Jimmy Smith y Wynton Marsalis llevan a Vitoria el jazz del siglo XXI
Vitoria ya vive a ritmo jazz¨ªstico. Sucede cada a?o y, aun as¨ª, cada a?o vuelve a ser una sorpresa comprobar c¨®mo la peque?a capital vasca se sumerge en su festival de jazz y toda la ciudad (como m¨ªnimo una buena parte) vive su inmersi¨®n jazz¨ªstica veraniega con pasi¨®n (y un cierto orgullo).Tras un primer concierto gratuito en la catedral (gratuito pero de lujo: Jan Garbarek y el Hilliard Ensemble) y las sesiones de Wynton Marsalis con estudiantes en el conservatorio y con ni?os en el polideportivo de Mendizorrotza, el certamen alav¨¦s entr¨® el martes en su n¨²cleo central: una apretada semana con Jazz del siglo XXI por la tarde, conciertos dobles por la noche yjam sessions de madrugada.
Abri¨® fuego en Mendizorrotza el veterano Jimmyu Smith, una de las personalidades que m¨¢s han influido en las nuevas tendencias del jazz comercial, ll¨¢mesele acid jazz o como se quiera. Smith sigue siendo un maestro del ¨®rgano Hammorid, conserva la t¨¦nica, el feeling y sobre todo ese gusto exquisito que lo encumbr¨® a lo m¨¢s alto hace algo m¨¢s de tres d¨¦cadas y sirvi¨®, al mismo tiempo, para popularizar el instrumento. Su m¨²sica es sencilla, directa, sin sobresaltos, envolvente y conservando en todo momento su calidad r¨ªtmica. Ahora que el Hammond ha vuelto a ponerse de moda, es una verdadera gozada ver a un maestro de los de verdad sentado ante tan regio instrumento y repartiendo groove a manos llenas. Y, adem¨¢s, que se trate de un aut¨¦ntico ¨®rgano Hammorid y no de los nuevos C-2 de bolsillo, que, aunque suenen igual, nunca ser¨¢n lo mismo.
Un ejemplo
Smith comenz¨® su actuaci¨®n con la cl¨¢sica formaci¨®n de tr¨ªos y contrabajo y el acompa?amiento resplandeciente del guitarrista Mark Whitfield. La sola interptetaci¨®n de It's all right with me vali¨® por todo un concierto y deber¨ªa servir de ejemplo para muchos grupos de acid jazz (todos, seamos sinceros) que utilizan el Hammond como si fuera un juguete. Despu¨¦s salieron el saxofonista Tim Warfield y el trompetista Rodney Whitaker, que aportaron su virtuosismo pero le restaron al concierto algo de magia.En la segunda parte, Wynton Marsalis present¨® su nueva m¨¢quina swingante. Los quintetos y septetos se le han quedado ya peque?os al trompetista de Nueva Orleans, as¨ª que, con mano dura e inteligencia, ha esculpido una big band de lujo de las cenizas de la orquesta del Lincoln Center neoyorquino, una formaci¨®n que vagaba sin rumbo y ahora suena sencillamente fastuosa.
Marsalis ha conjuntado una orquesta potente capaz de tocar casi cualquier cosa y se pasea con ella por una parte de la historia del jazz: del Dixiland a Charles Mingus, siempre con Ellington en el punto de mira. En manos de Marsalis, la Lincoln Center puede convertirse (ya se ha convertido) en la gran orquesta de repertorio que tanta falta hac¨ªa.
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