El tiro en la nuca y las hemerotecas

OCHO A?OS despu¨¦s de los hechos vuelve a la escena pol¨ªtica la muerte de la etarra Luc¨ªa Urigoitia. Con los datos disponibles entonces, este peri¨®dico inform¨® de que el tiro que le hab¨ªa causado la muerte hab¨ªa sido disparado a quemarropa y sobre la nuca. Un editorial de EL PA?S dec¨ªa entonces (25 de julio de 1987): "La presi¨®n a la que las fuerzas de seguridad vienen siendo sometidas en Euskadi explicar¨ªa actitudes incontroladas del g¨¦nero de la que ha podido llevar a la muerte a la presunta terrorista; pero, explic¨¢ndolas, ni las justifica en absoluto ni puede evitar el castigo ejemplar que merece quien sea hallado culpable tras un juicio en regla". Hoy mantenemos la misma opini¨®n de entonces. La lucha contra el terrorismo s¨®lo puede hacerse desde el respeto a la ley. No s¨®lo por cuesti¨®n de principio, tambi¨¦n por eficacia.Nuevas revelaciones sobre el caso, que proceden del inagotable manantial del Cesid, -tambi¨¦n este informe lleva la firma del coronel Perote-, se?alan ahora que agentes de la Guardia Civil entraron en el despacho del juez que instru¨ªa el sumario para alterar pruebas de forma que no pudiera sostenerse la acusaci¨®n del tiro en la nuca. Hoy, como ayer, pedimos que se investigue el asunto y que la justicia act¨²e con ejemplaridad. Tambi¨¦n sobre cuantos falsearon las pruebas, si ello se demuestra.

?Qu¨¦ decir de cuantos avalaron sin mayores reservas la versi¨®n oficial y desde ella arremetieron contra este peri¨®dico? Un repaso a la hemeroteca provoca perplejidades. As¨ª, Diario 16, dirigido entonces por Pedro J. Ram¨ªrez, publicaba una semana despu¨¦s de ocurridos los hechos, y bajo el t¨ªtulo No fue en la nuca, un editorial en el que dec¨ªa: "La etarra Luc¨ªa Urigoitia no muri¨® de un tiro en la nuca. Los que se han empecinado en cargar el suceso de graves acusaciones, sin pruebas suficientes, deber¨¢n dar ahora raz¨®n de sus actos". La informaci¨®n de EL PA?S era calificada como una "manipulaci¨®n sistem¨¢tica de la realidad para forzar la ca¨ªda del ministro del Interior".

La agitaci¨®n permanente en que se encuentran algunos periodistas les lleva en muchas ocasiones a no contrastar sus rotundas afirmaciones actuales con las que sobre la misma cuesti¨®n manten¨ªan hace unos a?os. Dec¨ªa entonces Pedro J. Ram¨ªrez: "El guardia Civil que dispar¨® dos veces contra la terrorista, un tirador de ¨¦lite, lo hizo seguramente a matar, tras recibir un impacto en su chaleco antibalas. Pero no fue un tiro en la nuca. Esa es la sutil pero decisiva diferencia entre un crimen y un acto de servicio".

Hoy parece claro que las sutiles diferencias eran otras. Las hemetotecas se vengan de quienes parecen haber contratado la verdad de una vez y para siempre. Es de agradecer de todas formas que, independientemente de las motivaciones y con ocho a?os de retraso, vengan algunos a reconocer lo que en estas paginas se afirmaba.

No incurriremos nosotros en la actitud sostenida entonces, desde ese diario, al parecer m¨¢s interesado en condenar al competidor que en esclarecer los hechos. Los nuevos datos deben ser investigados hasta el final, y para ello no cabe otro procedimiento que reabrir, el sumario. Hay que aclarar de una vez por todas los episodios de la guerra sucia contra ETA, por decencia, pero tambi¨¦n porque un Estado democr¨¢tico no puede sobrevivir si ampara el crimen.