Verguenza
Siento verg¨¹enza de ser europeo, a pesar de las recientes celebraciones, a pesar de seguir creyendo en el sue?o de Europa. Siento verg¨¹enza de la cobard¨ªa y mezquindad de los Gobiernos de este Viejo Continente. Sarajevo muere cada d¨ªa bajo las bombas serbias, la poblaci¨®n civil sufre hambre y sed, sus casas son destruidas, las enfermedades acechan y los heridos y mutilados aumentan cada d¨ªa mientras vuelven los antiguos horrores de las limpiezas ¨¦tnicas y religiosas.
Adem¨¢s estoy harto de que se me diga que todos los contendientes son culpables; quiz¨¢s s¨ª, pero lo que es seguro es que hay unos m¨¢s culpables que otros. Los serbios conculcaron la Constituci¨®n yugoslava, haciendo imposible durante largo tiempo el acceso de otras rep¨²blicas a la presidencia rotativa federal que ellos detentaban en flagrante ilegalidad; en pleno paroxismo ultranacionalista anularon la autonom¨ªa de sus territorios albaneses, impidieron por las armas el derecho a la autodeterminaci¨®n, constitucionalmente reconocido en Yugoslavia, y democr¨¢tica y pac¨ªficamente ejercido por la mayor¨ªa de la poblaci¨®n bosnia, serbiobosnios incluidos; y se niegan a aceptar las resoluciones de los altos organismos internacionales. Los dirigentes serbios han seguido paso a paso la estrategia que utiliz¨® Hitler en la d¨¦cada de los treinta: act¨²a con audacia, miente con desfachatez que delante tuyo s¨®lo tendr¨¢s la pasividad de las democracias europeas. As¨ª los serbios han hecho realidad su sue?o de la Gran Serbia y pueden atacar o secuestrar las fuerzas de paz internacionales con total impunidad, con el cinismo a?adido de que el que actuar¨¢ como mediador y hombre bueno ser¨¢ uno de los principales instigadores de la guerra, el presidente Milosevic. Pero lo que m¨¢s me duele es la actitud del Gobierno espa?ol, heredero de los que dieron su vida por la Rep¨²blica, que perdi¨® la guerra estrangulada por un embargo de armas tan maniqueo como el de los Balcanes, mientras que sus adversarios ten¨ªan a su favor el grueso del ej¨¦rcito y el apoyo real de los fascismos.
Los serbios disponen.de aviaci¨®n, artiller¨ªa pesada y tanques, y a pesar del embargo internacional, en teor¨ªa tan riguroso, su artiller¨ªa sigue disparando, sus tanques atacando y sus aviones bombardeando como al principio de la guerra, mientras los bosnios intentan romper el cerco de Sarajevo con poco m¨¢s que su valor y las armas que consiguen capturar al enemigo o bien obtener por cauces irregulares, siempre insuficientes.
La paz se debe conseguir sea como sea, pero no a costa de uno de los contendientes. Es injusto tratar con el mismo rasero a la v¨ªctima que al verdugo por el mero hecho de que aqu¨¦lla haya tratado de defenderse. Europa tiene la obligaci¨®n de actuar y lo debe hacer con decisi¨®n. Si sigue mostr¨¢ndose remisa y desconcertada lo pagar¨¢ en su cohesi¨®n, su prestigio internacional y sus perspectivas de futuro. La esperanza de Bosnia tiene nombre europeo, y nada mejor ni m¨¢s bello para construir una realidad continental que una tarea de paz. Pero este objetivo no puede eternizarse; si no somos capaces de conseguirlo, por lo menos permitamos a los bosnios defenderse en igualdad de condiciones que sus enemigos.-
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