Elecciones y menopausia
Antes de las elecciones municipales, el 3 de mayo de 1995, una de nosotras recibi¨® una carta junto con un precioso folleto, a todo color, enviado por el concejal de Salud P¨²blica del Ayuntamiento, don Sim¨®n Vi?als P¨¦rez, informando de que el Ayuntamiento, preocupado por la salud de sus conciudadanas, hab¨ªa puesto en marcha un programa de atenci¨®n a la menopausia para mujeres de entre 45 y 55 a?os. Dicho programa consist¨ªa en atenci¨®n m¨¦dica (historia cl¨ªnica, exploraci¨®n f¨ªsica, consulta y exploraci¨®n ginecol¨®gica, realizaci¨®n de exploraciones complementarias) y atenci¨®n psicosocial. Las prestaciones necesarias, en fin, para el mayor bienestar de las mujeres, todo ello atendido por un m¨¦dico general y un ginec¨®logo de pro.Hab¨ªa un amplio horario para pedir hora -de 9.00 a 20.00-, y como quiera que, desgraciadamente, ambas dos estamos en una edad en la que cualquier- d¨ªa podernos comenzar a sudar en invierno, llena de alegr¨ªa, llam¨¦ al tel¨¦fono indicado a las cinco de la tarde. Una amable se?ora me indica que no es ese tel¨¦fono, y me da otro. No me desanimo y llamo diligente. Un conserje me dice que est¨¢ solo, y que tengo que llamar de 9.00 a 14.00 para hablar con la doctor¨¢. Algo m¨¢s desanimada llamo a la hora debida, y ahora s¨ª, lo coge otra amable se?ora, toma nuestros nombres y edades y me da d¨ªa y hora para la entrevista con la asistente social, que nos derivar¨¢ al ginec¨®logo, traumat¨®logo o ur¨®logo pertinente. Nos esperan el 3 de julio de 1995, a las 9.30 y 10.00, respectivamente. El d¨ªa 3 llegarnos las dos a la direcci¨®n indicada...
Un desierto con bancos y puertas. Una se?ora de la limpieza se afanaba con su escoba, y nos dirigimos a ella. Le preguntamos por el programa de menopausia, y nos rog¨® sentarnos en un banco, frente a una puerta, que al poco se abri¨®, y vimos dentro a una doctora. Le preguntamos y, efectivamente, nuestros nombres figuraban en un libro. Nos pidi¨® esperar nuevamente, y a las 9.50 una de nosotras, algo nerviosa, decidi¨® preguntarle a un apuesto joven engominado que hab¨ªa aparecido hac¨ªa cinco minutos y que hablaba por tel¨¦fono incesantemente mientras ojeaba la prensa.
Al contarle para lo que est¨¢bamos all¨ª increp¨®, evidentemente alterado, a la pobre se?ora de la limpieza por habernos mandado sentarnos all¨ª, (la limpiadora llam¨® al joven "doctor"), 3, se fue a buscar a alguien. El alguien era otra joven, que se hab¨ªa cruzado con nosotras al llegar. Lleg¨®, aclar¨®: aquello no era all¨ª, el libro en que est¨¢bamos apuntadas no era el debido, y pidi¨® que la sigui¨¦ramos, saliendo a la calle, y, llev¨¢ndonos ¨¢ otro lugar -Un s¨®tano-, tambi¨¦n desierto, nos hizo entrar en un despacho donde estaba ?al fin! la asistente social.
Estamos en la ¨¦poca en la que cuando uno nace puede saber, gracias al ADN, si sufrir¨¢ de almorranas en la madurez, y podr¨¢ ir tomando medidas al respecto. Pero este programa no es as¨ª: es para menop¨¢usicas declaradas. Nada de prevenir sofocos, osteoporosis y depresiones, no. Aqu¨ª no se puede venir pensando que la cosa se acerca. Tiene uno que llegar abanic¨¢ndose y apoy¨¢ndose en una muleta por la reciente fractura de cadera. S¨ª, no es para nosotras. La encantadora asistente social nos inform¨® de que se dan tres charlas: una sobre trastornos psicol¨®gicos, otra so bre'trastornos f¨ªsicos y otra so bre no s¨¦ qu¨¦ demonios de tras tornos. Despu¨¦s de esto, si una tiene la suerte o la desgracia de llevar seis meses sin regla, quiz¨¢ la vea un ginec¨®logo... En fin, nos fuimos a desayunar con la sensaci¨®n de haber sido timadas. Afortunadamente, los 800 folletos enviados por el Ayuntamiento (que no hab¨ªan visto en este centro de salud, que los hab¨ªa en cargado) confiamos en que s¨®lo nos hayan hecho picar a nosotras dos. Pero, entonces, ?por qu¨¦ nos dieron hora con un mes? Debi¨® de ser por si se nos olvida ba y no ¨ªbamos. En fin: misi¨®n cumplida, se?or alcalde. Sensaci¨®n de que se hacen cosas que en la realidad no son... de que s¨®lo se trabaja la apariencia. Pese a esto, a los cachirulos y a su racismo declarado, usted ha vuelto a ser alcalde. S¨®lo nos queda el consuelo de que, menop¨¢usica o no, y aunque hayamos pagado la edici¨®n del precioso folleto, no sotras no le hemos votado nunca. Seguiremos yendo, como siempre, a nuestro ginec¨®logo. Pero, ?y todas las que no saben lo que es la menopausia?-
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