La tradici¨®n cat¨®lica del ej¨¦rcito espa?ol limita la libertad religiosa de los soldados
Algunos actos confesionales se insertan en varias ceremonias estrictamente castrenses
La vigente legislaci¨®n militar, adem¨¢s de amparar expl¨ªcitamente el derecho de los soldados a su libertad ideol¨®gica y religiosa, insiste constantemente en la voluntariedad de los actos de culto que se celebran separadamente de los militares. Esa misma legislaci¨®n establece la intervenci¨®n del capell¨¢n castrense en determinadas ceremonias estrictamente militares como la jura de bandera o la entrega de despachos, apelando a la "tradici¨®n" del Ej¨¦rcito espa?ol. Est¨¢ pendiente de regulaci¨®n la participaci¨®n en esas ceremonias de ministros representantes de otros cultos religiosos, pero la legislaci¨®n no tiene en cuenta a los agn¨®sticos que no comparten credo religioso alguno y que desean cumplir el servicio militar.
Un par de semanas antes de su incorporaci¨®n a filas, los reclutas reciben una carpeta de Documentos para la incorporacion al servicio militar que incluye, entre otros, un folleto en el que se relacionan sus deberes y derechos. Entre estos ¨²ltimos se mencionan el derecho a "no declarar sobre su ideolog¨ªa, religi¨®n o creencias" y a "la libertad ideol¨®gica y religiosa sin otros l¨ªmites que la salvaguarda de la disciplina y la seguridad nacional".Del relato que de su experiencia en el servicio militar hac¨ªa un joven recientemente en la secci¨®n Cartas al Director de este diario, se desprende que, al menos en su caso, el derecho a la libertad religiosa no, fue escrupulosamente respetado.
El joven Juli¨¢n Vel¨¢zquez Vidal, que hizo la mil? en el Cuartel General del Macan, en Las Palmas de Gran Canaria, entre otras cosas, dec¨ªa en su carta que se hab¨ªa visto obligado a asistir a "charlas" del capell¨¢n, de contenido abiertamente confesional; que no se permit¨ªa la salida del cuartel los domingos por la ma?ana hasta despu¨¦s de terminada la misa y que quienes no asist¨ªan a ella se ve¨ªan obligados a realizar tareas de limpieza. Vel¨¢zquez expresaba tambi¨¦n su sorpresa ente el hecho de que el capell¨¢n tuviese graduaci¨®n militar.
El teniente coronel Arcas, portavoz de la Zona A¨¦rea de Canarias, contradijo dichas afirmaciones, informa Dunia Torres. Seg¨²n Arcas, la salida de los soldados los domingos por las ma?anas despu¨¦s de la hora de misa es "¨²nicamente un problema de horarios". Explic¨® el portavoz militar que "est¨¢ prohibido salir del cuartel antes de las diez de la ma?ana, y la misa es media hora antes, por lo que coincide el final de la misma con la apertura d¨¦ las puertas". "En cualquier caso", a?adi¨®, "no se obliga a nadie a asistir a la misma, como tampoco son ciertas las afirmaciones sobre la obligatoriedad de limpiar los ba?os del cuartel para quienes no asisten al acto religioso". "Es m¨¢s", a?adi¨®, "estos trabajos los realiza una contrata de limpieza".
Sin ¨¢nimo antirreligioso
Desde Princeton (Estados Unidos), donde se encuentra actualmente, Juli¨¢n Vel¨¢zquez precisa que no ten¨ªa intenci¨®n de abrir una pol¨¦mica con su carta, que escribi¨® "sin ¨¢nimo antirreligioso alguno". Asegura que, durante su estancia en el cuartel, los domingos hubo siempre una relaci¨®n directa entre la hora de salida y la del final de la misa, mientras que el s¨¢bado, d¨ªa en que no se celebraba este acto religioso, la hora de salida se produc¨ªa antes.
En cuanto a la realizaci¨®n de tareas de limpieza durante la hora de la misa, tambi¨¦n se reafirma en lo escrito en su carta, aunque reconoce que, seguramente a ra¨ªz de numerosas quejas, tal pr¨¢ctica se hab¨ªa "suavizado". "Lo cierto es", agrega Vel¨¢zquez, "que quienes no asist¨ªamos a la misa ten¨ªamos que realizar durante su celebraci¨®n determinadas tareas, generalmente de limpieza". Tambi¨¦n se reafirma Vel¨¢zquez en el car¨¢cter obligatorio de las charlas del capell¨¢n, porque "cuando ten¨ªan lugar, explica, yo no pod¨ªa salir a la misma hora que los restantes d¨ªas de la semana, vi¨¦ndome obligado a almorzar en el cuartel porque la charla comenzaba a las 16.30".
Vel¨¢zquez reconoce que "algo se ha avanzado", pero considera que "persisten viejos talantes y modos de hacer, por lo que los cambios en este ¨¢mbito se producen con extrema lentitud". Otros testimonios subrayan que no son precisamente los ya escasos actos religiosos que se mezclan con los militares lo que puede molestar o herir la sensibilidad de los no practicantes, los indiferentes o los agn¨®sticos. Es el caso, de E. O., que ahora mismo est¨¢ haciendo la mili en Le¨®n.
Adoctrinamiento
"Lo verdaderamente molesto e hiriente, y hasta peligroso", afirma este soldado, "es el adoctrinamiento por parte del capell¨¢n con el pretexto de charlas te¨®ricaamente no religiosas, a partir de un catolicismo, por a?adidura, de signo integrista". "Yo las he sufrido en el periodo de instrucci¨®n por parte de un sacerdote que despotricaba contra las relaciones sexuales fuera del matrimonio y contra el aborto. No tengo necesidad alguna de soportar esas admoniciones, sobre todo si me son impuestas, aunque sea con el pretexto de que se trata de charlas sobre moral, o ¨¦tica, o formaci¨®n c¨ªvica".
Otros cuatro j¨®venes que realizan actualmente su m¨ªli en otras tantas regiones militares no tienen quejas sobre posibles coacciones en materia religiosa. A los cuatro les parece raro, eso s¨ª, la presencia del sacerdote en las ceremonias militares, pero interpretan tal circunstancia como "normal en un pa¨ªs de tradici¨®n cat¨®lica".
El vicario general castrense, Jos¨¦ Mar¨ªa de Celis, justifica los actos cat¨®licos en la vida militar "no s¨®lo por la tradici¨®n, sino por la mayor¨ªa real de cat¨®licos que hay, como se manifiesta en la demanda de ense?anza de la religi¨®n cat¨®lica en las escuela?. El vicario piensa que "no tienen por qu¨¦ ofender a nadie" las escasas intervenciones de los sacerdotes que a¨²n se mantienen.
"A sus ¨®rdens sagradas"
"El cura con el que os vais a confesar es un mando militar como yo, por lo que antes de comenzar la confesi¨®n deb¨¦is dirigiros a ¨¦l, con la proverbial energ¨ªa castrense, con un 'A sus ¨®rdenes sagradas, mi comandante', y al finalizar, despediros con la misma marcialidad diciendo ?Manda alguna penitencia m¨¢s, mi comandante?"...Obedientes, los soldados acud¨ªan en marcial hilera al acto de la confesi¨®n. repitiendo uno tras otro tan peculiar ritual, hasta que el p¨¢ter, (expresi¨®n habitual en el Ej¨¦rcito para referirse al capell¨¢n) se pon¨ªa como un basilisco, abandonaba el confesionario y acud¨ªa bramando ante quien sospechaba autor de semejante conseja, asegur¨¢ndole que la pr¨®xima vez le iba a partir la cara, lo que provocaba la general algazara en el cuarto de banderas.
La verdad es que nunca la sangre lleg¨® al r¨ªo a pesar de que, con ligeras variaciones, la broma se repet¨ªa a?o tras a?o.
Eran los tiempos en los que el mandato eclesial de confesarse y comulgar por Pascua florida se llevaba a rajatabla en los cuarteles. El autor de tan chusca ocurrencia era un alto mando militar, hoy ya en la reserva, bastante cr¨ªtico, incluso entonces, con la injerencia de lo religioso en la vida militar.
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