El nuncio del cambio
Per¨², Espa?a... Se va, pero no a Roma, destino habitual de los titulares. del palacio de P¨ªo XII de "Madrid, sede de la Nunciatura Apost¨®lica. Mario Tagliaferri hace sus maletas camino de Par¨ªs, donde se encontrar¨¢ con el cardenal Lustiger, de talante conservador, como ?ngel Suqu¨ªa, y una Iglesia m¨¢s compleja que la espa?ola, pero no m¨¢s importante. No sube pelda?o. Par¨ªs bien valdr¨¢ una misa, como sostiene el dicho, pero carece de la solemnidad de las que puedan oficiarse en la capital italiana. Algo que no ocurri¨® con Innocenti y Dadaglio, sus predecesores: salieron para Roma. Tagliaferri tendr¨¢ que esperar tambi¨¦n para recibir, si llega, el capelo cardenalicio.
El credo de Tagliaferri desde que lleg¨® a Espa?a, hace ahora 10 a?os, ha sido claro, como establec¨ªa la pol¨ªtica vaticana, aunque quiz¨¢s m¨¢s pronunciado. Durante su etapa ha sido removido la mitad del episcopado, primando el nombramiento de obispos grises y sumisos y aparcando o manteniendo en sus di¨®cesis a otros quiz¨¢s m¨¢s prof¨¦ticos, comprometidos o, como se dice, de talante m¨¢s abierto aunque igualmente fieles a Roma. El mapa episcopal ha cambiado y ha de cambiar m¨¢s porque puede haber nombramientos cocinados durante la etapa Tagliaferri, y en di¨®cesis importantes. Reci¨¦n nombrado el nuevo primado, el arzobispo Francisco ?lvarez, quedan por designar quienes ser¨¢n los pastores de Bilbao, Vitoria o Santiago de Compostela, vacante desde que Antonio Maria Rouco fue nombrado hace un a?o arzobispo de Madrid. Encontrar los perfiles adecuados parece dif¨ªcil. Y no porque los fieles no intenten ayudar en ocasiones al discernimiento.
Este es el caso de Bilbao, cuyo Consejo Pastoral, m¨¢ximo ¨®rgano de representaci¨®n de la di¨®cesis, elev¨® una terna de candidatos a Roma, un hecho in¨¦dito en la reciente historia de Espa?a. Roma mantiene desde hace m¨¢s de dos a?os a Luis Maria Larrea, quien, enfermo, aguarda paciente que sea aceptada la renuncia que present¨® a los 75 a?os, como es preceptivo.
Tagliaferri no ha conseguido, no obstante, todos los frutos deseados de su paso por Espa?a. Luch¨® para conseguir que Ricard Mar¨ªa Carles, arzobispo de Barcelona y ¨²nico cardenal nombrado en Espa?a por Juan Pablo II en el ¨²ltimo consistorio, resultara elegido presidente de la Conferencia Episcopal Espa?ola. El 15 de febrero de 1993 los obispos de Espa?a le dieron un revolc¨®n: votaron a El¨ªas Yanes. Y dos d¨ªas despu¨¦s, sin que fructificaran las maniobras del cardenal Suquia, presidente saliente, result¨® elegido Jos¨¦ S¨¢nchez como secretario general. La Conferencia, cuyo papel Tagliaferri aspiraba a diluir, emerg¨ªa y recobraba la voz.
Si la diplomacia vaticana se caracteriza por su exquisitez, Tagliaferri abandona Espa?a con un lunar reciente. El cat¨®lico Jordi Pujol, presidente de Catalu?a, se ofendi¨® hasta el punto de enviarle una carta y un ejemplar de Blanquerna, de Ramon Llull, por su intervenci¨®n en la clausura del conc¨ªlio. de la Iglesia Catalana. Tagliaferri conden¨® en la ceremonia los nacionalismos exacerbados. Pujol estaba delante.
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