El precio de la gloria
Alberto Puig, ¨²ltima v¨ªctima del Mundial de 500cc
Desde hace 10 d¨ªas, Alberto Puig ha cambiado el marco de su lucha. Del asfalto, a una cama de hospital. Del mono de cuero, al pijama blanco. De los miles de espectadores en el circuito, a las visitas restringidas y as¨¦pticas a la UVI. Puig ya no pelea por ganar carreras. Su objetivo es ahora m¨¢s trascendental: intenta recuperar la pierna izquierda.El piloto barcelon¨¦s, de 28 a?os, est¨¢ pagando muy cara su osad¨ªa. Quiere ser campe¨®n del mundo. Y no uno cualquiera. Quiere serlo de la categor¨ªa reina del motociclismo, los 500cc. Y eso pasa factura. Que les pregunten, si no, a los reyes de la velocidad, a los que lo han intentado -y conseguido- antes que ¨¦l.
La gloria tiene un precio alto. Y ni siquiera est¨¢ al alcance de todo el mundo. Se trata de dominar, de controlar, de amaestrar los 200 caballos de potencia que ofrece una m¨¢quina de 500cc. 200 caballos sobre 130 kilos que se apoyan, en las curvas, en apenas cuatro cent¨ªmetros de neum¨¢tico. 200 caballos que pueden conducir a la gloria. O al hospital. Y la frontera entre un destino y otro es min¨²sicula, indefinible, inseparable.
Por ahora, Puig se ha quedado en el umbral del ¨¦xito. Le ha faltado la culminaci¨®n, porque ya ha demostrado que lo tiene todo para ser campe¨®n. Menos la fortuna. Y ese pel¨ªn m¨¢s de gas o menos de freno, que le empotraron a 262 kil¨®metros a la hora contra un muro de Le Mans. Y de all¨ª al Instituto Dexeus de Barcelona, donde a¨²n se desviven por reconstruir su pierna izquierda destrozada.
En los d¨ªas transcurridos desde el accidente, el piloto barcelon¨¦s ha sido sometido ya a tres intervenciones -de seis, dos y tres horas-, pero el estado de la pierna todav¨ªa no permite un diagn¨®stico definitivo. Las lesiones ¨®seas ya no preocupan, pero el nervio ci¨¢tico y parte de la musculatura siguen un proceso lento de recuperaci¨®n, que obliga a la prudencia de los m¨¦dicos.Todav¨ªa ninguno se atreve a decir si Puig volver¨¢ a las carreras, ni siquiera si la pierna recobrar¨¢ su funcionamiento normal.
Alberto transita ahora por un camino que parece obligatorio para los campeones. Como ¨¦l han estado antes los mejores pilotos, los valientes que se han atrevido a sobrevolar el margen. Doohan, Schwantz, Rainey, Spencer, Gardner. Y lo han superado para encontrar la gloria.
"Voy a salir de esta", ha avisado ya Puig, un tipo fuerte como pocos, "y voy a volver donde estaba, peleando por ganar, por ser campe¨®n". No son s¨®lo palabras. Las avala la propia historia de un piloto capaz de superar una docena de lesiones anteriores, incluida la reconstrucci¨®n del tobillo derecho en 1990, para llegar a lo m¨¢s alto y alcanzar el ¨¦xtasis el pasado 7 de mayo en Jerez, cuando se convirti¨® en h¨¦roe de 100.000 almas al ganar el Gran Premio de Espa?a de 500ec.
El accidente de Puig ha vuelto a poner sobre la mesa una vieja cuesti¨®n: ?Est¨¢n m¨¢s all¨¢ del l¨ªmite humano las actuales motos de 500cc? El campe¨®n del mundo, Mick Doohan, opina que no. "Lo que hay que cambiar son las medidas de seguridad en algunos circuitos", dice el australiano; "siempre habr¨¢ ca¨ªdas, y lo que se trata es de que no haya obst¨¢culos contra los que chocar, que las ¨¢reas de escapatoria sean grandes".
Desde hace un par de temporadas los air-fence -vallas neum¨¢ticas rellenas de aire- han supuesto un avance. Contra uno de ellos se estrell¨® Alberto Puig, y se salv¨® quiz¨¢ de una tragedia a¨²n mayor. "Pod¨ªa haber sido peor", fue el comentario general en el mismo circuito. A lo que Puig responde: "Tambi¨¦n pod¨ªa haber sido mejor. No cabe peor suerte. Otros se caen muchas veces y no se hacen nada. Yo, en cambio, me he hecho mucho da?o". Rodaba al l¨ªmite. Buscaba la gloria. Y la paga por adelantado.
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