Ariadna y el minotauro

En esa b¨²squeda constante de la musa adolescente en que est¨¢n metidos los franceses desde que la Bardot se dedica a las focas, le ha tocado el honor de nueva pretendiente al vacante trono a una turbadora criatura, Vanessa Paradis, cantante, modelo y actriz, de quien alguien dijo aquello de que "Paradis c'est l'infern". Infierno o no, la chica ha demostrado tener la fuerza suficiente como para hacerse construir una pel¨ªcula a su imagen de tremenda y rompedora, dirigida por un cineasta competente,- aunque desde hace a?os alejado del cine, Jean Becker, hijo del gran Jacques, y, ah¨ª es nada, para eclipsar de las cabeceras del elenco nada menos a G¨¦rard Depardieu, divo de divos. El producto resultante es un filme extra?o, un poco rat¨¦, pero siempre interesante, ¨¢spero y a un tiempo tierno y brutal como fue en vida el finado Serge Gainsbourg, cuya canci¨®n ?lisa da t¨ªtulo al filme y a quien est¨¢ dedicado ¨¦ste.Elisa se articula en dos partes claramente diferenciadas, con frecuentes incursiones de flashbacks que van aclarando la historia de la protagonista. Su comienzo no puede ser m¨¢s inesperado: el intento de asesinato de una madre a su hija de tres a?os, al que sigue poco despu¨¦s el propio suicidio de la mujer. En la primera mitad del filme se asiste al muy peculiar modo de vida de Elisa. En la segunda, en cambio, las intenciones de Elisa quedan un tanto en entredicho cuando conoce a su Padre, el borracho, amargado, terrible L¨¦bo. Ah¨ª surge abruptamente otra pel¨ªcula, una peculiar, sesgada, desoladora historia de amor entre hija y padre, punteada por la fuerza desatada de la naturaleza bretona, lejos del Par¨ªs del comienzo, pleonasmo necesario aunque un tanto previsible de las pasiones desatadas.

Recorrido a veces por una inspiraci¨®n ¨¢spera, v¨ªctima en otras de una excesiva dependencia respecto a la protagonista, que a¨²n tiene que demostrar que es una actriz, Elisa atesora algunos hallazgos nada desde?ables: logra un retrato del todo inusual de una hero¨ªna adolescente; se mueve con prudencia en medio de un verdadero barrizal de dramas entrecruzados venciendo siempre la tentaci¨®n lacrim¨®gena; provoca, en fin, en el espectador algunas evocaciones de fuerte emotividad.