Briznas de aquello

Siempre he pensado que a Carlos Arniches no se le puede representar mal. Durante este espect¨¢culo estuve alguna vez a punto de rectificar. Pero, no: siempre emerge, por encima de altavoces, cupl¨¦s entremetidos, alteraciones de sentido, interpretaciones desentonadas. La prosodia madrile?a se perdi¨®; se repite ahora lo que ya era imitaci¨®n en otros tiempos, y queda una aproximaci¨®n. Bien, vale. Lauro Olmo trat¨® con mucho cuidado su versi¨®n. Siempre, en La Corrala, le recuerdo: fue un honesto madrile?o socialista, que hizo ¨¦l mismo sainete a veces, y otras lo trajo al viejo patio rehabilitado, frente a unas ruinas que merecer¨ªan ser destruidas porque son, sobre todo, viejer¨ªas en pie; los suyos madrile?os y socialistas; en realidad no eran ni una cosa ni otra- le quitaron ese trabajo de subsistencia en los ¨²ltimos a?os de su vida.Lo que disparata un poco la cuesti¨®n es el injerto de n¨²meros musicales que cortan la acci¨®n y la derivan. No se entiende bien la preocupaci¨®n regeneracionista de aquel republicano tranquilo, de aquel ut¨®pico que defend¨ªa a su manera la libertad de la mujer. Es una de esas comedias de viejo y chica, en las que el viejo queda siempre burlado y al final perdona y comprende. Pese al malestar personal o situacional que me causa esa man¨ªa de los dramaturgos nacionales, no dejo de comprender su gran paso adelante: que las mujeres no sean vendidas de padre a marido, sino que vayan a quien gusten.

Aunque sea un chuleta, como este Seraf¨ªn, con el que la Jesusa se va dejando al hombre de bien porque resulta un poco mayorcito. La pareja de int¨¦rpretes se defiende en el texto castizo y el adem¨¢n del barrio, y Estrella Blanco canta los cupl¨¦s encomendados, tan divertidos como La regadera o un n¨²mero de Las Leandras, y tan ajenos a la obra. La gente cena, la gente se divierte. Pienso que m¨¢s que a la Concejal¨ªa de Cultura del Ayuntamiento esta cuesti¨®n deber¨ªa depender de la de Festejos; pero all¨¢ ellos con su burocracia y sus creencias.