tercera vez con Vincent Lindon, y a la princesa Estefan¨ªa, que vive su luna de miel donde nadie lo sabe y que, cas¨¢ndose con su ex guardaespaldas Alan Ducret, ha tranquilizado muchas conciencias. Julio entr¨® en el Caf¨¦ de Par¨ªs envuelto en una atm¨®sfera de gritos de "?Viva Espa?a!" que manifestaron una docena de espa?oles y espa?olas que tomaban un refresco y se le echaron encima. Y luego, a cenar en esta deliciosa brasserie Belle ?poque de Montecarlo. Y despu¨¦s, lo inaudito: apareci¨® Pedro Ortega, un paraguayo universal nacido en Paso Tranquera y que controla todos los festejos m¨¢s chic de la sociedad europea. Pedro y Jorge Carrasco, otro paraguayo que canta como Pavarotti, con sus guitarras y acompa?ados por el arpa y el tamburelo, una suerte de pandereta atascada de imaginaci¨®n, se desmadraron para halagar a Julio con los sones bellos de su tierra. Y Julio se desmadr¨® para honrarlos a ellos, y todos cantaron India y Quijote, y todos entonaron la m¨¢s bella imagen de Paraguay y de Latinoam¨¦rica al son de m¨²sicas populares. Y adem¨¢s aqu¨ª estaban Tony Renis, el legendario trovador y compositor italiano, y Ram¨®n Arcusa, la mitad del D¨²o Din¨¢mico, pero que parec¨ªa que estuviera todo entero: entre todos, durante tres horas en el centro geogr¨¢fico de Montecarlo, mirando a la monta?a de roca donde dorm¨ªan los pr¨ªncipes, Julio ofreci¨® el segundo concierto del d¨ªa, gratis y coreado por Arcusa y Tony. "Jam¨¢s hab¨ªamos visto nada igual", dijo el ma?tre del lugar. Y el p¨²blico de la terraza y los camareros y todos los que paseaban la noche y percibieron la luz de lo ins¨®lito, al final, las cuatro de la madrugada, s¨®lo les falt¨® arrodillarse.-
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