Fin de Terra Lliure
LA AUDIENCIA Nacional acaba de dictar sentencia en el llamado macrojuicio de Terra Lliure, en el que estaban encausadas 24 personas, detenidas en 1992 poco antes de los Juegos Ol¨ªmpicos por orden del juez Baltasar Garz¨®n. Atendiendo a que la banda armada "ha quedado disuelta y desarticulada desde hace ya un importante periodo de tiempo y [a que] su, peligrosidad en el momento actual puede considerarse nula", el tribunal pide el indulto para 18 de los 24 encausados, absuelve a otros seis y deja en libertad a cuatro de ellos que estaban en prisi¨®n provisional.Esta sentencia y el indulto que en buena l¨®gica debe desprenderse de ella marcan el punto final a la penosa aventura del terrorismo catal¨¢n. Terra Lliure no existe desde hace tres a?os y nadie vinculado a este grupo ha vuelto a utilizar cloratita o bombonas de butano para reclamar sus ensue?os nacionalistas. Es cierto que nunca fue una organizaci¨®n presentable en la internacional del terror y su ¨²nica v¨ªctima mortal fue una mujer sobre la que se derrumb¨® una pared. Nada empa?a la tragedia de esta muerte -ni tan siquiera buscada por los propios terroristas-, pero ilustra la ineptitud t¨¦cnica de unos comandos que, a diferencia de lo sucedido en otros lugares, nunca tuvieron en su propia tierra el m¨ªnimo apoyo social que permite crecer y envalentonarse. Es m¨¢s, el rechazo que han levantado todos los intentos de exportaci¨®n del crimen por parte de ETA, principalmente con el atentado de Hipercor, han profundizado todav¨ªa m¨¢s la repugnancia de la ciudadan¨ªa catalana hacia la utilizaci¨®n de la violencia bajo paraguas de finalidades pol¨ªticas.
En 1992, en vigilia del acontecimiento ol¨ªmpico y al calor de la campa?a Freedom for Catalonia -un lema imprudentemente auspiciado por el propio nacionalismo conservador-, Terra Lliure intent¨® dar las ¨²ltimas muestras de su fr¨¢gil existencia. Fruto de esta actividad fueron unas detenciones ordenadas, por el juez Garz¨®n, en una heterogenea redada que levant¨® las protestas de 'los partidos catalanes. Un aspecto nada menor de la redada fueron las denuncias por torturas presentadas por algunos de los detenidos. El tribunal ha sentenciado ahora a partir de pruebas y no ha tenido en cuenta en cambio las autoinculpaciones de los propios encarta dos, obtenidas, seg¨²n ellos mismos, bajo coacci¨®n f¨ªsica. El tribunal ha actuado correctamente, remitiendo las alegaciones de malos tratos a los tribunale s ordinarios para que investiguen las denuncias.
?ste no es un aspecto anecd¨®tico, sino crucial, en la lucha contra el terrorismo, de la que debe desaparecer el m¨¢s leve asomo de utilizaci¨®n de medios il¨ªcitos por parte de las fuerzas de seguridad, responsables de velar por el orden p¨²blico. Una cuesti¨®n tambi¨¦n fundamental para acabar con el terrorismo es que existan cauces democr¨¢ticos y leg¨ªtimos para la acci¨®n pol¨ªtica en defensa, de objetivos pac¨ªficos. El actual marco constitucional y el nuevo C¨®digo Penal, que ahora ha llegado al Senado, as¨ª lo establecen. Trabaja en direcci¨®n contraria, en cambio, el prop¨®sito del Partido Popular de penalizar expl¨ªcitamente las proclamas independentistas de car¨¢cter pac¨ªfico.
Una vez indultados, los encausados podr¨¢n seguir defendiendo sus ideas independentistas mediante la utilizaci¨®n de m¨¦todos legales y pac¨ªficos, como ya han he cho un buen n¨²mero de ellos, que se han afiliado a Es querra Republicana de Catalunya. El desenlace del juicio a estos 25 independentistas es una ocasi¨®n no s¨®lo para enterrar formalmente la intentona del terrorismo catal¨¢n, sino para reforzar el mensaje de que la democracia espa?ola admite cualquier discurso pol¨ªtico que no busque el refrendo de las pistolas.
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