Un toro descordado en varas
Fern¨¢ndez / Litri, Ponce, Jesul¨ªn
Cinco toros de Atanasio Fern¨¢ndez y 4? de Aguirre Fern¨¢ndez-Cobaleda, mansos, pero manejables. 1? precipitadamente devuelto a los corrales por flojo y sustituido por un sobrero de Criado Holgado, peligroso. 2? descordado por el picador. Litri, pitos y aplausos. Enrique Ponce, dos orejas en el ¨²nico que mat¨® y salida a hombros por la puerta grande.
Jesul¨ªn de Ubrique, ovaci¨®n y oreja. Tres cuartos de entrada.
Plaza Monumental, 16 de julio.
El segundo toro de la tarde cay¨® fulminado de un puyazo, a raiz de su segunda entrada al caballo de Manolo Quinta, y hubo de ser apuntillado.Le correspond¨ªa a Enrique Ponce quien se sobrepuso a este desgraciado accidente y dict¨® en el quinto una aut¨¦ntica lecci¨®n de pundonor, inteligencia y toreria.
Ponce ya avanz¨® en el cuarto de la tarde sus deseos de compensar al p¨²blico por lo sucedido en su primero, y lo hizo con un exquisito quite a la v¨¦ronica. El quinto, con problemas de salida, como toda la corrida, cumpli¨® en varas mejor que el resto del encierro y tuvo nobleza en la muleta, con la que Ponce supo darle la distancia, elegir bien los terrenos, templarlo con suavidad y, por si todo ello fuera poco, torearlo con arte, armon¨ªa y ligaz¨®n. Puso al p¨²blico en pie y cuando casi media estocada en su sitio pareci¨® que no era suficiente, tuvo la virtud de, para que el p¨²blico no se enfriase adornar con mucha torer¨ªa la preparaci¨®n y ejecuci¨®n del que ser¨ªa certero descabello.Poco f¨¢cil para Jesul¨ªn
Despu¨¦s del triunfo de Ponce, Jesul¨ªn de Ubrique no lo ten¨ªa f¨¢cil, y es que este presunto duelo es del todo imposible si se atiende ¨²nicarnente a las virtudes toreras. Estuvo voluntarioso y entregado toda la tarde, pero no pudo sujetar a su primero, mientras que en el sexto busc¨® el aplauso f¨¢cil llev¨¢ndose el toro a terrenos de sol. El astado era manso, como toda la corrida, y emprend¨ªa la huida en cuanto intentaban ligarle dos muletazos. Por ello, la faena tuvo el principal m¨¦rito del temple y el intento de embarcar las embestidas, pero tambi¨¦n el defecto de ese horrendo y en nada meritorio agarrarse a los costillares que tanto entusiasma al sector menos entendido de sus incondicionales.
Una buena estocada propici¨® la concesi¨®n de una oreja. Sin embargo, en cuanto a orejas se refiere, el citado presunto duelo arroja esta temporada en Barcelona el siguiente balance: Jesul¨ªn, cinco orejas en cuatro tardes y Enrique Ponce, seis orejas en dos tardes. El duelo que ahora resultar¨ªa muy atractivo que se produjese en el ruedo de la Monumental, ser¨ªa el de un mano a mano entre Ponce y Rivera Ord¨®?ez.
Litri estuvo muy desconfiado con el peligroso sobrero, mientras que en el cuarto, otro mansurr¨®n, al que pic¨® muy bien Ambrosio Mart¨ªn, estuvo desdibujado y sin lograr corresponder a la confianza que la empresa deposit¨® en ¨¦l al incluirlo por cuarta vez en los carteles de la actual temporada barcelonesa.
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